Las protestas por la decisión de no imputar por asesinato a tres policías involucrados en la muerte de la joven afroamericana Breonna Taylor continuaron por segunda jornada consecutiva en Louisville (Kentucky) con un menor número de arrestos, pero con una rabia en aumento entre la juventud negra que considera a la fuerzas del orden un enemigo inmune a cualquier acto de brutalidad contra ellos.
Centenares de personas tomaron las calles de la ciudad, mientras que políticos y líderes pidieron que se actúe con transparencia y el fiscal general de este estado, el republicano Daniel Cameron, revele en qué se basó el jurado investigador que decidió no imputar a nadie por los actos relacionados directamente con la muerte de Taylor en marzo.
El gobernador del estado, el demócrata Andy Beshear, pidió que se publicque "toda la información, todas la entrevistas, todos los informes balísticos" para que la opinión pública entienda la base de la acusación.
"Creo que es algo muy triste y le doy mi saludo a la familia. También creo que es triste lo que pasa en todo lo relacionado con el caso, incluido a las fuerzas del orden", dijo el presidente estadounidense, Donald Trump, en referencia a la muerte de Taylor y las protestas que ayer acabaron con dos policías heridos de bala y más de un centenar de detenidos.
Desde mayo, cuando la muerte del afroamericano George Floyd en Mineápolis desencadenó una oleada de protestas contra la brutalidad policial y el racismo en todo el país, Trump ha evitado buscar gestos conciliadores o pedir cambios en la manera en que la policía trata la presunción de inocencia de los negros y en su lugar ha pedido "ley y orden", convertido en su mantra de campaña electoral.
Una acusación sin detalles
Para los manifestantes que hoy se volvieron a congregar en un monumento improvisado en el centro de la ciudad en homenaje a Taylor, una trabajadora de emergencias médicas de 26 años fallecida el pasado 13 de marzo a manos de la policía, no hay grandes esperanzas de que el sistema cambie para evitar muertes que parecen evitables y que siempre acaban con un afroamericano muerto.
La Fiscalía no ofreció detalles de cómo determinó que la actuación de los tres agentes involucrados en la muerte de Taylor fue "justificada", especialmente cuando parece claro que la decisión de entrar sin anunciarse en la vivienda de la mujer para ejecutar un registro relacionado con el tráfico de drogas se basaba en pruebas circunstanciales.
El jurado investigador no apreció fallos a la hora de irrumpir en la vivienda por la fuerza y realizar más de una treintena de disparos, seis de los cuales acabaron impactando contra Taylor, que se encontraba en su dormitorio y que era objeto de la pesquisa porque un exnovio estaba involucrado en una red de menudeo de droga.
Tampoco explican por qué consideraron que el hecho de que el novio en ese momento de Taylor, Kenneth Walker, disparara contra lo que consideró intrusos que no se anunciaron como policías es la base de la no imputación, pero a la par no se presentaran cargos contra Walker, cuya acción es considerada legítima por la permisiva ley de armas del estado.
Al final no se encontraron drogas o nada ilegal en la vivienda de Taylor y solo un implicado, el exagente Brett Hankinson, se enfrenta a cargos, pero éstos son por imprudencia temeraria por disparar por error a un apartamento vecino, no al de Taylor.
Toque de queda
Ante las protestas por lo que muchos aquí consideran una injusticia demasiadas veces repetida, el centro de Louisville se llenó de policías, que con ayuda de la Guardia Nacional, blindados y helicópteros, impuso un férreo control de los movimientos nada más declararse el toque de queda a las 21 horas, que se mantendrá todo el fin de semana.
La policía antidisturbios realizó varios arrestos después de que algunos manifestantes lanzaran bengalas y rompiera cristales en una biblioteca. Entre los detenidos se encuentra la legisladora estatal Attica Scott, que ha promovido una ley para que la policía deje de hacer registros en domicilios sin anunciarse.
La policía acabó por acordonar a los que desafiaron el toque de queda en una iglesia unitaria que les ofreció refugio.
Los jardines del templo sirvieron para que los manifestantes insultaran y airearan su odio contra el Departamento de Policía de Louisville. Mientras algunos manifestantes se aferraban a porras y bates, otros intentaban calmar los ánimos para evitar los arrestos masivos del miércoles.
Varios miembros de la congregación unitaria, con hábito y biblia en mano, intentaron canalizar este odio y frustración, acumulada en afroamericanos de todo el país, hacia la protesta pacífica, pero finalmente alguien sacó un arma entre la multitud y el caos volvió a reinar momentanemente.
Pese a todo, la noche transcurrió con mucha más tranquilidad que la anterior y los alrededor de dos centenares de manifestantes que se resistían a dejar de pedir justicia en la calle fueron abandonando la protesta sin causar mayores daños materiales.
Pero para algunos jóvenes afroamericanos como Tanika la desesperanza es lo único que queda: "Qué cambios crees que va a haber. Si en el informe de imputación de los policías por la muerte de Breonna ni siquiera la nombran. Da la sensación que la única acusación se hace porque erraron el tiro, de ninguna manera por matarla. Nada va a cambiar".