Hubo un tiempo en que Nueva York tuvo un barrio español, como tuvo uno italiano o uno chino que aún hoy sobreviven para el disfrute de los turistas, principalmente. No corrió tanta suerte esta Little Spain o Pequeña España, una manzana situada en el cruce de la calle 14 y la octava avenida, que desde principios del siglo XX hasta su desaparición en la década de 1970 sirvió de refugio a cerca de 40.000 emigrantes españoles que abrieron negocios, restaurantes y convirtieron el castellano en la lengua oficiosa de aquel rincón de Manhattan.
La historia de esta zona, absorbida hoy por Chelsea, no es muy conocida ni en EEUU ni en España, aunque recientemente se han hecho esfuerzos por recuperar la memoria de aquellos españoles. En el año 2010 el productor alicantino Artur Balder estrenó Little Spain, un documental que recogía centenares de documentos gráficos y testimonios de aquellos valientes que se lanzaron al Nuevo Mundo en los siglos XIX y XX. También la novela de María Dueñas Las hijas del Capitán narra la historia de tres hermanas que junto a su madre dejaron Málaga para establecerse en la Gran Manzana, abriendo una casa de comidas.
Ahora, décadas después de que los españoles comenzaran a abandonar la calle 14 para dejar sus céntricos apartamentos a las nuevas fortunas de Nueva York, varios españoles están maquinando cómo resucitar, al menos, el nombre de aquel barrio. Hay dos intentos que van en paralelo. Uno quiere que la ciudad reconozca de alguna forma que en aquellas calles un día existió la Pequeña España, y que los nuevos emigrantes españoles retornen allí, cuanto menos para almorzar y participar en actividades culturales.
El otro, capitaneado por el chef José Andrés y los hermanos Adriá, pretende instalar la marca España a la orilla del Hudson, con Mercado Little Spain, un macroproyecto gastronómico que verá la luz en un año.
Pero volvamos al barrio original, donde hace unas décadas se escuchaba el castellano a la hora de comer en las mesas de restaurantes como El Coruña, Café Madrid o La Bilbaína. Hoy el único vestigio que aún queda es La Nacional, un restaurante español, sede del Centro Español-Spanish Benevolent Society, un club fundado en 1868 que llegó a contar con 3.000 miembros y a organizar galas en los principales hoteles de Manhattan.
Esta institución fue creada por españoles que querían ayudar a los compatriotas que probaban suerte en EEUU. Ofrecían toda clase de servicios, desde atención médica hasta comida española a buenos precios en el restaurante de la planta baja. Nació cerca del puente de Brooklyn, aunque con la llegada del siglo XX se trasladó a una casa de piedra rojiza en la calle 14.
Roberto Sanfiz es ahora el presidente ejecutivo de La Nacional. Tiene la doble nacionalidad española y estadounidense, ya que es hijo de un gallego y una californiana. “La mía no es la típica historia del emigrante. Mi padre era de Lugo, de familia de catalanes, gallegos y madrileños. Mi madre era profesora para el Ejército de EEUU en Alemania, y fue de vacaciones a Madrid. Allí se conocieron y enamoraron. Cuando se casaron mi padre quería quedarse en España, pero mi madre era de San Francisco, así que eligieron Nueva York, que está como a medio camino”, relata en declaraciones a EL ESPAÑOL.
A sus 49 años trabaja para que las generaciones de españoles presentes y futuras no olviden el pasado de aquella esquina de Nueva York, pese a que él no se crió en Little Spain. “Yo crecí en Queens. Era el único español allí y siempre sentía una conexión con un país que nadie entendía bien. Ahora vivo en la calle 13. Cuando llegué hace 25 años me encontré una huella muy pequeña de España. Apenas quedaba un restaurante, una librería y La Nacional, siempre con la bandera”.
En los años 80, la Pequeña España iba camino de convertirse en leyenda. Y con el paso de los años, los últimos españoles han ido saliendo de la zona. Según expone Roberto, “ahora ya no queda casi nadie”. “Este barrio se convirtió en uno de los más caros de la ciudad. Los españoles que un día vivieron aquí han muerto y sus hijos se han marchado. Quedan unos cuatro socios de nuestro club que sí son nacidos aquí. Los nuevos emigrantes que llegan de España suelen instalarse en Brooklyn o la zona alta de Manhattan, bastante más asequibles”, añade.
Una colonia de 40.000 españoles
En Little Spain llegaron a vivir hasta 40.000 españoles, que prácticamente se instalaron en el primer sitio donde tocaban tierra. “A partir de 1920 los barcos que arribaban de España entraban por aquí. El río está en la esquina de la 14 con la 10, y este vecindario está en la 14 con la Octava. En vez de desembarcar cerca del puente de Brooklyn como ocurría antes, el Puerto cambió la ruta. De ahí que se creara esta comunidad española”.
Hoy no queda apenas nada de España en esas calles, más allá de la bandera de La Nacional. “No se recuerda. Nuestro problema es que no había tantos españoles como italianos o irlandeses. Y tampoco hicimos mucha promoción de lo nuestro. Nuestro país nunca se ha promocionado bien en EEUU, como hacían los franceses o italianos, a pesar de que tenemos los mejores productos”, lamenta Roberto.
Conseguir un cambio de nomenclatura no será fácil, ya que lo que fue la Pequeña España es hoy el cruce de Greenwich Village, Chelsea y Midtown
Para evitar que desaparezca incluso el recuerdo de Little Spain, su organización se está moviendo. “Es una lástima, pero nuestro barrio está perdiendo su historia. Queremos recobrarla ahora que hay mucha gente que se está dando cuenta de la importancia que tuvo la inmigración española”.
Para esta complicada hazaña, La Nacional cuenta con unos inesperados aliados. Entre los nuevos residentes que se han ido instalando en la 14 hay varios políticos, que frecuentan la sociedad y hablan con Roberto. “Ya ha surgido la idea de crear una comisión para reconocer de alguna manera al barrio antiguo, incluso nombrando a la zona como Little Spain. Hay que trabajar en ello”, comenta, aunque ayudará el buen recuerdo que guardan muchos ancianos americanos. “Siempre me dicen que éste era un vecindario seguro, muy de vivir la calle y con tiendas bien arregladas. He oído muchas veces decir 'qué bonito era el barrio en su día'”.
Conseguir un cambio de nomenclatura no será fácil, ya que lo que fue la Pequeña España es hoy el cruce de Greenwich Village, Chelsea y Midtown. Pese a todo, se están dando los primeros pasos. De momento, se ha empezando con la reapertura del restaurante de La Nacional, hace apenas una semana.
Restaurante a precios españoles
“Hace años el Centro Español atravesó una crisis muy grave e incluso barajaron cerrar. Yo ayudé como abogado para evitarlo”, rememora Roberto. Cuando aquél caso se cerró, quedaban muy pocos socios en la sociedad, el edificio estaba en malas condiciones y apenas se organizaban eventos. Sí que se mantenía aún el restaurante original, que suponía una fuente de ingresos.
Ahí empezó el despegue de La Nacional. “Empezamos a crecer de nuevo y a organizar actos. Cuando terminó el último contrato de aquél local, decidimos recuperar la gestión y hacer una renovación total. No es que antes no fuera bueno. Siempre sirvió buena comida, pero no se habían hecho reformas desde los años 50. A la gente del barrio, sobre todo a los americanos, les gustaba porque pensaban que los bares en España eran así, pero los españoles que venían se asustaban porque daba una imagen muy pobre en la ciudad más importante del mundo”.
No sabemos si las autoridades neoyorquinas acabarán recuperando el nombre de la la vieja Little Spain, pero la próxima primavera abrirá una nueva Pequeña España
Las reformas se han prolongado durante dos años, con el apoyo de empresas españolas e incluso del futbolista David Villa. “Acabamos de abrir”, anuncia excitado Roberto. “Pensamos que teníamos que renovarnos y enseñar al mundo la nueva comida española, pero sin olvidar nuestro pasado”, señala.
Para recuperar ese “espíritu original” de dar de comer “como en casa” a los españoles que llegaban a Nueva York, desde septiembre se servirá a la hora del almuerzo “que es cuando más españoles vienen”, un menú del día a precios muy asequibles, 11,95 dólares. “Además tenemos un ‘happy hour’ muy barato. Luego para las cenas, que el público es más americano, los precios son más del nivel del barrio”, detalla Roberto.
La nueva 'Little Spain' de José Andrés
No sabemos aún si las autoridades neoyorquinas acabarán recuperando de alguna forma el nombre de la la vieja Little Spain, pero lo que es seguro es que la próxima primavera, un poco más al norte de Manhattan, abrirá una nueva Pequeña España, de la mano del afamado chef español José Andrés.
El lugar escogido es Hudson Yards, un nuevo vecindario que se está levantando cerca del río. Allí, debajo del High Line, abrirá Mercado Little Spain, un proyecto gastronómico en el que colaborarán cocineros como Ferran y Albert Adrià, cuyo nombre está inspirado en el antiguo barrio español y pretende ofrecer buena parte de las variedades de cocina de España.
A pesar de que José Andrés comenzó su carrera culinaria en Nueva York en 1991, ha desarrollado su negocio principalmente en Washington, desde donde luego se ha expandido al resto del país. Éste será su primer proyecto en la Gran Manzana, y además el primero de los Adrià en EEUU.
El proyecto será un homenaje a los barrios inmigrantes europeos que surgieron alrededor de Nueva York y ayudaron a forjar la identidad de la ciudad
“He soñado con abrir aquí desde que llegué a este increíble país a través del puerto de Nueva York. Estoy deseando contar mis historias de España con mis amigos Ferran y Albert”, explica el empresario.
Tres restaurantes y kioskos
El espacio ocupará más de 3.200 metros cuadrados e incluirá tres restaurantes, cada uno con un estilo diferente de comida española. A su alrededor habrá más de una docena de puestos de comida y quioscos, ofreciendo tapas, pintxos, bocadillos, pasteles y bebidas.
“Podrás ir a un puesto a comprar gambas al ajillo y luego a otro a por bocadillos. Será un lugar para un café, una sangría, un jerez, unas tapas, como si estuvieras en La Boqueria de Barcelona”, desgranaba el chef en la presentación del proyecto hace unos días.
Por supuesto, habrá espacio para jamón ibérico, churros, vino, sidra, vermouth y gin tonics, además se venderán aceites, vinagres, especias, utensilios de cocina y cestas de regalo españolas.
A sus 48 años, José Andrés asegura que está arriesgando sus últimos 25 años de vida. “Pero creo que es una buena apuesta”, puntualiza.
Además, destaca que este proyecto será un homenaje a esos barrios inmigrantes europeos que surgieron alrededor de Nueva York y ayudaron a forjar la identidad de la ciudad, como Little Spain.
Actualmente José Andrés cuenta con una treintena de negocios funcionando en EEUU, incluido MiniBar en Washington, que recibió recientemente dos estrellas Michelin. En 2016, en una entrevista con EL ESPAÑOL, descartaba abrir restaurantes en España. Aseguraba que cuando viajaba a su país, lo que quería era descansar y disfrutar. Parece que ha encontrado la solución. Crearse una pequeña España en la que expandir su imperio en EEUU, país al que llegó por primera vez a bordo del Juan Sebastián Elcano. En barco, como aquellos emigrantes españoles que también se quedaron en la calle 14.