El secretario de Seguridad Nacional de EEUU, John Kelly, ha asegurado en rueda de prensa que algunos de los países en la lista negra de la Administración Trump podrían continuar vetados durante mucho tiempo pese a que la orden ejecutiva firmada por el presidente indica que la restricción durará unos meses.
La medida suspende durante tres meses la entrada de personas procedentes de Irak, Siria, Irán, Somalia, Libia y Yemen; anula por 120 días el sistema de acogida estadounidense; veta indefinidamente a los refugiados sirios; y ofrece trato prioritario a los solicitantes de asilo cristianos. El texto ha provocado gran confusión sobre su puesta en práctica.
“Sabíamos que la orden ejecutiva venía, tuvimos a nuestra gente implicada en la redacción”, ha asegurado Kelly contradiciendo informaciones de la prensa que aseguraban que el presidente había actuado básicamente sin contar con los departamentos pertinentes. “No fue una sorpresa”.
El secretario ha asegurado que la medida “no es un veto a los musulmanes” y ha defendido que busca proteger a la sociedad estadounidense en sus valores, inclusive la libertad religiosa.
Por su parte, el comisario interino de Aduanas y Protección Fronteriza, Kevin McAleenan, ha aclarado que los residentes permanentes de EEUU y viajeros con “visados especiales” pueden volar al país, donde se los procesará para permitir su entrada. Pero a aquellos con otros tipos de visado se les impedirá subir al avión.
Asimismo, las personas con doble nacionalidad procedentes de estos países si se presentan en la frontera con el pasaporte de un país permitido, como Reino Unido, podrán entrar. También ha asegurado que 872 refugiados que estaban preparados para trasladarse a EEUU lo harán esta semana.
Ha asegurado que en las 72 horas siguientes a la firma del decreto se impidió volar a 721 personas, si bien la Casa Blanca habló inicialmente de un centenar de afectados.
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