El caótico primer mes del presidente electo Trump: roces con China, conflictos de intereses
El magnate ha conformado la mitad de su gabinete y despertado ansiedad por la posible intromisión de sus negocios en su futura labor como líder de Estados Unidos.
8 diciembre, 2016 00:46Noticias relacionadas
Este jueves 8 de diciembre se cumple un mes del inesperado triunfo electoral de Donald Trump, que acaba de ser nombrado Persona del Año por la revista Time y en apenas siete semanas será investido como el presidente número 45 de los Estados Unidos.
No sin baches, en los últimos 30 días ha conformado la mitad de su equipo de Gobierno, ha establecido sus primeros contactos con líderes extranjeros -no exentos de polémica- y sembrado interrogantes sobre el rumbo que tomará el país bajo su liderazgo y cómo resolverá los numerosos conflictos de intereses que afronta como magnate convertido a político.
A continuación, un repaso a las primeras semanas del presidente electo Trump:
DIFICULTADES PARA RECONCILIAR AL PAÍS
La victoria de Trump en los comicios del 8 de noviembre desencadenó una ola de protestas por todo el país de votantes indignados por el resultado. Dirigiéndose a los ciudadanos por primera vez tras su triunfo, el republicano se comprometió a ser “el presidente de todos los estadounidenses” y llamó al país a cerrar las heridas de una divisiva campaña electoral.
Después de su éxito en las urnas, el magnate se reunió con el presidente saliente, Barack Obama, con quien se estrechó la mano, y afirmó, una vez terminado el encuentro, que le gustaría contar con el consejo del líder demócrata cuando ocupe la Casa Blanca.
Ya en su primera entrevista como presidente electo, a la cadena CBS, Trump mostró su lado más descafeinado. Aseguró que buscaría mantener aquellos elementos que considera más positivos de la reforma sanitaria de Obama y explicó que su propuesta de erigir un muro con México podría materializarse en una valla en ciertas zonas. También aseveró no querer “hacer daño” a su rival, Hillary Clinton, pese a haber prometido que la metería en la cárcel. Con todo, se mantuvo firme en su propuesta de deportar a hasta tres millones de indocumentados.
Esa postura conciliadora se esfumó después de que la candidata verde, Jill Stein, lanzara una campaña para realizar un recuento en los estados de Wisconsin, Pensilvania y Michigan, claves para la victoria de Trump. La iniciativa no hizo ninguna gracia al presidente electo, que saltó a las redes sociales para denunciar un supuesto fraude electoral. Afirmó que la razón por la que su oponente demócrata lo supera en número de votos en el conjunto del país -hoy por casi tres millones- es porque hubo fraude y señaló con el dedo a los estados de Virginia, California y New Hampshire, donde venció Clinton. Asimismo, seguidores del republicano han intentado frenar los recuentos por la vía legal.
Trump también ha generado polémica por defender que quemar la bandera estadounidense -un acto protegido por la Constitución como forma de discurso, al entender del Tribunal Supremo- debería estar prohibido y por sugerir que quien lo haga podría perder la nacionalidad o ir a prisión.
UN EQUIPO QUE MIRA A LA DERECHA
Al arrancar, el proceso de transición de Trump a la presidencia se vio cubierto por un halo de desorden, que el presidente electo se apresuró a negar. Una de las razones que sugerían este caos fue la temprana decisión de sustituir al gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, por el vicepresidente electo, Mike Pence, para dirigir los preparativos del cambio de Gobierno.
Poco a poco, Trump ha ido reuniendo a más miembros de su equipo hasta sumar ya la mitad. Pero algunos de los nombres que ha incorporado a su futura Administración generan polémica y dudas sobre su idoneidad para unificar a la sociedad estadounidense.
Trump ha nombrado al exdirectivo de Breitbart News Steve Bannon como estratega jefe de la Casa Blanca y consejero superior del presidente. La figura de Bannon y su medio de comunicación se asocian al nacionalismo blanco estadounidense y son afines al populismo de derechas europeo. Tal vez a modo de contrapeso, el jefe de gabinete de la Casa Blanca será Reince Prebius, más moderado y procedente del establishment republicano.
Dos de los nominados más controvertidos del presidente electo son los que ocuparán los puestos de director de la CIA y asesor de Seguridad Nacional. Al primero, el congresista Mike Pompeo, se lo ha acusado de emprender una cruzada contra Hillary Clinton por la muerte de ciudadanos estadoundienses en Bengasi (Libia) cuando la demócrata era secretaria de Estado. El segundo, el antiguo teniente general Michael Flynn, ha hecho declaraciones incendiarias acerca del islam.
Mientras, el Departamento de Defensa estará en manos del general retirado James 'Perro Loco' Mattis, que es visto como un hombre de mano férrea. El fiscal general será Jeff Sessions, asesor de la campaña de Trump en materia de seguridad e inmigración, que se ha visto envuelto en polémica por comentarios racistas.
El responsable de Sanidad será el cirujano Tom Price, conocido por su oposición abierta a la reforma sanitaria de Obama, el famoso Obamacare. La cartera de Educación irá para Betsy DeVos, quien defiende que se dé dinero público a los estudiantes para que vayan a escuelas privadas. La ex secretaria de Empleo Elaine Chao se encargará ahora de Transporte y el exaspirante republicano Ben Carson ostentará la cartera de Vivienda y Urbanismo.
Los departamentos del Tesoro y Comercio serán, respectivamente, para el exbanquero Steven Mnuchin y el multimillonario Wilbur Ross. Por su parte, la gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, representará a la Administración Trump ante las Naciones Unidas.
La prensa norteamericana ha adelantado este miércoles que Trump piensa ofrecer el puesto de secretario de Seguridad Nacional al general retirado John F. Kelly, que perdió a su hijo en combate. También informa de que el fiscal general de Oklahoma, Scott Pruitt, pilotará la Agencia de Protección Medioambiental (EPA), una agencia con la que se ha peleado buena parte de su carrera, lo que señala que Trump sí pretende revertir la política climática de Obama.
ACERCAMIENTO A MOSCÚ, ROCES CON CHINA
El proceder de Donald Trump a la hora de hablar por teléfono con líderes internacionales ha dado, precisamente, mucho que hablar. Ignorando al Departamento de Estado, Trump ha abrazado una estrategia para sus llamadas que algunos consideran basada en la aleatoriedad más que en el propósito.
Por ejemplo, el primer ministro australiano lo llamó al móvil, que le facilitó un conocido jugador de golf. Trump ha felicitado al presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, que defiende las ejecuciones extrajudiciales como método para combatir la delincuencia.
El pasado viernes rompió una tradición de décadas al conversar por teléfono con la presidenta de Taiwán, algo que no ha gustado para nada en Pekín. Estados Unidos decidió hace tiempo reconocer al Gobierno de Pekín como el único representante legítimo de China.
El lunes Trump saltó a Twitter para protestar contra la reacción de las autoridades chinas: “¿Nos preguntó China si nos parecía bien que devaluara su moneda, gravara nuestros productos que entran al país o construyera un complejo militar gigante en medio del mar del Sur de China? ¡Creo que no!”.
Did China ask us if it was OK to devalue their currency (making it hard for our companies to compete), heavily tax our products going into..
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) December 4, 2016
their country (the U.S. doesn't tax them) or to build a massive military complex in the middle of the South China Sea? I don't think so!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) December 4, 2016
Al poco de vencer, Trump habló por teléfono con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, con quien se deshizo en halagos durante la campaña. Ambos acordaron normalizar las relaciones entre sus países y colaborar en materia de lucha contra el terrorismo.
Y el primer político en visitar al presidente electo ha sido el líder eurófobo británico Nigel Farage, padrino del brexit.
LA INCÓGNITA DEL EMPORIO TRUMP
Otro de los temas más discutidos desde el triunfo electoral de Trump ha sido la miríada de conflictos de intereses que asoman como futuro presidente de EEUU. La semana pasada, Trump anunció en Twitter que dejaría a un lado sus negocios para “centrarme enteramente en dirigir el país para hacer Estados Unidos grande de nuevo”. “Aunque no tengo obligación legal de hacerlo, creo que es importante no tener conflicto de intereses alguno como Presidente”, afirmó.
También avisó de que el 15 de diciembre dará una rueda de prensa en compañía de sus hijos para detallar sus planes para evitar conflictos éticos como presidente. Asimismo, la Organización Trump aseveró anteriormente que preparaba un “traspaso de la gestión” a los tres hijos más mayores del presidente electo: Donald Jr., Invanka y Eric.
El New York Times desveló que Trump tiene intereses económicos en al menos una veintena de países, desde Argentina hasta Arabia Saudí. Asimismo, el presidente electo pidió supuestamente a UKIP que se oponga a los parques eólicos cuando él mismo se ha enzarzado en batallas legales para evitar el desarrollo de estos complejos frente a su campo de golf en Aberdeenshire (Escocia).
Un portavoz del magnate informó esta semana de que Trump se había deshecho de sus acciones en compañías cotizadas, pero no explicó por qué ni la cantidad percibida por la venta.
Por otro lado, Trump llegó un acuerdo el mes pasado para cerrar un caso de supuesto fraude contra su difunta escuela de negocios Universidad Trump pagando 25 millones de dólares.