La cómica estadounidense Kathy Griffin reconoce que se ha pasado de la raya. El martes se hizo pública una foto, dentro de un corto vídeo, en la que aparecía vestida con un traje azul y la cabeza ensangrentada de Donald Trump en la mano.
En redes, las críticas le han venido por ambos partidos. Hasta la hija de Hillary Clinton, Chelsea Clinton, ha advertido en Twitter que la foto no era graciosa, que "no es divertido bromear sobre la muerte del presidente de EEUU".
Los servicios secretos del país habían abierto una investigación por amenazas que no ha llegado más allá puesto que Griffin se ha disculpado horas más tarde asegurando que es una cómica, y que todo era una broma, pero que "se había pasado de la raya".
"Reconozco que era demasiado inquietante. Pido disculpas. Fui demasiado lejos y entiendo cómo se puede haber ofendido la gente", ha asegurado.
El proyecto en el que se incluyó la fotografía se realizó en compañía del fotógrafo Tyler Shields dentro de los que se considera un ejemplo de "artsy fartsy".
La cómica ha sufrido también consecuencias laborales puesto que CNN, donde dirigió el programa de Nochevieja, ha decidido cortar lazos. También podrían suspenderse campañas publicitarias que la tenían como protagonista.