Suspendida "por seguridad" la entrada de todos los refugiados durante 120 días y la concesión durante 90 días de visados a siete países de mayoría musulmana (Libia, Sudán, Somalia, Siria, Irak, Yemen e Irán). Es el contenido del polémico decreto que el pasado viernes firmó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La rebelión no se ha hecho esperar, tanto en empresas como instituciones afectadas por la medida.
Multinacionales como Starbucks o Airbnb, gigantes tecnológicos (Google, Facebook) o incluso viajeros en los aeropuertos se han levantado en contra de lo que consideran una medida injusta. Mientras la red de cafeterías ha anunciado que contratará a 10.000 refugiados en los próximos cinco años, la plataforma de apartamentos turísticos ha asegurado ofrecerá "alojamiento gratuito" a los refugiados y a todos los que tengan vetado el acceso a Estados Unidos. Google, por su parte, aportará un fondo de 4 millones de dólares que ayudará a financiar cuatro organizaciones por los derechos de las personas inmigrantes.
"Esta medida es una tragedia, porque van a salir perdiendo, primero, las personas directamente afectadas y, después, el país en su conjunto, porque pierde su principal riqueza", explica a EL ESPAÑOL Javier Díaz-Giménez, profesor de Economía de la Escuela de Negocios IESE.
Es la misma opinión que ha manifestado el consejero delegado de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, que se ha posicionado en contra de la medida: "Para que tengamos éxito, nuestros hombres y mujeres deben reflejar la diversidad de las comunidades y de las culturas en las que operamos", ha afirmado, asegurando que mantener la diversidad "no es una opción, es lo que debemos ser".
En términos parecidos se ha pronunciado el grupo Ford, la mayor firma del sector automovilístico en Estados Unidos, que ha destacado la "rica diversidad" que viene defendiendo esa firma dentro y fuera del país y "el respeto para todas las personas", asegura en un comunicado interno firmado por su consejero delegado y por su presidente ejecutivo.
El coste oculto de la medida
"A Estados Unidos llega un inmigrante cada 33 segundos", apunta Díaz-Giménez, que asegura que el país no es capaz de conocer los "costes ocultos" del decreto firmado por Trump. "Si EEUU niega la entrada de estas personas, se van a ir otro sitio donde les ofrezcan las oportunidades que buscan, y eso es algo que no se puede contabilizar", indica.
Este decreto afecta tanto a empresas como a universidades que no podrán recibir a estudiantes de Libia, Sudán, Somalia, Siria, Irak, Yemen o Irán. La cadena de televisión CNN se ha hecho eco del caso de Mahmoud Hassan, un joven de 18 años admitido con una beca en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), al que no podrá ir -de momento- por vivir en Siria. "Si alguien está a punto de firmar un contrato y no puede entrar al país, o espera o se va a otro lugar, y eso ya se lo ha perdido Estados Unidos", dice Díaz-Giménez.
"En contra de lo que es EEUU"
Estas medidas van "contra Estados Unidos y contra lo que le ha hecho ser lo que es", según el profesor del IESE. El premio Nobel de Economía en 2006 Edmund S. Phelps alertaba, en un artículo publicado en Project Syndicate, de que las medidas proteccionistas de Trump que bloquean a los recién llegados "obstruyen las arterias" de la economía, lastrando la innovación.
A pesar de que el presidente de EEUU asegura que la medida ha sido tomada para luchar contra el terrorismo, lo cierto es que ni empresas ni instituciones creen que sea la forma correcta de combatirlo. "Todos los sectores que dependen del capital humano se van a ver afectados si esto sale adelante", asegura Díaz-Giménez.
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