George Floyd es uno de los 1.254 afroamericanos muertos en incidentes con la Policía desde 2015, según una estadística publicada por el Washington Post. En plena pandemia de coronavirus, su brutal detención y muerte ha disparado la peor tensión racial en décadas.
Las calles de EEUU son desde hace 7 noches un campo de batalla en el que manifestantes reclaman el cese de la brutalidad policial contra la población negra con enfrentamientos y saqueos de un lado y gases lacrimógenos y detenciones por otro. Las protestas han llegado hasta la puerta de la Casa Blanca y han obligado a Trump a refugiarse en un búnker.
Con la guardia nacional desplegada en varios estados y decenas de ciudades en toque de queda, la respuesta del presidente estadounidense con más amenazas y desprecios no ha hecho más que encender aún más la contestación social. EL ESPAÑOL reconstruye en esta crónica audiovisual 8 minutos de agonía y siete días de rabia por la muerte de George Floyd.
Muerte en directo
Lunes 25 de mayo, minutos antes de las 20.00 horas en Minneapolis. La Policía recibe una llamada de alerta desde una pequeña tienda de alimentación en la avenida de Chicago: un hombre ha intentado comprar un paquete de tabaco con un billete falso de 20 dólares y protagoniza una discusión con uno de los empleados, que intenta recuperar los cigarrillos sin éxito.
Minutos después, una primera patrulla con dos agentes se presenta frente a la tienda e identifica a George Floyd, un afroamericano de 46 años padre de una niña pequeña que acaba de perder su empleo como guardia de seguridad en un restaurante que ha cerrado por culpa de la pandemia. Floyd tiene antecedentes penales por un robo armado en 2007 pero los agentes involucrados no lo saben en el momento de la detención.
El atestado policial indica que Floyd estaba “borracho” y “totalmente fuera de control” cuando los policías le invitan a salir de su coche, que seguía aparcado junto a la tienda varios minutos después del incidente, cuando llega la primera patrulla.
Los vídeos de las cámaras de seguridad de la zona y de los testigos del brutal arresto indican, sin embargo, que Floyd no opone gran resistencia a la autoridad, es esposado tras una aparente discusión con los dos primeros agentes. Uno de ellos le apunta con el arma para que salga de su vehículo. El arrestado no iba armado y las imágenes no muestran una actitud violenta.
Numerosos viandantes registran con sus teléfonos móviles la escena a unos metros de distancia. Llega otra patrulla. Minutos después una tercera con dos agentes más: Tou Thao, que tiene hasta 6 expedientes por incidentes y Derek Chauvin, que cuenta 17 quejas por brutalidad policial y ha estado involucrado en tres tiroteos, uno de ellos con un muerto.
Su llegada coincide con el momento en el que Floyd está ya en otro vehículo policial para ser trasladado a comisaría. Algunas imágenes registran un forcejeo y el hombre acaba inmovilizado por hasta cuatro agentes sobre el asfalto. Derek Chauvin aplasta su rodilla sobre el cuello del detenido, que empieza a gritar “¡no puedo respirar!” en repetidas ocasiones.
Durante más de ocho minutos de agonía retransmitidos en directo en el Facebook Live de un transeúnte, testigos y el propio Floyd suplican al policía que cese su agresiva detención. Mientras otros agentes llaman a una ambulancia al ver que el detenido sangra por la boca, Chauvin sigue aplastando el cuello del detenido, que grita hasta 17 veces en cinco minutos que no puede respirar. La brutal escena no cesa ni siquiera cuando Floyd parece haber perdido el conocimiento y ya no grita.
Chauvin, que según AP habría coincidido como guardia de seguridad con Floyd en un club nocturno hace unos años, sólo levanta su rodilla del cuello cuando llega la ambulancia. Una hora después, Floyd muere en el hospital. La primera autopsia habla de un homicidio propiciado “por un paro cardiopulmonar complicado por la fuerte contención y compresión del cuello”, pero matiza que Floyd sufría una enfermedad cardiaca y había tomado metanfetaminas.
Una segunda autopsia encargada por la familia contradice la versión oficial, Floyd murió asfixiado por la rodilla del agente Chauvin, que ya está detenido. La presión sobre su cuerpo del resto de agentes que lo inmovilizaron en el suelo durante 8 agónicos minutos también acabó con su vida. “El peso de los otros dos policías en su espalda impidió el flujo de sangre y oxígeno hacia su cerebro”, señala el abogado de la familia tras el nuevo análisis forense.