Hunter y Jill Biden, hijo y esposa del presidente de EEUU, abandonan el tribunal federal de Wilmington (Delaware).

Hunter y Jill Biden, hijo y esposa del presidente de EEUU, abandonan el tribunal federal de Wilmington (Delaware). Reuters

EEUU

¿Presidente o padre? Por qué la condena al hijo de Biden puede venirle bien a la campaña demócrata

Cada vez que Trump insista en que es víctima de 'lawfare', el presidente de EEUU podrá recordar que su propio hijo ha sido condenado por la y que él ha renunciado a la conspiración como excusa.

12 junio, 2024 02:37

El hijo del presidente de los Estados Unidos, Hunter Biden, fue condenado este martes a tres cargos relacionados con la adquisición de un arma de fuego tras mentir sobre su largo historial de adicciones. Biden, de 54 años, ha arrastrado a lo largo de su vida problemas con la cocaína, el alcohol y la selección de sus amistades.

De hecho, los primeros problemas entre el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tienen a Joe Biden como protagonista: Trump solicitó a Zelenski en 2019 que investigara las actividades de Hunter en su país y paró en seco la ayuda militar estadounidense hasta que encontrara algo que pudiera utilizar contra su padre. El chantaje le costó un intento de impeachment por parte del Partido Demócrata que terminó en nada por el voto contrario de los republicanos.

Los desmanes de Hunter Biden han sido una losa para el actual presidente y a nadie puede sorprenderle este final. La sentencia se espera para octubre, un mes antes de las elecciones donde su padre se verá las caras con Donald Trump por segunda vez consecutiva. La máxima pena que le puede imponer el juez llega hasta los 25 años de cárcel y unos doscientos mil dólares de multa. Hunter es el segundo de los cuatro hijos del candidato demócrata. El mayor, Beau, falleció en 2015 de un tumor en el sistema nervioso central. La más pequeña de su primer matrimonio, Naomi, murió en 1972 en un accidente de tráfico cuando aún era un bebé. Ese mismo accidente le costó la vida a su esposa Neilia.

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Los excesos de Hunter han sido noticia habitual en los medios de comunicación norteamericanos y su padre siempre ha querido estar a su lado y presentarlo como un ejemplo de superación, pues, según su testimonio, lleva años desintoxicado. En las primeras palabras tras conocer la sentencia, el presidente afirmó: “Jill (su actual esposa) y yo siempre estaremos ahí para Hunter y para el resto de nuestra familia con nuestro amor y nuestro apoyo. Nada cambiará eso”, para a continuación asegurar que, como político, no piensa indultar a su hijo ni poner en duda la legitimidad de la justicia estadounidense.

Hunter, un arma contra Trump

La comparación con Donald Trump es inevitable. El candidato republicano recibió hace pocas semanas un veredicto de culpabilidad por hasta 34 casos de fraude financiero relacionado con la compra del silencio de la actriz porno Stormy Daniels. Previamente, había sido condenado en un juicio civil por la violación de la escritora E. Jean Carroll. Aún tiene que enfrentarse a diversas acusaciones por llamamiento a la insurrección e intento de manipulación del recuento de votos en el estado de Georgia. Aparte, el FBI le investiga por la sustracción de documentos confidenciales.

Condenado el hijo de Biden por tres delitos de posesión ilegal de armas.

Su reacción a la sentencia fue tan rabiosa como cabía esperar. Trump acusó al juez de estar al servicio de los demócratas -aunque en realidad lo condenó un jurado popular- y habló de caza de brujas con fines políticos y lawfare. Paradójicamente, aunque, como padre, la sentencia de Hunter debe de ser demoledora para el presidente Biden, y así lo ha hecho saber, como candidato electoral supone un arma que puede jugar en su favor: un veredicto de inocencia habría alimentado la paranoia de los republicanos y habría disparado las acusaciones de trato de favor.

La culpabilidad y la negativa posterior a un indulto, más el respeto al trabajo de la justicia, hacen más bien a Biden de lo que perjudican a su reputación. Al menos en principio. En una reciente encuesta de la CBS, sólo el 28% de los estadounidenses consideraba que la condena a Trump podría ser un factor en los comicios de noviembre. Entre los republicanos, solo el 20% le atribuía a la condena una base legal, mientras que el 80% insistía en creer que jurado y juez seguían una agenda política marcada desde la Casa Blanca.

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Ante el debate del 27 de junio

Este argumento va a ser difícil de mantener a lo largo de la campaña, especialmente en el próximo debate que enfrentará a ambos candidatos el 27 de junio en los estudios de la CNN en Atlanta. Cada vez que Trump quiera repetir que la justicia le persigue por mandato presidencial, el presidente podrá dirigirse a la cámara y recordar que su propio hijo ha sido condenado por esa misma justicia y que él ha renunciado a la conspiración como excusa.

Con todo, habrá que analizar lo que muestran los próximos sondeos. Puede que la sentencia desactive la excusa de Trump, pero, habida cuenta de que a sus seguidores les da igual, el efecto sea nulo. También puede que algunos demócratas o independientes reconsideren su voto por Biden al pensar que, de alguna manera, el presidente ha sido cómplice necesario de alguno de los chanchullos de su hijo, especialmente durante su período como vicepresidente de Barack Obama, cuando Hunter se enriqueció de forma sospechosa con inversiones poco claras.

Remover los escándalos de Hunter no será plato de buen gusto para Biden, pero su equipo está convencido de que las próximas elecciones son una cuestión moral y no política y que sólo se pueden ganar desde la imagen de la máxima integridad posible frente al “todo vale” republicano. Hay que recordar que Biden sigue atrás en las encuestas, aunque la situación es prácticamente de empate técnico en lo que al voto popular se refiere.

El problema para el candidato demócrata es que ni siquiera ganar el voto popular garantiza la reelección (Hillary Clinton sacó un 2% más de los votos que Trump y aun así perdió en el colegio electoral en 2016 por una notable diferencia), sino que hay que asegurarse los estados del “cinturón de óxido” (Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Minesota) y no perder la ventaja en Virginia ni en New Hampshire ni en el primer distrito de Maine o el segundo de Nebraska. En cuanto Trump se hiciera con cualquiera de estas circunscripciones, la presidencia sería suya. Aunque tuviera que disfrutarla en la cárcel.