Siguen los problemas en la Casa Blanca de Trump. El fiscal especial nombrado por el Departamento de Justicia para determinar si Rusia interfirió en las elecciones de 2016 está investigando ahora a Trump por un posible delito de obstrucción a la justicia.
La noticia, adelantada por el Washington Post, pone de nuevo la sombra del impeachment sobre la Casa Blanca de Trump y ha desatado por enésima vez la ira del comandante en jefe, que ha calificado de “falsa” la nueva acusación. “Se inventaron una conspiración con los rusos y no encontraron ninguna prueba, ahora salen con la obstrucción a la justicia. Estáis presenciando la mayor caza de brujas de la historia dirigida por gente mala”, despachó en su cuenta de Twitter.
Este viernes Trump ha confirmado a través de su cuenta de Twitter que está siendo investigado. "¡Estoy siendo investigado por despedir al director del FBI por el hombre que me dijo que echase al director del FBI! Caza de brujas", ha señalado en aparente referencia a Rod Rosenstain, el vice fiscal general, que recomendó en un memorándum el despido de James Comey por su gestión de la investigación de los correos electrónicos de Hillary Clinton cuando era secretaria de Estado.
El giro en la trama del ‘Russiagate’ podría suponer un importante paso en el camino hacia un hipotético juicio político (impeachment) para desalojar a Trump del poder.
Según el Código de EEUU, que reúne todas las leyes federales, se incurre en un delito de obstrucción a la Justicia cuando se intenta “de manera corrupta influenciar, obstaculizar o impedir la buena administración de la Justicia”.
El profesor de Derecho de la Universidad de Virginia, Brandon Garret, indica que “la clave es que debe haber una intención clara” de obstaculizar el funcionamiento de la Justicia, según explicaba a la agencia France Presse. Hasta el momento esto no estaría acreditado y ningún fiscal correría el riesgo de procesarlo sin tener pruebas suficientes para declararlo culpable.
El concepto de obstrucción a la justicia pertenece al ámbito judicial pero sí puede servir de base para que el Congreso inicie un proceso de destitución, un procedimiento totalmente político. Sin embargo, el impeachment podría iniciarse sin necesidad de que Trump sea acusado formalmente por la Justicia. Le ocurrió a Richard Nixon en 1974 y acabó dimitiendo.
El precedente de Comey
La historia de Mueller empieza a recordar a la de James Comey. El pasado 20 de marzo el exdirector del FBI confirmó públicamente la existencia de una investigación oficial sobre los vínculos entre Rusia y la campaña de Trump. Justo dos días después el presidente le pidió a Comey que pusiera fin a la investigación sobre los nexos con Rusia de Michael Flynn, exasesor de Seguridad Nacional.
“Espero que pueda dejar pasar esto”, dijo el presidente, según uno de los escritos del director del FBI revelados por la prensa norteamericana. Comey admitió en su reciente declaración en el Senado que acostumbraba a guardar por escrito el contenido de sus encuentros con Trump por miedo a que mintiera.
Desde aquella petición al sonado despido de Comey sólo pasaron dos meses. El presidente lo fulminó aludiendo que actuaba por recomendación del fiscal general Jeff Sessions. "Es esencial que encontremos un nuevo líder para el FBI que restaure la confianza del público en su vital misión de aplicación de la ley", explicaba el presidente Trump en la misiva en la que comunicó el despido.
Las palabras solemnes sobre Comey dieron paso a varios ataques y desprecios a través del canal habitual: su cuenta personal de Twitter. “Su sustituto hará un trabajo mucho mejor, cuando las cosas se calmen me darán las gracias”, escribió un día después del despido. Sólo horas después, Trump elevó el tono de las críticas y amenazó al exdirector del FBI con que “esperara” que no hubiera cintas con sus conversaciones para “filtrarlas a la prensa”.
Los intentos del presidente estadounidense por dar carpetazo a las pesquisas sobre si el Kremlin favoreció o no de alguna forma a su campaña y a su inesperada no son nuevos. Tampoco el despido de Comey fue el primero. De hecho son tres los oficiales de la administración que han sido despedidos por incomodar a Trump: la fiscal general Sally Yates (por su desafío al veto migratorio) y el abogado del Distrito Sur de Nueva York, Preet Bharara, completan la lista. Por ahora.