Este fin de semana, cuando Trump se presente en la cumbre del G7, Donald Trump estará centrado en el gran ausente: Putin. La participación de Rusia en las reuniones anuales se suspendió después de anexar Crimea en 2014, convirtiendo lo que había sido una cumbre de ocho naciones en un Grupo de Siete, con Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón los restantes miembros no estadounidenses.
Ahora, Trump piensa que el país debería volver a unirse a la cumbre. "Como saben, durante la mayor parte del tiempo, fue el G8. Incluía a Rusia. Y el presidente Obama no quería que Rusia entrara porque se burló de él. Bueno, esa no es la forma en que realmente debería funcionar", dijo en la Casa Blanca.
Esta no es la primera vez que Trump hace esta sugerencia. El presidente estadounidense siempre ha tenido una relación de proximidad con Vladimir Putin y la idea de que Rusia pudiese volver a las reuniones podría estar ganando terreno. El próximo año el evento se celebrará en EEUU por lo que Trump tendría mucho qué decir sobre la organización del evento.
Según un alto funcionario de la administración, citado por la CNN, Trump habría sugerido que se invitara a Rusia a la reunión del año que viene durante una llamada telefónica con Emmanuel Macron. Al parecer, el presidente francés estuvo de acuerdo con la propuesta.
De seguir adelante la iniciativa, sería otro golpe para el club, diseñado para ofrecer un frente unificado a algunos de los mayores problemas del mundo. En teoría, la pertenencia al club se limitaba a las "economías avanzadas" más grandes del mundo, según el Fondo Monetario Internacional. Pero, en realidad, se basaba más en ideales compartidos como el capitalismo y la democracia, que números.
Con eso en mente, el presidente Bill Clinton argumentó en 1997 que Rusia debería ser invitada al club. Lo fue al año siguiente. El argumento de Clinton no se basaba en el tamaño de la economía de Rusia, todavía devastada por el colapso de la Unión Soviética, sino en el hecho de que Rusia ya no era un enemigo de la Guerra Fría. Permitirle entrar en el grupo podría aliviar las tensiones de Moscú con sus vecinos.
Desde que se suspendió su participación por haber anexionado a Crimea, en 2014, Rusia no ha cambiado su comportamiento. Después de su expulsión, intervino en la Siria para mantener al dictador Bashar al-Assad en el poder e interfirió en las elecciones estadounidenses de 2016. No ha hecho nada para reparar sus relaciones con los miembros del G7, y mucho menos renunciar a Crimea o suavizar las relaciones con Ucrania.
Además la relevancia del G7 está en entredicho desde la llegada de Trump al poder. Con su carácter informal de toma de decisiones, el grupo solo es fuerte cuando sus miembros estan alineados, como cuando los otros siete miembros del G8 suspendieron la a Rusia en 2014.
Pero Trump no ha contribuido nunca a este tipo de unidad. En la reunión del G7 del año pasado en Quebec, Trump criticó en público a su anfitrión Justin Trudeau después de que el primer ministro canadiense criticara la política comercial de Estados Unidos. El presidente abandonó la cumbre, faltando a una reunión sobre el cambio climático, y luego retiró el apoyo estadounidense a una declaración conjunta con los países miembros.
Y es que Trump no solo abandonó Canadá antes de tiempo, sino que lo hizo para encontrarse con Kim Jong Un, el líder de Corea del Norte, en Singapur. Esta tendencia de favorecer a los adversarios sobre los aliados se ha transformado en un patrón: el mismo día en que Trump pidió que Rusia fuera readmitida en el G7, canceló una visita planificada a Dinamarca porque la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, dijo que la idea del presidente de una compra estadounidense de Groenlandia era "absurda".
El año que viene se verá si se cumplen los deseos de Trump, aunque queda por averiguar qué piensa Rusia de este iniciativa. El año pasado, los líderes rusos se rieron de la sugerencia. "El G8 necesita a Rusia mucho más de lo que Rusia necesita al G8", dijo Konstantin Kosachev, presidente del comité de relaciones exteriores en la cámara alta del parlamento de Rusia.