Acciones sin sentido pero maliciosas, diplomacia de cocina, un bulo. Estas expresiones en referencia a las actividades y declaraciones de la Administración del presidente saliente de Estados Unidos, Barack Obama, abundan en los titulares de los medios rusos de los últimos días. Semejante reacción parece bien comprensible a la mayor parte de los rusos. Desde la desaparición de la URSS en 1991, nunca antes los políticos y los medios occidentales han llegado a acusaciones contra Rusia de tal calado como cambiar el partido en el poder en Estados Unidos o bien intervenir en el proceso del brexit. Hasta el momento no se han ofrecido pruebas para justificar estas acusaciones.
“Desde verano de 2016 se ha hablado mucho de la intervención rusa en las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Este año veremos algo semejante en la víspera de las elecciones parlamentarias en Alemania previstas en otoño”, dice a EL ESPAÑOL Fiodor Lukianov, analista político ruso próximo al Kremlin, un asunto que abordó este diario con expertos que no dudan de la influencia cibernética rusa en los comicios, aunque no apuntaban directamente al Gobierno. Para Lukianov, las acusaciones de Obama y otros líderes occidentales contra Rusia ponen de manifiesto un hecho muy importante: “El presidente ruso, Vladímir Putin, se ha convertido en un símbolo temible para Occidente no sólo en el escenario internacional. Ahora la figura de Putin provoca miedo dentro de países occidentales”.
Los directores de las agencias de inteligencia estadounidenses sostienen que Rusia representa una gran amenaza para Estados Unidos en el ciberespacio. Sin embargo, las autoridades rusas y analistas rusos rechazan reiteradamente como infundadas las acusaciones de implicación en ciberataques y de interferencia en la campaña electoral de EEUU. 'Mostradnos las pruebas', ésta ha sido siempre la posición del Kremlin.
La misma ha sido la reacción del Kremlin a las informaciones de que el Gobierno ruso tiene informaciones comprometedoras sobre el presidente electo de EEUU, Donald Trump, y su rival en las elecciones, Hillary Clinton.
Esta es una de las pocas ocasiones en la que la opinión de la oposición liberal rusa coincide con la del poder. “Me cuesta imaginar que unos piratas informáticos rusos alteren los resultados de las presidenciales en EEUU. A lo mejor hubo intentos de hackear algo, a lo mejor consiguieron algo… Pero más bien se trata de intentos que encontraron una respuesta dura de Washington”, dice a EL ESPAÑOL Dmitri Gudkov, político opositor y exdiputado de la Duma (Cámara baja) rusa.
La avalancha de noticias no confirmadas con pruebas fidedignas que han invadido los medios internacionales en los últimos días va cambiando la actitud de la sociedad rusa respecto a las acusaciones de Occidente. Muchos en Moscú ya no consideran en serio las noticias, las maldiciones y las amenazas procedentes de Washington. "Los servicios de inteligencia de otros países pueden estar tranquilos, mientras los servicios secretos de EEUU cuenten con semejantes profesionales. Lo importante es que no se les ocurra jubilarse", dice el secretario del Consejo de Periodistas de Rusia, Timur Shafir, en referencia al informe de los servicios de Inteligencia de EEUU sobre la presunta intervención rusa en el proceso electoral estadounidense.
Me gustaría que fuéramos tan influyentes como para controlar al mundo entero, pero me temo que no puede ser
Según Shafir, el informe de los servicios especiales que cita Obama en sus acusaciones contra Rusia en realidad no ofrece pruebas de la intervención rusa, sólo suposiciones. Y la mayor parte está dedicada a “recomendaciones de seguridad digital”. “Uno no puede sino alegrarse por la aparición de este informe analítico, basado en programas de televisión y mensajes en redes sociales. Esto no les impide acusar a los medios rusos de los errores cometidos por las élites políticas estadounidenses", añade.
Ciudadanos de a pie y los internautas rusos utilizan la retórica aún más hiperbólica a la hora de contestar a las acusaciones de Washington. “Es una burla. Me gustaría que fuéramos tan influyentes como para controlar al mundo entero, pero me temo que no puede ser”, dice Iván, un estudiante de música de 18 años. “Sabemos que EEUU escuchó el teléfono de [la canciller alemana Angela] Merkel. Ahora estos señores nos dicen que no podemos hacer lo mismo”, dice María, cineasta rusa, de 37 años.“¿Hay algo en lo que no hemos interferido? ¿O todo es culpa nuestra?”, se pregunta Piotr, un vendedor de móviles de 23 años.
“Me extraña que no digan que el 90% de los estadounidenses votó a Trump gracias al apoyo del Kremlin y sólo la intervención de hackers estadounidenses mejoró el resultado para no quedar tan en ridículo ante una victoria aplastante de Trump”, escribió uno de los visitantes de la página web pro Putin de la agencia Sputnik. Mientras tanto, en las redes sociales rusas triunfan memes en los que Putin firma en el Kremlin un “decreto de estado” para nombrar a Trump representante del presidente ruso en el “distrito federal estadounidense de Rusia”.
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