Donald Trump ha reconocido varias veces a lo largo de la campaña de estas elecciones que los comicios son un referéndum sobre el trabajo de su administración y su liderazgo. "No estoy en la papeleta pero sí estoy en la papeleta, porque las elecciones son también un referéndum sobre mí", dijo el presidente de EEUU hace unos días en Mississippi. Lo hace para instar a sus seguidores a votarle: "Quiero que votéis. Imaginad que estoy yo en la papeleta".
Las "midterm elections" serán un plebiscito a la actuación del presidente de EEUU y el barómetro del apoyo que su base electoral le sigue otorgando. Pero hay más. El resultado condicionará el margen de maniobra de la Casa Blanca en los próximos 24 meses y podría llevar a Trump incluso a las puertas de un impeachment o juicio político por parte del Senado.
Trump lo sabe y, para guardarse las espaldas, pase lo que pase, ha empezado a hablar ya de un posible fraude electoral. Este lunes, en un tuit, Donald Trump dijo que las autoridades estarán especialmente atentas al "voto ilegal" y prometió que cualquiera que fuera pilado votando de manera impropia sería sometido a sanciones legales. También el fiscal general, Jeff Sessions, en una declaración sobre la monitorización de las elecciones por parte del Departamento de Justicia dijo que "el fraude en el proceso electoral no será tolerado. El fraude corrompe la integridad de la votación".
Ninguno de los dos ha presentado ningún tipo de prueba que justificara la sospecha por lo que se han desatado las críticas de que estarían intentando intimidar a los votantes. Además, en declaraciones a los periodistas antes de su mitin en Cleveland, Trump ha vuelto a insinuar que el fraude electoral es algo común.
"Lo único que tenéis que hacer es mirar lo que ha pasado a lo largo de los años. Hay muchas personas -es mi opinión y está basada en pruebas-, que intentan y consiguen votar ilegalmente. Así que queremos que sepan que serán perseguidos de todas las maneras", dijo el presidente.
Sin embargo, estas declaraciones no están documentadas. No hay evidencia de fraude electoral generalizado en EEUU. Trump formó una comisión para estudiar el tema poco después de asumir el cargo que se disolvió sin encontrar pruebas de fraude.
Los defensores del derecho de voto denunciaron los comentarios de Trump como un intento flagrante de intimidar a los votantes en la víspera del día de las elecciones, y como parte de un patrón entre los republicanos, dijeron, para restringir el acceso al voto con reglas estrictas que afectan de manera desproporcionada a los votantes negros que tienden a votar por los demócratas.