El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha afirmado que mantendrá intactas las sanciones contra Rusia, "al menos por un tiempo", y agregó que no se comprometerá con la política de "una sola China" hasta que vea avances en las prácticas de comercio y cambiarias de Beijing.
En una entrevista con el Wall Street Journal, Trump aseguro: "Si nos llevamos bien y Rusia realmente nos ayuda ¿por qué se sancionaría a alguien si está haciendo cosas realmente buenas?".
Trump sugirió que podría levantar sanciones económicas a organismos de espionaje, individuos y empresas de seguridad informática rusas, que impuso el gobierno de Obama a fines del pasado mes de diciembre por supuestos ataques informáticos de Moscú, si es que Rusia colabora en combatir el terrorismo y otras metas importantes para Washington, según la entrevista.
El magnate inmobiliario, que asumirá la presidencia el 20 de enero, dijo que está preparado para reunirse con el presidente electo Vladimir Putin después de que jure el cargo. "Entiendo que les gustaría reunirse conmigo y yo estoy absolutamente de acuerdo con eso", dijo.
Cuando se le preguntó si apoyaba la política de "una sola China" sobre Taiwán, un pilar de las relaciones entre Estados Unidos con Beijing durante décadas, Trump dijo: "Todo está bajo negociación, incluida 'una sola China'", publicó el diario.
Trump provocó la ira de Beijing cuando recibió una llamada de felicitación de la líder de Taiwán y puso en duda la política de "una sola China". La posición de Estados Unidos es que hay una sola China y que Taiwán es parte de ella.
Un requisito para la estabilidad global
Para el Gobierno chino, la política de "una sola China" es algo intocable y, bajo su punto de vista "un requisito previo para la estabilidad del mundo". Así lo recoge un editorial en el diario ligado al Partido Comunista Chino Global Times: "La reunificación de China es deseada por todos los chinos, y es una parte inalienable de la paz mundial. China está contribuyendo alrededor del 30% del crecimiento económico mundial que beneficia a todos, por lo tanto, la reunificación es un requisito previo para la estabilidad".
El editorial sostiene que las fuerzas independentistas de Taiwán "apuestan por su suerte a Estados Unidos, pensando que mientras los sigan de cerca, incluso coqueteando un poco con Trump, ganarán más espacio en el mundo. Están totalmente equivocados".
"Por cada pequeña promesa vacía que obtengan de EEUU, les haremos pagar un precio. Por cada pequeña "buena noticia" que consigan, sentirán cómo se multiplica su miedo", amenaza el editorial. "La China continental es lo suficientemente sabia y fuerte como para convertir la "cuerda salvavidas" de las fuerzas independentistas en una cuerda para estrangularlas".
China y Taiwán moderaron sus relaciones del 2008 al 2016, cuando el entonces presidente taiwanés Ma Ying-jeou reconoció el Consenso de 1992, por el que Taiwán aceptaba ser parte de China, pero no de la República Popular China. Sin embargo, la relación empeoró cuando tomó posesión la presidenta Tsai Ing-wen, del independentista Partido Demócrata Progresista (PDP), que se niega a aceptar que Taiwán sea parte de China, tal como le exige Pekín.
La tensión entre EEUU y China sobre las relaciones con Taiwán aumentó cuando a principios de diciembre la presidenta taiwanesa llamó al presidente electo para felicitarle por su victoria. La breve conversación telefónica supuso el primer contacto de ese nivel desde que Washington decidiera romper las relaciones diplomáticas con Taipei en 1979.