En 2001 el joven agente del FBI Eric O’Neill recibió un encargo casi increíble de sus superiores. Pedían que colaborara en una misión para capturar a un espía que sospechaban de vender los más delicados secretos de Estados Unidos a la Unión Soviética –y, tras la caída del Muro de Berlín, Rusia.
Lo surrealista del asunto es que su operación no se desarrollaría en una capital extranjera o entre agentes diplomáticos, sino en los propios corredores de la sede del FBI en Washington: el objetivo era Robert Hanssen, un veterano agente cuya principal función consistía precisamente de la unidad que cazaba espías rusos.
A lo largo de meses O’Neill espió al maestro espía, intentando obtener las pruebas que demostraran la traición de Hanssen, un devoto del Opus Dei obsesionado con el mundo de la tecnología y que era "tremendamente arrogante y antipático", incapaz de ocultar sus desdén por superiores que consideraba intelectualmente inferiores a sí mismo. Gracias al trabajo intrépido del joven agente, el FBI consiguió pillar a Hanssen en pleno proceso de dejar un paquete con material clasificado para sus homólogos rusos en un parque de Virginia.
O’Neill se retiró de la agencia estadounidense poco después, y actualmente trabaja como coordinador de seguridad nacional para Carbon Black, una de las principales empresas de ciberseguridad de EEUU. El ex agente del FBI habla con EL ESPAÑOL sobre sus experiencias como caza-espías y una nueva orden mundial en el que el espionaje no es un juego de capa y puñal en callejuelas oscuras, sino una guerra de frentes activos que se desarrolla en el mundo virtual.
CÓMO DETENER AL PEOR TOPO DE LA HISTORIA DEL FBI
¿Cómo comenzó su carrera como ‘cazaespías’?
Yo era un agente de campo en el FBI cuando mis superiores me reclutaron para investigar a Hanssen. Sabían desde hace años que había un topo porque varias operaciones habían quedado inactivas repentinamente y tres de nuestros efectivos habían sido neutralizados –capturados y asesinados.
Era obvio que “los malos” sabían que estábamos ahí. Encontraron pistas que sugerían la implicación de Hanssen y así lanzaron una operación inédita en la historia del FBI: montaron una división específicamente para pillarlo con las manos en la masa. Él estaba obsesionado con ordenadores, por lo que crearon la división de Seguridad Informativa y lo nombraron jefe. Yo me incorporé como su subordinado con la misión secreta de ganar su confianza y obtener evidencia para detenerlo.
¿Cómo es posible que Hanssen evitara ser detectado durante 22 años?
Era muy bueno en lo que hacía. Tras la caída de la URSS los desertores de la antigua KGB nos indicaron que había un topo en las altas esferas de la inteligencia estadounidenses. No lograban identificar al agente doble porque nunca se reunía con sus homólogos rusos; se comunicaba con cartas que incluían pistas falsas para que pensaran que era un agente de la CIA, no del FBI.
Sólo sospechamos de Hanssen al encontrar una huella parcial que coincidía con la suya en uno de los paquetes que interceptamos. No era evidencia suficiente para detenerle: alguien lo tenía que pillar entregando material robado.
Tras la caída de la URSS los desertores de la antigua KGB nos indicaron que había un topo en las altas esferas de la inteligencia estadounidenses
Y esa tarea le tocó a usted...
En efecto. Hanssen era tremendamente introvertido, un tío gris sin amigos, con reputación de ser bastante maleducado. Yo tenía apenas 27 años y mis jefes me colocaron en su división para entablar una relación de mentor-aprendiz con él. Al hacerlo jefe de esta nueva sección de ciberseguridad le daban acceso a todos los secretos del FBI, un cebo que pensaban demasiado jugoso para resistir. Mi tarea consistía en estudiar sus rutinas y descubrir cómo robaba la información. Era un proceso que me dejaba agotado, pues consistía en vivir una mentira 24 horas al día.
¿Cómo cae un agente doble con tanta experiencia?
Sus años de experiencia provocaron su caída, pues desarrolló rutinas. La más obvia era su preferencia por entregar material a través de ‘puntos muertos’ –dejaba paquetes con información confidencial debajo de bancos en parques públicos, por ejemplo–, pero la que le hundió fue su dependencia sobre su Palm Pilot –aquellos organizadores digitales del siglo pasado.
Hanssen me confesó que el aparato contenía todos sus secretos y presumió de haberlo cifrado personalmente, insistiendo en que no había persona capaz de descifrarlo. El Palm Pilot siempre estaba en su bolsillo y cuando no lo llevaba ahí iba dentro del maletín que siempre mantenía a su lado. La clave era hacerle romper la rutina.
Sus años de experiencia provocaron su caída, pues desarrolló rutinas
Lo conseguimos cuando se presentó un superior en su despacho sin previo anuncio y lo retó a una sesión en la galería de tiros de las oficinas del FBI. Hanssen era un acomplejado y enfureció cuando el jefe puso en duda sus capacidades como tirador; insistió en ir a la galería en ese mismo momento y olvidó el Palm Pilot en su maletín al hacerlo. En cuanto salió, fui corriendo al laboratorio con el dispositivo; me esperaba un equipo para copiar la memoria del aparato, que inmediatamente devolvimos a su sitio antes de que Hanssen notara su ausencia. Al final no fue muy difícil descifrar el código y fue así que nos enteramos de la hora y sitio de la próxima entrega de material. Lo pillamos en el acto.
¿Por qué lo hizo?
Nadie lo sabe. Hanssen rehúsa hablar del tema; es un último secreto que guarda para sí mismo. Yo creo que empezó a vender secretos porque necesitaba dinero, porque su esposa venía de una familia adinerada y él estaba decidido a mantener ese estilo de vida. Luego, como superior dentro del FBI, no necesitaba ese dinero. Creo que lo hacía porque le gustaba sentirse como el mejor en lo que hacía y durante décadas realmente lo fue.
Nadie sabe por qué lo hizo. Hanssen rehúsa hablar del tema; es un último secreto que guarda para sí mismo
¿Siente algo de respeto por Hanssen?
Respeto su capacidad intelectual. Era un genio, el cajero de banco que descubrió la manera perfecta de asaltar la caja fuerte. Pero me da asco lo que hizo. No hay nada más desdeñable que un traidor.
CIBERSABOTAJE EN LAS PRESIDENCIALES DE EEUU
Hoy en día trabaja para Carbon Black, una de las principales compañías de ciberseguridad de EEUU, desde donde asesora tanto a empresas privadas como agencias gubernamentales. ¿Cómo ha cambiado el mundo del espionaje en esta última década y media?
Yo llegué a vivir los últimos momentos del juego clásico, en el que forzabas entradas y robabas papeles clasificados. Esto es un poco como el mundo del periodismo: el papel ya no entra en el asunto. Ahora todo tiene lugar en la red.
¿Cómo valora las alegaciones de que Rusia fue el país responsable de los e-mails robados a Clinton?
La hipótesis no sólo me parece factible, sino racional. Un objetivo clásico del sabotaje es crear confusión y no hay duda que la avalancha de documentos de los demócratas filtrados por WikiLeaks cumplió con ese objetivo. No creo que el Kremlin confirme su participación, pero tampoco pasaría nada si lo hiciera.
Si Putin sale mañana y admite ante la prensa que fue responsable de ello, ¿qué haríamos? Absolutamente nada. Nadie va a declarar la guerra, porque el juego del espionaje se juega así. Y estos resultados suponen un éxito rotundo para los ciberespías de Moscú.
Si Putin sale mañana y admite ante la prensa que fue responsable de ello, ¿qué haríamos? Absolutamente nada
¿Considera que Rusia ha cruzado algún límite con esta actuación?
De demostrarse su papel en el asunto supondría un paso inaudito en la historia: Moscú habría saboteado unas elecciones. Es algo que EEUU nunca ha hecho, por ejemplo; espiamos, pero nunca hemos revelado esa información para intentar controlar los resultados de unas elecciones.
Dicho eso, no me parece mal que Rusia lo hubiera hecho, pues sólo cumpliría con su responsabilidad como Estado. Si Putin veía a Clinton como una fuerza política opuesta a sus intereses es normal que haga todo lo posible para evitar su elección. Si hay algún ‘culpable’ en este asunto es el Partido Demócrata por tener un sistema de ciberseguridad tan patético. Es increíble que John Podesta, el jefe de campaña de Clinton, haya utilizado su cuenta personal de Gmail para enviar esos correos.
Dada la cercanía del presidente electo, Donald Trump, al Kremlin, ¿considera que puede cambiar la relación entre Washington y Moscú en lo que se refiere al espionaje?
No. Va a ser interesante ver cómo Trump baila con Putin, pero el espionaje es algo atemporal. Nos hemos llevado mejor y peor con los rusos, pero siempre nos hemos espiado mutuamente, incluso cuando nos hemos llevado bien. Nada ha cambiado: llevamos años en una nueva guerra fría, sólo que es una guerra en el mundo de la red, en la que el objetivo es obtener información.
Lo preocupante para mí, como estadounidense, es que los rusos lo están haciendo mucho mejor. Nosotros estamos más o menos preparados para estar a la defensiva, pero los acontecimientos de estas últimas elecciones dejan claro que ellos saben jugar a la ofensiva muy, muy bien.
Los rusos lo están haciendo mucho mejor. Nosotros estamos más o menos preparados para estar a la defensiva, pero los acontecimientos de estas últimas elecciones dejan claro que ellos saben jugar a la ofensiva muy, muy bien.
LA NUEVA GUERRA FRÍA VIRTUAL
¿Los hackers son los nuevos espías?
Sí, porque hackers tradicionales ya no existen. Aquellos chavales aficionados que hackeaban cuentas para demonstrar que podían hacerlo ya no existen: todos han pasado a trabajar para empresas de seguridad como la mía, donde les pagan cientos de miles de dólares para hacer aquello que antes hacían gratis y por diversión. Todos los hackeos que se producen hoy en día han sido financiados indirectamente u orquestados explícitamente, por gobiernos nacionales.
¿Todos los Estados practican ciberespionaje?
Todos, desde el más grande hasta el más pobre. Hasta España lo hace. Se espía a los países enemigos, sí, pero también a los amigos, y cualquier país puede convertirse en una potencia en esta materia siempre que invierta en ello dinero, recursos intelectuales y tiempo. Algunos países lo han convertido en un negocio: los hackeos de China son, en muchos casos, económicos: roban patentes comerciales y se forran haciendo versiones baratas de tecnología estadounidense.
Todos los Estados, desde el más grande hasta el más pobre, practican ciberespionaje. Hasta España lo hace. Se espía a los países enemigos, sí, pero también a los amigos
¿Cuáles son los más potentes?
Rusia, China, Corea del Norte e Irán son los más fuertes ahora mismo. Rusia lo considera un asunto prioritario en el ámbito de su defensa nacional y política exterior. China aporta amplio apoyo estatal: existe una enorme división dentro del Ejército Popular que se dedica a ello, e invierten millonadas en sus operaciones. Corea del Norte e Irán invierten muchísimo en la educación de sus hackeadores. Estos son los más peligrosos, pues tienen una motivación especial: el odio a EEUU. Rusia y China sólo quieren controlarnos, pero Corea del Norte e Irán nos quieren destruir.
¿Cómo lo harían?
Atacando nuestras infraestructuras. Instalaciones nucleares, la red eléctrica, todo aquello ligado al control aéreo… Todo está controlado por sistemas informáticos y si los tumbas provocarías tantas muertes como las que resultarían de un ataque nuclear, con el plus que no te cargas el planeta en el proceso. Si están empeñados en lanzar un ataque de este estilo es difícil evitarlo. Siempre se puede reforzar la ciberseguridad, pero siempre puede haber fallos humanos o personas que deciden vender información a un actor externo. Y siempre puede aparecer algún Snowden, algún tonto útil.
Snowden es un traidor. No vendió información como Hanssen, pero lo que hizo es casi igual de grave, y simpatizar con él es simpatizar con lo que posiblemente hizo Putin en estas elecciones
¿Qué responde a quienes sugieren que Snowden fue heroico por destapar las escuchas de la NSA?
Que se equivocan si piensan que Snowden es un héroe. Snowden es un traidor. No vendió información como Hanssen, pero lo que hizo es casi igual de grave, y simpatizar con él es simpatizar con lo que posiblemente hizo Putin en estas elecciones. Entiendo que es joven e ingenuo, pero había formas de hacer esto sin pasar por China y Rusia.
Podía haber hecho lo ético, hablado con un senador –alguien como Bernie Sanders, o incluso un republicano que quería dejar a Barack Obama en ridículo– o con un periódico nacional -como se hizo con los papeles de Watergate. Tengo confianza absoluta en que un jurado estadounidense nunca lo habría condenado por ello: un patriota da la cara.