"Lo que quiero hacer es matar a todos los que pierden y que la agenda del presidente esté en el buen camino para hacer triunfar a los estadounidenses". Con esta expresión ha amenazado con despedir a todos aquellos que filtren información a la prensa el último fichaje de Donald Trump, Anthony Scaramucci, el nuevo director de comunicación de la Casa Blanca.
En apenas seis días, Scaramucci también ha declarado la guerra al jefe de gabinete de Trump, Reince Priebus, de quien ha llegado a decir que es un "puto paranoico esquizofrénico".
Scaramucci también aspirar a liquidar a todo el equipo de comunicación de la Casa Blanca y emprender una catarsis. Su arsenal es fastuoso. En él hay metralla retórica y bombas dialécticas para todos aquellos que aparezcan en su radar como enemigos, como posibles filtradores, y no se libra nadie, todos son sospechosos. Pretende acabar con todos sus objetivos como una bomba de racimo.
"Voy a disparar a cada uno de ellos, no han protegido a nadie, por lo que todo el personal será despedido en las próximas dos semanas", ha aseverado en una conversación telefónica con Ryan Lizza, periodista de The New Yorker.
Scaramucci también ha tenido palabras para otro de los pesos pesados del equipo del presidente, Steve Bannon, consejero de Trump y estratega jefe de la Casa Blanca. "No soy como Steve Bannon, no estoy tratando de chupármela a mí mismo", ha señalado durante la llamada telefónica. "No estoy tratando de construir mi propia marca fuera de la puta fuerza del presidente. Estoy aquí para servir al país".
Falsa filtración
Este miércoles por la tarde, poco después de que Politico publicara una serie de datos financieros de Scaramucci que pueden obtenerse por canales oficiales y públicos, el nuevo director de comunicación de la Casa Blanca acusó a Reince Priebus de filtrarlos.
"A la luz de la filtración de la información de mi formulario financiero, que es un delito grave, voy a contactar al FBI y el Departamento de Justicia", escribió Scaramucci en un tuit en el que etiquetó al propio Priebus.
Cuando los medios comenzaron a destacar que la información era pública y no podía haber sido filtrada, Scaramucci borró el tuit, pero no dio marcha atrás en sus ataques a Priebus, que ocupa el cargo más alto en la Casa Blanca fuera del gabinete y que en cualquier otra Administración sería su jefe.
Lo cierto es que Scaramucci no ha ocultado su enemistad con la facción de la Casa Blanca formada por exfuncionarios del Comité Nacional Republicano (RNC), ligados a la disciplina tradicional del Partido Republicano y que a menudo ejercen de contrapeso al populismo del estratega jefe de Trump, Steve Bannon, y a la confianza desmedida del presidente en su yerno, Jared Kushner, según la BBC.
Scaramucci, un financiero de Wall Street con un carácter arrollador y carismático pero sin experiencia en estrategias de comunicación, ya provocó la dimisión del portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, un protegido de Priebus que había trabajado con él en el RNC.
Para goce y disfrute de Trump
Desde que Donald Trump comenzará su mandato como presidente de los Estados Unidos hace poco más de seis meses, las luchas internas en el ala oeste de la Casa Blanca han sido constantes. Los enfrentamientos parecen divertir al presidente, amante de la competición entre sus leales, y con Scaramucci parece haber sacado el armamento pesado.
La nueva portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, ha expresado su aprobación a las disputas internas. "Al presidente le gusta la competición sana (dentro de su equipo), y considera que esto lo es", ha afirmado Sanders durante su conferencia de prensa diaria.
"Ésta es una Casa Blanca con muchas perspectivas diferentes. No siempre están de acuerdo (...) pero con ese tipo de competición, normalmente se consiguen los mejores resultados", ha agregado Sanders.
Esa filosofía, extraída de la experiencia de Trump como empresario, ha alimentado una competitividad extrema en la Casa Blanca y las constantes filtraciones sobre las intrigas en el ala oeste parecen ser un producto de las amargas luchas de poder en su interior.