Rashida Tlaib todavía no se puede creer que Donald Trump haya cerrado las puertas de Estados Unidos a millones de musulmanes. “Como estadounidense musulmana, es extremadamente doloroso”, cuenta Tlaib a EL ESPAÑOL en entrevista telefónica.
De ascendencia palestina, Tlaib entró en la Cámara de Representantes de Michigan por el Partido Demócrata en 2009 y se convirtió en la primera mujer musulmana del estado en ocupar un cargo electo y la segunda del país.
Hoy, Tlaib es abogada en la ONG Centro Sugar para la Justicia Económica y Social, con base en Detroit. Y desde el lunes forma parte con otra veintena de musulmanes de una demanda federal contra la restricción migratoria impuesta por Trump.
“Todavía estoy un poco sorprendida de que tenga que hacer esto”, dice sobre enfrentarse al presidente. “[Pero] lo más sorprendente es que exista una prohibición contra los musulmanes en, posiblemente, el país más libre del mundo”.
Lo más sorprendente es que exista una prohibición contra los musulmanes en, posiblemente, el país más libre del mundo
Tan sólo una semana después de jurar el cargo, Trump rubricó una orden ejecutiva que prohíbe la entrada durante tres meses a personas procedentes de siete países de mayoría musulmana; suspende la acogida de refugiados durante 120 días; veta a los solicitantes de asilo sirios de manera indefinida; y promete trato prioritario a los refugiados de religiones minoritarias en su lugar de origen (en una entrevista, el mandatario puso el ejemplo de los cristianos en Siria).
Tras un fin de semana de detenciones y confusión, el Consejo para las Relaciones Islámico-Estadounidenses (CAIR), la mayor organización musulmana por los derechos civiles de EEUU, presentó la demanda en nombre de Tlaib y otros 19 afectados para determinar la cuestionada constitucionalidad del veto migratorio.
He recibido tantas llamadas de musulmanes aterrorizados
“Es antiestadounidense, es anticonstitucional, ha impactado mi derecho a existir en este país”, afirma la exdiputada, que ve amenazada su libertad religiosa. “Es racista”, resume.
Los demandantes consideran que la norma viola la Primera y Quinta enmiendas de la Constitución al discriminar en base a la religión. La mitad son musulmanes estadounidenses -como Tlaib, cuyo nombre es el segundo de la lista- y el resto son extranjeros, todos protegidos bajo el nombre ficticio “John Doe”, entre los que se encuentran asilados o estudiantes que si salieran del país no podrían completar sus estudios.
“He recibido tantas llamadas de musulmanes aterrorizados”, afirma a este diario Lena Masri, directora de Litigación del Consejo para las Relaciones Islámico-Estadounidenses. Asegura que están dispuestos a llegar hasta el Tribunal Supremo y confía en que la demanda progresará.
El presidente está creando una generación de jóvenes musulmanes que se preguntan quiénes son y su existencia en EEUU y eso es un fenómeno muy triste
Pero no se trata del único desafío legal que afronta Trump. Varios jueces han mellado en los últimos días la orden ejecutiva y al menos un puñado de estados y la ciudad de San Francisco han declarado la guerra a lo que los críticos han tildado de “veto a los musulmanes”.
“Llamadlo lo que queráis”, tuiteó Trump el miércoles. “Se trata de mantener a la gente mala (con malas intenciones) fuera del país”. Durante la campaña, el republicano propuso prohibir la entrada a todos los musulmanes EEUU y jugueteó con la idea de establecer un registro de musulmanes.
Por su parte, Tlaib cree que Trump no se conformará con la orden ejecutiva. “Esta prohibición contra los musulmanes es sólo el principio de la discriminación hacia la gente que no está de acuerdo con ellos”, asegura la antigua legisladora, que pone en duda los conocimientos del presidente sobre la Constitución. “Es una tendencia que no acabará si no le ponemos fin”.
Hay mucha gente joven que oculta su fe
Pese a la ola de protestas, dos encuestas sugieren que los ciudadanos que aprueban la medida de Trump son mayoría. Un estudio del Instituto Público de Estudios sobre Religión (PRRI) de finales de 2015 sugería que ocho de cada diez estadounidenses sabían poco o nada sobre el islam.
Asimismo, datos del FBI divulgados el pasado noviembre revelaban que en 2015 los delitos de odio contra los musulmanes alcanzaron niveles de la época del 11-S.
“No quiero que mi madre se cuestione quién es y su libertad para expresarse como musulmana”, dice Tlaib, que denuncia que muchos jóvenes que profesan su religión en EEUU se sienten alienados y llegan incluso a ocultar sus creencias.
“El presidente está creando una generación de jóvenes musulmanes que se preguntan quiénes son y su existencia en Estados Unidos y eso es un fenómeno muy triste que está ocurriendo ahora, mucha gente joven que oculta su fe”, lamenta.
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