El 11 de enero de 2007 China realizó una prueba con misiles antisatélite en el espacio exterior que acabó pulverizando una de sus propias estaciones meteorológicas en órbita, liberando más de 3.000 piezas de escombros con el riesgo que eso entraña para otros artefactos que giran alrededor del planeta. El gigante asiático no informó de lo ocurrido hasta que otros países, y la prensa occidental, desvelaron el ensayo secreto. Las alarmas se encendieron. Rusia, Japón, Reino Unido y EEUU manifestaron su preocupación y recordaron a Pekín que la comunidad internacional rechaza la militarización del espacio. Hasta hoy.
Aquel incidente supuso para Washington un antes y un después en su visión del cosmos. No es que EEUU no tuviera intereses armamentísticos similares a los chinos, pero aquel suceso le sirvió para comprobar que de estratosfera para arriba, ya no llevaba la delantera militar como sí ocurría más abajo. Desde entonces, comenzó a analizarse en el Pentágono la necesidad de contar con un cuerpo militar especializado, una suerte de ejército con capacidad extraplanetaria. Con esta premisa, se empezó a conformar la idea de crear una unidad especializada dentro de la Fuerza Aérea, uno de los brazos del Ejército ya existente.
Sin embargo, el presidente Donald Trump ha querido replantear este proyecto dando un paso más. La futura rama militar tendrá independencia y personalidad propia, convirtiéndose en el sexto cuerpo, al mismo nivel que la Armada, los Marines o la Guardia Costera, con el objetivo de supervisar misiones y operaciones en el exterior.
“El dominio en el espacio debe ser estadounidense”, dijo Trump durante un discurso en la reunión del Consejo Nacional del Espacio, que se celebró en la Casa Blanca este lunes. “Por la presente estoy ordenando al Departamento de Defensa que comience inmediatamente el proceso para establecer una Fuerza Espacial como la sexta rama de las Fuerzas Armadas”.
Plantar cara a Rusia y China
El anuncio busca plantar cara a Moscú y especialmente a Pekín, que ha desarrollado una rápida carrera espacial que incluye el regreso del hombre a la luna y sin descartar que continúen ensayos militares como el de hace nueve años.
“China todavía está desarrollando estas capacidades y probablemente estén más avanzadas que en 2007. Es un motivo de preocupación cuando lo analizas y dices: 'No nos estamos entrenando realmente contra eso'. No podemos simplemente decir que esperamos que eso nunca ocurra", porque en el futuro las guerras "se extenderán al espacio”. Estas palabras son del teniente coronel Kyle Pumroy, jefe de Planificación de la Estructura de la Fuerza Espacial dentro de la Fuerza Aérea.
La secretaria de la Fuerza Aérea, Heather Wilson, también reconoce que los desafíos en el espacio cambiaron en 2007. “Cuando China lanzó un arma antisatélites, quedó claro que esta carrera iba a convertirse en una disputa por el dominio del espacio. Nuestros adversarios saben cuánto depende EEUU de su sistema espacial para comunicaciones, inteligencia y poder ver la posición mundial, la navegación y el tiempo”, además de proporcionar GPS a mil millones de personas todos los días.
Según explicó Wilson recientemente en Washington, “el espacio ahora está en un punto de inflexión” sobre su uso militar y en número de jugadores interesados en participar”. El motivo principal es la coincidencia de dos factores, el abaratamiento de los lanzamientos y la miniaturización de las cargas necesarias. Esos dos aspectos son los que pueden disparar “la presencia de países, empresas en incluso personas en el espacio”. “Algunos actores llegarán al espacio con fines pacíficos, y otros no. EEUU debe suponer que habrá de ambos tipos”, advirtió la secretaria, según recoge Military.com.
La primera idea surgió en 2000
Pero la amenaza extraplanetaria no nació en 2007. De hecho, probablemente si no hubieran ocurrido los atentados del 11-S, EEUU ya contaría con un ejército de estas características.
La idea de un nuevo servicio dedicado al espacio empezó a sonar en el año 2000. Fue una recomendación de una comisión de reforma militar encabezada por Donald Rumsfeld, quien era entonces un exsecretario de Defensa retirado y jefe de gabinete de la Casa Blanca con el presidente Gerald Ford. Un año más tarde, Rumsfeld sería rescatado como secretario de Defensa de George W. Bush y se dispuso a revisar la burocracia del Pentágono. Esta reforma podría haber incluido el cuerpo espacial, pero los ataques del 11 de septiembre de 2001 y las posteriores guerras en Afganistán e Irak desviaron los recursos.
La propuesta ha permanecido dormida durante años hasta que en 2017 llegó a la Cámara de Representantes como parte de la Ley de Autorización de Defensa Nacional. El congresista Mike Rogers, republicano por Alabama, incluyó una enmienda pidiendo la creación de un “cuerpo espacial de EEUU”, criticando que la Fuerza Aérea no lo hubiera contemplado antes.
Situación "realmente mala"
Las declaraciones de este político no eran precisamente tranquilizadoras. “La situación en la que estamos como nación, con respecto a las vulnerabilidades que tenemos frente a China y Rusia... me gustaría que el público estadounidense supiera más, pero no puedo porque no quiero ir a la cárcel por revelar” información clasificada, “pero estamos en una situación realmente mala”, dijo en un evento del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en marzo.
Aquella moción no prosperó pero sirvió para evidenciar que existía respaldo en el Congreso para lanzar una idea que gusta a Trump especialmente y que le permitirá pasar a la historia como el impulsor del nuevo cuerpo militar.
Sin embargo, este anuncio no ha sido acogido con entusiasmo en todo el Ejército. Aunque se coincide en la necesidad de plantar cara a China y Rusia, se confiaba en que se delegara esta responsabilidad en las Fuerza Aérea, que han supervisado estas tareas desde mediados de la década de 1950.
En marzo, Trump ya apuntó por primera vez que tenía en mente poner en marcha un servicio militar independiente para el espacio. Desde entonces, el Pentágono ha entrado en un debate sobre si ésa era la mejor opción. Tanto la secretaria de la Fuerza Aérea, Heather Wilson, como el jefe de personal, el general David Goldfein, han estado tratando de desalentar la opción de una rama militar separada, sosteniendo que la Fuerza Aérea tiene recursos para la nueva misión.
No obstante, el magnate lo tenía bastante claro. EEUU tendrá su Fuerza Espacial, regresará a la luna y en el futuro llegará a Marte. El efecto Trump llega también al espacio.