El general militar retirado John Kelly, el nuevo jefe del gabinete de Trump aspira a imponer la disciplina castrense en una Casa Blanca sumida en una espiral de dimisiones y despidos. Además, la agenda legislativa de la Administración republicana se encuentra estancada, asediada por la confrontación interna y por las investigaciones sobre Rusia. "Él va a hacer un trabajo espectacular, no tengo dudas, como jefe de personal", ha dicho Trump durante la toma de posesión de Kelly este lunes.

El éxito del general, ex Secretario de Seguridad Nacional, dependerá de cuánta autoridad le conceda el presidente y de su capacidad para resolver las rivalidades en el ala oeste de la Casa Blanca. El consenso en el equipo de Trump será fundamental para la estabilidad del Ejecutivo durante los tres años de legislatura restantes.

El acceso del Kelly a su nuevo cargo ha sido producto de una semana tumultuosa pero peculiarmente típica en la Administración Trump. Llega después la dimisión de Reince Priebus, al que el nuevo director de comunicación, Anthony Scaramucci, acusó de ser la principal fuente de las filtraciones que rodean al presidente y su equipo.

¿Quién es John Kelly?

"Diablos, estos son marines. Hombres como estos defendieron Guadalcanal y tomaron Iwojima. Bagdad es pan comido", con esta arenga militar motivó John Kelly a los soldados estadounidenses que avanzaban hacia la capital de Irak en 2003. La nueva mano derecha de Trump es un hombre cuya vida ha estado siempre ligada al ejército y por cuál ha ido ascendiendo, de escalafón a escalafón, hasta lograr ser una de las piezas clave del actual presidente de los Estados Unidos.

Durante sus ascenso en la nomenclatura castrense, John Kelly ha ido participando en diversas operaciones por todo el mundo: con las Fuerzas Especiales en Latinoamérica, los marines en Irak o con los burócratas del Departamento de Seguridad Nacional tras el tentado del 11 de septiembre. Su perfil polivalente le ha servido para trabajar con el Gobierno de Obama, con quien alcanzó la cúspide de su carrera militar como jefe del Comando Sur, y actualmente para el propio Donald Trump.

John Kelly, que desde enero hasta el pasado lunes fue Secretario de Seguridad Nacional de los Estados Unidosse ha ganado el respeto y la confianza de Trump gracias a su defensa firme de políticas cabecera de su mandato como la construcción de un muro fronterizo con México y el veto migratorio. El presidente valora de Kelly, como de sus otros asesores con carrera militar, la disciplina con la que siguen sus órdenes y ejecutan su agenda política, según EFE.

"Me complace informarle que acaba de ser nombrado el Secretario General John F Kelly como jefe de personal de la Casa Blanca. Él es un gran americano...", comentó Trump a través de su cuenta personal de Twitter el viernes.

Divisiones internas

El antiguo general del ejército debe hacer frente a las divisiones y confrontaciones dentro del equipo de Donald Trump. En las últimas semanas, el presidente ha fulminado a dos pesos pesados de su Gabinete como eran Reince Priebus o Sean Spicer, el ex Secretario de Prensa de la Casa Blanca.

Tanto Priebus como Spicer forman parte del aparato del Partido Republicano, al igual que el también recién nombrado Director de Comunicación de la Casa Blanca, Anthony Scaramucci, quien ha llegado a decir de Steve Bannon, jefe estratega de la Casa Blanca y cercano al presidente, que "No soy como él, no estoy tratando de chupármela a mí mismo".

John Kelly deberá hacer auténticos malabares para conciliar las tensiones con el Partido Repúblicano y con los diputados díscolos en la Cámara de Representantes. En este sentido, una persona cercana a Kelly, que ha preferido mantenerse en el anonimato, ha dicho para The Whashington Post que "sabe cómo hacer esto: con sentido común y buen liderazgo". "No tolerará ni idiotas ni tontos", ha recalcado.

Tensión con Corea del Norte

Además de la tensión en el Ala Oeste y con el Congreso, Kelly comienza su nuevo trabajo con las tensiones con Corea del Norte. Estados Unidos mando sobrevolar dos bombarderos supersónicos sobre la península coreana el domingo, en una muestra de fuerza contra Corea del Norte tras la última prueba intercontinental de misiles balísticos del país.

La embajadora de EEUU ante la ONU, Nikki Haley, señalo al respecto que "ya está bien de hablar de Corea del Norte. China sabe que debe actuar. Japón y Corea del sur deben incrementar la presión. No es solamente un problema estadounidense. Requerirá una solución internacional".

Además, la sombra de la amenaza nuclear se cierne flagrantemente después de que el régimen de Kim Jong-Un anunciara que todo el territorio estadounidense está al alcance de sus misiles. Un acontecimiento al que los estadounidenses han respondido con las pruebas del escudo antimisiles instalado en Alaska.

Uno de los vehículos que forman el escudo antimisiles en Alaska. Reuters

Rusia

Otra fisura diplomática se abrió el domingo cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que los Estados Unidos tendrían que recortar personal en la embajada y consulados en Rusia, bajo amenaza de sanciones por parte de Moscú. En una entrevista televisiva, Putin ha explicado que estas represalias contra la diplomacia norteamericana son una respuesta al proyecto de ley que prevé aprobar el Congreso de Estados Unidos con el objetivo de imponer sanciones a Rusia.

Pese a la amenaza, Trump planea firmar el proyecto de ley, que debe ser firmado también por el presidente, según Associated Press. Después de las declaraciones de Putin, el Departamento de Estado ha considerado este sábado que los recortes eran "una acción lamentable y desacertada".

El bloqueo del 'Trumpcare'

"Derogar y reemplazar", es el plan de Trump para instaurar su modelo sanitario, según ha dicho en Twitter este domingo. La prolongada lucha por sustituir el Obamacare ha frenado los otros objetivos políticos de Trump, incluyendo la revisión de los impuestos y la inversión en infraestructura. Por eso, el gabinete del presidente ha señalado que aún está esperando ver avances y medidas en el modelo sanitario, según Associated Press.

Este fin de semana, Trump ha amenazado con cortar las subvenciones de la ley sanitaria actual para las aseguradoras y para los propios congresistas si estos no aprueban con rapidez su proyecto de ley de salud. Este fin de semana ha sido la tercera vez que Trump lleva a votación a las cámaras legislativas su reforma del sistema sanitario. Ésta vez ha sido el Senado la que la ha rechazado, pese a contar con mayoría en ambas, lo que perfila una clara división de los republicanos al respecto.

“¡Si la nueva ley de salud no se aprueba rápidamente, las ayudas para las compañías aseguradoras y las ayudas para los miembros del Congreso terminarán muy pronto!”, ha señalado Trump en Twitter sobre esta cuestión.

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