El espía jefe de Estados Unidos, James Clapper, manifestó a Donald Trump su "profunda consternación" por la filtración del dosier no verificado que había llegado a sus manos y habían transmitido al presidente electo (aunque negó que la filtración viniera de sus filas). El documento, que informaba de que el Kremlin supuestamente tenía información comprometedora -tanto profesional como personalmente- sobre el republicano, no había sido producido por los servicios de inteligencia estadounidense, se escudó.
Todos los dedos apuntan a que el autor es el agente secreto británico y actual consultor y detective privado en asuntos de inteligencia, Christopher Steele, que se esconde desde que saliera a la luz la información que incluso apunta al posible chantaje de Moscú a Trump gracias a unas imágenes sexuales de él en un hotel ruso. Sus amigos aseguran que teme por su seguridad.
Mientras las críticas arrecian contra los servicios secretos estadounidenses por manejar esa información que ellos mismos reconocen no verificada, excompañeros de Steele han salido en su defensa, como recogen este viernes los medios británicos. La pregunta clave es: ¿si no fuera un profesional reconocido, por qué iba el servicio de inteligencia estadounidense hacer llegar esa información a Trump y Obama?, plantea The Guardian.
Chris es un profesional experimentado y altamente reputado. No es el tipo de persona que se dedicaría a transmitir habladurías
Un antiguo colega del exagente secreto británico le ha descrito como "muy creíble", un profesional serio, cauteloso y meticulosos con un historial formidable, detalla este periódico británico. Este excompañero, exfuncionario del Ministerio de Exteriores británico, le conoce desde hace 25 años y le considera su amigo: "La idea de que su trabajo sea falso (...) es completamente incierto. Chris es un profesional experimentado y altamente reputado. No es el tipo de persona que se dedicaría a transmitir habladurías".
El diario asegura que, según sus fuentes, durante la época de Steele en el MI-6 su especialidad fueron los asuntos soviéticos y vivió en Moscú dos años a principios de los años noventa del pasado siglo e incluso parece que fue el encargado de la sección dedicada al espionaje sobre Rusia. Es amigo del actual jefe del servicio secreto británico, Alex Younger.
Actualmente no podía viajar a Rusia, pero se cree que mantenía sus contactos e incluso había hecho nuevos. También, que contrató a intermediarios de su confianza en Moscú.
La mayor razón para darle credibilidad a este dosier es que los profesionales de EEUU se lo tomaron en serio como para pasárselo al presidente y al presidente electo
El excompañero de Steele que habló con The Guardian reconoce que el dosier no es perfecto, pero indica que los informes de inteligencia siempre incluyen "grados de veracidad" y frases como "un alto grado de probabilidad". "La mayor razón para darle credibilidad a este dosier es que los profesionales de EEUU se lo tomaron en serio (...) como para pasárselo al presidente y al presidente electo", argumenta.
En la BBC, el también exespía británico y compañero de Steele, Harry Ferguson aseguró que "Chris era un agente fuerte de grado medio y no estoy del todo de acuerdo en que esto fuera un informe por debajo de la media". Otro excompañero ha comentado que el exespía "no era de los mejores". A Ferguson, sin embargo, le parece que Steele "fue muy cuidadoso" a la hora de "encontrar la mayor cantidad de fuentes posibles para sostener" la información pero a la vez dejó claro que faltaban pruebas definitivas.
Steele había sido contratado como espía privado por republicanos anti-Trump -según la BBC, por el equipo de Jeb Bush- y más tarde por los demócratas durante la campaña, indican medios británicos. En mayo de 2016 los periodistas de Washington ya habían comenzado a oír rumores sobre el dosier de 35 páginas que ahora ha salido a la luz, pero no llegaron a publicar nada al respecto por no poder contrastar la información.
Demostraría una destacable capacidad de predicción, porque por aquella época Trump no tenía nada que ver con la política estadounidense
El exembajador británico en Rusia, Tony Brenton, considera que el informe es cuestionable y cita como ejemplo que la documentación asegure que los rusos comenzaron a seguirle la pista a Trump hace 5 años, lo que a su modo de ver "demostraría una destacable (capacidad de) predicción, porque por aquella época (Trump) no tenía nada que ver con la política estadounidense". Sin embargo, no hay que olvidar que el magnate también tiene intereses empresariales en Rusia.
El encuentro que alertó a McCain
Otro exembajador británico en Rusia, Andrew Wood, pudo jugar un papel importante para dar credibilidad al 'dosier Trump'. El periódico The Independent publica que este diplomático se reunió con el senador republicano John McCain durante una conferencia sobre seguridad en Canadá el pasado noviembre. El senador pidió consejo a Wood sobre la relación Trump-Moscú.
"Sí, me reuní con el senador McCain y sus asistentes en una conferencia", ha reconocido Wood a The Independent. Pero niega que en aquel momento él pasara algún dosier al senador estadounidense o a alguna otra persona. Asegura que ni siquiera había visto el documento por entonces. Pero sí ha afirmado que conoce a Steele y lo considera "muy profesional y minucioso en lo que hace".
Wood dice que mantuvieron una conversación sobre la relación entre Donald Turmp y Rusia de forma natural porque estaba en todas las noticias. "Hablamos del tipo de actividades en las que pueden involucrarse los rusos. También hablamos sobre cómo Trump podría encontrarse en la posición de ser chantajeado con Kompromat [término ruso sobre información comprometedora] y sobre informaciones de que existían grabaciones de audio y videos".
McCain quedó tan preocupado tras el encuentro, que pasó personalmente el dosier al director del FBI, James Comey, asegura The Independent. Aunque según The Daily Telegraph, fue el propio Steele quien pasó la información al FBI y al MI-6. El FBI mantuvo una reunión con él en Europa para hablar sobre sus descubrimientos, con el visto bueno del servicio secreto británico.
Las negaciones de Trump sobre la veracidad de la información filtrada a los medios han favorecido que todos los ojos se centren en el exespía británico, que estudió en Cambridge y a sus 52 años es un profesional altamente respetado y experto en espionaje ruso.
Una persona que conoce a Steele ha asegurado a The Daily Telegraph que el exagente tenía un rango intermedio en el MI-6 y pasó la mayor parte de sus 20 años como espía en el departamento ruso y en un momento dado dirigió el curso que imparte la agencia a sus nuevos agentes. Fue el responsable del caso sobre el exespía ruso Alexander Litvinenko, asesinado en Londres con una dosis letal radiactiva en su té.
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