Cuando faltan menos de 100 días para las elecciones de Estados Unidos, el presidente de Estado Unidos, Donald Trump ha sugerido aplazar las elecciones del próximo tres de noviembre. Lo hizo a través de su cuenta de Twitter, argumentando que la posibilidad de un voto masivo por correo haría de estos comicios los "más fraudulentos de la historia".
"La votación universal por correo (no la votación por ausencia, que es buena), las elecciones de 2020 serán las más imprecisas y fraudulentas de la historia. Serán vergonzosas para Estados Unidos. ¿Hay que retrasar las elecciones hasta que la gente puede votar de manera apropiada y segura?", escribió.
La crisis del coronavirus ha hecho que varios estados de EEUU se planteen facilitar la votación por correo, por las preocupaciones por los contagios y la salud pública, sobre todo si en otoño se registra una segunda ola del virus que en EEUU ya ha provocado la muerte de 150.000 personas.
A principios de este mes, seis estados de EEUU estaban planeando celebrar los comicios de noviembre exclusivamente por correo: California, Utah, Hawai, Colorado, Oregón y Washington. Estos estados enviarán automáticamente las papeletas a todos los votantes registrados, que luego deberán enviarse por correo o entregarse en mano el día de las elecciones.
Trump siempre ha sido muy crítico con el voto por correo. Pese a haber reconocido en alguna ocasión que él mismo recurrió a esta forma de votar un par de veces, públicamente siempre lo ha considerado un peligro. De hecho, en una entrevista a Fox News llegó a decir que, con el voto por correo, los republicanos jamás volverían a ganar unas elecciones. "Si alguna vez se acepta esto, este país jamás volverá tener un presidente republicano", aseguró Trump en el programa Fox and Friends, a principios de abril.
Una búsqueda rápida en sus redes sociales es suficiente para encontrarse con varias publicaciones en contra del voto por correo, azuzando los miedos de fraude electoral y diciendo que su generalización llevará a "la elección más corrupta de la historia" de EEUU. "Corrupto", "peligroso", "horrible, son algunos de los adjetivos con los que Trump ha calificado el voto por correo.
Al contrario, los demócratas siempre lo han defendido como una buena medida para aumentar la participación. De fomentarlo, se ampliarían las posibilidades de voto de los trabajadores, las minorías, los jóvenes y algunos colectivos vulnerables que son parte importante de la base de votantes de los demócratas.
Ahora, a la vez que sigue cayendo en los sondeos, Trump vuelve a posicionarse en contra del voto por correo y del supuesto fraude que podría representar, pese a que ningún estudio sobre el tema refrenda esta tesitura. Las últimas encuestas de Fox News, señalaban que el presidente iba ocho puntos por detrás del candidato demócrata Joe Biden. Trump nunca ha reconocido estos datos y se ha defendido diciendo que las encuestas "no son verdaderas".
Además, en una entrevista en la misma cadena de televisión, el presidente ha rechazado comprometerse a aceptar los resultados del próximo tres de noviembre. "No voy a decir simplemente que sí. Tampoco lo hice la última vez", señaló.
¿Trump tiene poder para posponerlas?
Pese a lo que diga, o sugiera, Trump, la verdad es que es prácticamente imposible que se cambie la fecha de las elecciones. Esto nunca ha sucedido en la historia de EEUU, ni siquiera durante sucesos tan importantes como la Segunda Guerra Mundial, en 1944, y desde luego el presidente no tiene poder para hacerlo de forma unilateral.
La Constitución establece que la decisión sobre la fecha de las elecciones corresponde únicamente al Congreso, y una ley federal de 1875 establece cómo calcularla. Los comicios, dice la norma, serán "el martes después del primer lunes del mes de noviembre en año par", según la frecuencia con la que corresponda renovar cada institución, en el caso de las presidenciales, cada cuatro años.
Es decir, para que Trump pudiese cambiar la fecha de las elecciones, necesitaría siempre la aprobación de la Cámara de Representantes, que en estos momentos es de mayoría demócrata. Y aunque consiguiera el (improbable) apoyo de los demócratas para ello, tampoco podría aplazar las elecciones mucho más allá de noviembre.
La Constitución, en su vigésima enmienda, fija que los mandatos del presidente y del vicepresidente terminan el 20 de enero del año siguiente a la elección, al mediodía, fecha de la investidura del nuevo mandatario. Así, el 20 de enero de 2021 tendría que haber otro presidente elegido porque el mandato del anterior termina, sin posibilidad de prórroga.