Nuevo giro de 180 grados en la política de "tolerancia cero" contra la inmigración de Donald Trump. Tras aprobar a toda prisa un decreto para evitar la separación forzosa de padres e hijos que cruzan la frontera de EEUU con México, el presidente estadounidense maniobra con un nuevo gesto para limpiar su imagen: enviar a la primera dama, Melania Trump, para visitar uno de los centros de detención.
La primera dama, cuyo papel ha sido clave para que Trump diera su brazo a torcer, ha llegado este jueves a Texas en uno de los aviones presidenciales con una misión clara: intentar mostrar la "compasión" a la que apeló ayer el presidente, que ha vuelto hoy a repetir que su Gobierno está en marcha para reunificar a las más de 2.300 familias que han sido separadas desde el pasado mes de mayo.
"Tanto Ivanka, como mi mujer y yo mismo lo sentimos muchísimo. Creo que a cualquier persona con corazón le afecta ver esta separación de familias", se ha excusado el presidente estadounidense, el mismo que puso en marcha esta medida hace poco más de un mes.
El viaje de Melania Trump supone su aparición pública de más alto calado si tenemos en cuenta el perfil bajo que ha adoptado desde que es primera dama.