El presidente electo de EEUU, Donald Trump, no parece dispuesto a permitir que ni Barack Obama ni la mismísima CIA se interpongan en sus planes de acercamiento a Rusia, como evidencia la nominación como futuro secretario de Estado de Rex Tillerson, veterano empresario de la petrolera Exxon Mobil, cuyos lazos con Moscú ya han levantado en armas a los demócratas e incluso a algunos miembros del Partido Republicano, anunciando la que puede ser la primera batalla de este mandato entre la Casa Blanca y el Senado, que debe dar luz verde a este nombramiento.
La elección de Tillerson como jefe de la diplomacia del país despierta muchos rechazos por su nula experiencia en política exterior y en la administración pública y por sus conocidos vínculos con el Kremlin, que incluso lo condecoró en 2013 con un premio a la amistad. Sin embargo, el magnate republicano ha preferido su perfil al de otros nombres que parecían tener más posibilidades, como el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani, el excandidato republicano Mitt Romney o el senador Bob Corker, de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.
“Es posible que con Tillerson, si es confirmado por el Senado, mejoren las relaciones entre ambos países. Estuvo en contra de las sanciones a Rusia, por lo que su nominación es sin duda bienvenida por Moscú. Pero la pregunta que hay que hacerse es qué obtienen los EEUU a cambio de cualquier mejora con el Kremlin. Y no estoy seguro de que haya una respuesta clara a eso”, dice a EL ESPAÑOL Paul Stronski, hasta 2015 analista experto en Rusia en la Oficina de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado de EEUU y ex director del National Security Council de 2012 a 2014, que asesora a la Casa Blanca.
Este especialista, ahora miembro del Programa para Rusia y Eurasia del Carnegie Endowment for International Peace, recuerda que “en muchos temas, los Estados Unidos y Rusia tienen diferentes intereses”. Cabe mencionar que hasta ahora ambos Gobiernos han discrepado en cómo resolver la guerra en Siria, la batalla contra el Estado Islámico, la crisis de Ucrania o la relación de Moscú con la OTAN o la UE. “Los intentos previos de mejorar la relación han terminado en fracaso. Ni los de George W. Bush ni el de Obama salieron bien y la relación entre los dos países acabó peor que como comenzó. Espero que la Administración Trump sea consciente de esto”, añade.
Tillerson ha trabajado en Exxon Mobil desde 1975, centrado en el negocio internacional, lo que le llevó a conocer en persona a Vladimir Putin y a desarrollar en los 90 estrechos vínculos con la petrolera estatal rusa Rosneft, con la que pactó proyectos de exploración en el Ártico y en Siberia, que se detuvieron cuando Washington impuso sanciones económicas tras la anexión de Crimea en 2014. Sin embargo, su actitud negociadora le granjeó una buena reputación en el país.
Lo recordaba Edward Verona, ex vicepresidente de Exxon Mobil Rusia, en una reciente entrevista con la radio pública NPR. "Los rusos respetan la fuerza y vieron eso en Exxon Mobil y en Rex Tillerson. A Putin le gusta ese tipo de personalidad, no exactamente como la de Trump, sino la que silenciosamente proyecta poder, disciplina y control. Es un buen ejemplo de diplomacia, de construcción de alianzas, de ver quiénes son tus amigos y lo que pueden hacer por ti".
El Kremlin, de hecho, ha dado la bienvenida al nombramiento manifestando a través de un portavoz que espera una actitud constructiva y profesional del nuevo responsable y reconociendo que Vladimir Putin y el futuro secretario de Estado ya se conocen personalmente.
Paul Stronski ve claros los beneficios de este nombramiento para Moscú. “Son muchos, especialmente en lo que respecta a las sanciones. Estoy menos convencido de que haya beneficios para los EEUU con la excepción de una reducción gradual de las tensiones y tal vez la prevención de un accidente no intencionado entre Rusia y tropas de la OTAN”.
Trump no conocía personalmente a Tillerson, pero el ex secretario de Defensa Bob Gates se lo recomendó como posible miembro del gobierno, por lo que el presidente electo se citó con el magnate del petróleo y hubo conexión. Luego la ex secretaria de Estado Condoleezza Rice también le sugirió que podría hacerse cargo de la diplomacia estadounidense, lo que acabó por decidir al republicano, según ha revelado Phillip Rucker, reportero de política nacional de The Washington Post.
Esta elección, sin embargo, ha levantado una ola de preocupación en la opinión pública norteamericana por los vínculos de amistad de Tillerson con el Kremlin y la inexperiencia del millonario, que no ha trabajado para la administración ni para otra empresa desde que ingresó en Exxon en 1975, al poco de lograr el título de ingeniero civil en la Universidad de Texas. No es el primer empresario que llega del sector privado a la Secretaría de Estado, pero sí es el único caso en que no hay experiencia previa en el sector público.
Sin embargo, numerosos expertos están destacando que Exxon Mobil es una corporación enorme que podría compararse casi con un Estado soberano, ya que sus ingresos son del tamaño de la economía de Sudáfrica. Esta compañía opera en todo el mundo y negocia con líderes de más de 50 países.
El periodista de The New Yorker, Steve Coll, relataba recientemente en un artículo que de hecho Tillerson se había convertido ya “en una figura importante para las naciones de todo el mundo”. Incluso afirma que los objetivos diplomáticos de la empresa de Tillerson no siempre se han alineado con los de su Gobierno, y no sólo en el caso de Crimea. "A mediados de los 2000, la totalidad del gasto militar y de la ayuda estadounidense a Chad ascendió a menos de 20 millones de dólares anuales, mientras que los pagos que hacía Exxon al Gobierno africano como parte de un acuerdo de producción de petróleo eran de 500 millones. El presidente autoritario de Chad no necesitaba una calculadora para entender que Rex Tillerson era más importante para su futuro que el secretario de Estado de EEUU".
En otro episodio se produjo en el Kurdistán iraquí, durante la Administración Obama, cuando Tillerson desafió la política del Departamento de Estado llegando a un acuerdo con el Gobierno regional kurdo al margen del central, sin pedir permiso al Departamento de Estado. Luego explicó, según Coll, que “tuvo que hacer lo que era mejor para sus accionistas".
Choi Chatterjee es profesora de Historia y experta en relaciones entre Rusia y EEUU en la Universidad de California. Su visión sobre este nombramiento no es tan negativo. “Un reajuste en las relaciones ruso-estadounidenses traerá paz y estabilidad a Oriente Medio y, por extensión, al mundo. Sólo estos dos países, con la cooperación de China e India, pueden reunir a los representantes de Irán, Arabia Saudí, Israel, Turquía, Siria, Emiratos Árabes Unidos, Kazajstán y los kurdos en una mesa de negociación común”.
En declaraciones a EL ESPAÑOL, Chatterjee aventura incluso que “el restablecimiento de las relaciones ruso-estadounidenses puede poner en marcha el proceso democrático en Rusia”. “Si podemos dejar de obsesionarnos con la amenaza rusa, podemos dirigir más recursos a la educación, el empleo, la infraestructura y el medio ambiente”.
VETO REPUBLICANO
Pero antes de ver esos posibles logros, Tillerson deberá conseguir la aprobación del Senado y no va a ser tan sencillo. Los republicanos tienen una mayoría de 52 a 48 en esta cámara, dando a la Administración Trump un margen tan estrecho que, si a los demócratas se suman tres conservadores díscolos, el nombramiento se podría bloquear, aunque es extremadamente raro que esto se produzca al comienzo del mandato de un presidente, según subraya la prensa norteamericana.
De momento, el senador republicano Marco Rubio, uno de los que tendrán que votar, ya ha manifestado sus "serias preocupaciones" por la elección de Rex Tillerson. "El siguiente secretario de Estado debe ser alguien que vea el mundo con claridad moral, libre de potenciales conflictos de intereses (...) y fuerte defensor de los objetivos de la política exterior de EEUU”, afirmó Rubio en un comunicado, en el que, no obstante, no dijo que fuera a oponerse.
Junto a Rubio otros republicanos como Lindsey Graham, de Carolina del Sur, y el presidente de la Comisión de Servicios Armados, John McCain, de Arizona, han expresado su preocupación por los negocios de Tillerson con Rusia y su relación con Vladimir Putin. Sin embargo, ninguno ha anunciado aún que vaya a vetar este nombre.
El experto Paul Stronski no está “seguro de si finalmente será confirmado”, ya que la investigación sobre los ciberataques rusos pueden acabar afectando a su designación. “Ciertamente, creo que las preocupaciones por el hackeo ruso y los ataques cibernéticos son reales. Habrá audiencias en el Congreso sobre esto y este asunto puede complicar la confirmación de Tillerson”, augura.
Choi Chatterjee discrepa. “Posiblemente Rusia interfirió en las elecciones, al igual que cada país importante del mundo trata de influir en la política de los demás. Debemos tener mejores protocolos de seguridad cibernética. Pero continuar con las políticas fallidas de la Guerra Fría tiene poco sentido en el siglo XXI”.