El último aliento de George Floyd, aplastado por la rodilla del policía Dereck Chauvin clavada en el cuello del afroamericano durante 8 minutos y 46 segundos desató la rabia en las calles de Minneapolis en 2020. Ese momento de agonía, replicado en los telediarios y en las redes sociales, revitalizó al movimiento Black Lives Matter que, en sucesivas manifestaciones, gritaba que les dejaran respirar, que les dejaran vivir.
Ahora, ese último aliento, cuyas imágenes se vieron en tribunal, fue fundamental para que Dereck Chauvin fuera considerado culpable de asesinato. El juez, el jurado y toda la sala vieron como Floyd repetía la frase que luego se escuchó en las protestas: "No puedo respirar". Lo hizo por más de 20 veces mientras Chauvin seguía arrodillado en su cuello.
El expolicía está acusado de tres cargos: asesinato involuntario en segundo grado, penado con hasta 40 años de cárcel; asesinato en tercer grado, con una condena máxima de 25 años; y homicidio involuntario en segundo grado, que acarrea hasta 10 años de pena. No tiene antecedentes penales, por lo que tan sólo podría ser condenado a un máximo de 12 años y medio de prisión por cada uno de los primeros dos cargos y a 4 años de cárcel por el tercero. En total, arriesga una pena máxima de 28 años.
Pero más que la pena de prisión que al final resulte de la sentencia, la condena de Dereck Chauvin lanza un aviso claro a los policías americanos: los tiempos de impunidad han acabado. Tras años en los que, uno tras otro, los agentes de policía se marcharon de los juzgados sin condenas, después de matar a hombres, mujeres e incluso niños negros, esta sentencia puede marcar un punto de inflexión.
"Detengámonos por un momento para proclamar este momento histórico, no solo por el legado de George Floyd, sino también por el legado de Estados Unidos, el legado de intentar hacer de Estados Unidos un país para todos los estadounidenses, de forma a que la victoria de George Floyd y la búsqueda de Estados Unidos por una justicia igualitaria estén entrelazados", dijo el abogado de derechos civiles Ben Crump, que representa a la familia Floyd, en una rueda de prensa después del veredicto.
"Esta es una victoria para aquellos que defienden a la humanidad sobre la inhumanidad, aquellos que defienden la justicia sobre la injusticia, aquellos que defienden la moral sobre la inmoralidad", zanjó.
El juicio de Floyd marcó la ruptura del muro azul del silencio, la norma no escrita entre los agentes de policía que defiende que jamás hay que testificar en contra de un compañero. Por eso, uno de los momentos más importantes del juicio ocurrió cuando el jefe de la policía Medaria Arradondo, condenó el comportamiento de Chauvin.
"Continuar aplicando ese nivel de fuerza a una persona tumbada en el suelo y esposada a la espalda, no es nuestra política de actuación", dijo. "No es parte de nuestro entrenamiento. Y ciertamente no es parte de nuestra ética o nuestros valores".
Las reformas de Biden
Desde la Casa Blanca, Joe Biden destacó que esta sentencia es "un paso gigante en la marcha hacia la justicia", pero subrayó que "no es suficiente" para combatir el "racismo sistémico".
"Tenemos la oportunidad de cambiar la trayectoria en este país. Nadie debería estar por encima de la ley, y este veredicto envía ese mensaje. Pero no es suficiente. No puede parar aquí. Para conseguir cambios y reformas verdaderas, podemos y debemos reducir la probabilidad de que tragedias como estas puedan pasar de nuevo", ha añadido.
Por esto, Biden ha pedido que el Congreso apruebe un proyecto de ley destinado a reformar los departamentos de Policía de Estados Unidos, que prohibiría las tácticas que causaron la muerte de Floyd y facilitaría las demandas contra aquellos agentes que hieran o maten injustamente a ciudadanos.
El proyecto de ley de reforma policial tiene como objetivo reforzar la responsabilidad de la policía y evitar que los agentes problemáticos se trasladen de un departamento a otro. También pondría fin a ciertas prácticas policiales que han estado bajo escrutinio después de la muerte de estadounidenses negros en el último año.
En las últimas semanas la policía ha estado involucrada en otras dos muertes violentas: Duante Wright, un joven negro de 20 años, asesinado en su coche en Minnesota y Adam Toledo, un niño latino de 13 años en Chicago.