Joe y Jill Biden salen del Air Force One, el sábado en Nueva Jersey.

Joe y Jill Biden salen del Air Force One, el sábado en Nueva Jersey. Reuters

EEUU

"Seguiremos": Jill, primera dama de EEUU y última esperanza de que Biden no se duerma en campaña

El presidente ha justificado su mala actuación en el debate contra Trump con el cansancio producido por los viajes internacionales de los días previos.

3 julio, 2024 02:34

Jill Biden no ha sido como sus antecesoras inmediatas. No tiene nada que ver con la autora de best sellers que fue Michelle Obama, y su paso por la Casa Blanca no ha dado al público global momentos incómodos y polémicos como los de Melania Trump. Al contrario: en los últimos cuatro años, la actual primera dama de EEUU ha sido una "figura de mínima controversia", según la describe el New York Times. Pero esa imagen lleva algún tiempo cambiando. Ahora que la aptitud de su marido Joe para renovar la presidencia protagoniza el debate político, ella ha salido a la palestra para demostrar que una gran mujer es suficiente para estar detrás de un hombre venido a menos.

El fin de semana pasado, la primera dama sacrificó su descanso del community college donde a sus 73 años enseña inglés y congregó al clan Biden en la residencia presidencial de Camp David. La misión: apuntalar las energías del patriarca, hundido tras el debate humillante que tuvo el jueves contra Donald Trump y en el que, como reconoció este miércoles, casi se queda dormido. Según el presidente, su confusión y los errores que cometió que debieron a que no hizo caso a su equipo y decidió hacer varios viajes internacionales los días anteriores. "Decidí dar la vuelta al mundo un par de veces poco antes del debate, no escuché a mi equipo y luego casi me duermo en el escenario. No es una excusa, sino una explicación", explicó. 

Tras semejante fallo, además de las presiones de su propio partido, el propio Joe Biden se sintió indeciso sobre el futuro de su carrera a la presidencia. Pero como hiciera el entorno del dictador portugués Salazar ya en 1968, la familia de Biden repitió hasta convertir en verdad mensajes que ya hace tiempo que dejaron de calar en el Partido Demócrata: que Estados Unidos lo necesita cuatro años más, y que está preparado para repetir la victoria sobre Trump de 2020.

Portada del número de agosto de 'Vogue', donde aparece Jill Biden vistiendo un esmoquin blanco de Ralph Lauren.

Portada del número de agosto de 'Vogue', donde aparece Jill Biden vistiendo un esmoquin blanco de Ralph Lauren. Vogue

En algún momento de la escapada, Jill se apartó a un rincón de la finca para atender una llamada. Era Maya Singer, redactora de Vogue, que acababa de terminar de escribirle un perfil de unas 5.500 palabras. Aunque la periodista llevaba desde abril trabajando la historia, los acontecimientos de la última semana merecían declaraciones actualizadas de la primera dama. Sobre todo porque fue ella quien restauró los ánimos de los demócratas tras el debate con su discurso en el Hyatt Regency de Atlanta. O quien acaparó la atención mediática al día siguiente en Raleigh con su vestido de Christian Siriano estampado de "votas".

La gran portada de Vogue para su número de agosto llegó el lunes como agua de mayo y con un mensaje de Jill Biden recién sacado del horno: "No permitiremos que los 90 minutos de un debate definan los cuatro años que [Joe] ha sido presidente. Seguiremos luchando". No era la primera vez que aparecía en la revista, y ya tuvo su portada hace exactamente cuatro años, al principio de su andadura como flotus. Pero entre aquella nueva inquilina y esta primera dama no hay color: esta semana, el vestido florido y la sonrisa con las que Vogue había presentado a Jill en 2020 abrían paso a una nueva mujer. Algo sospechaban el fotógrafo Norman Jean Roy y el estilista Max Ortega en abril cuando decidieron construir el último retrato: esmoquin blanco de Ralph Lauren Collection, mirada hacia arriba y fuerza en el gesto.

Pero, más allá de salir a escena y cristalizarse como un actor político, ¿qué puede hacer Jill Biden para afianzar la popularidad de su marido? Evitar lo inevitable es una ardua empresa: la edad del presidente promete seguir jugando malas pasadas a su imagen, y la viralidad de sus metidas de pata opacan ya cualquier esfuerzo. El New York Times atribuye a la primera dama el poder del 'make or break': sin su papel de relaciones públicas, la candidatura del demócrata estaría perdida.

En las últimas semanas, Jill ha tenido que desplegar sus mejores habilidades y proyectar confianza y normalidad en cada aparición pública. En su perfil para Vogue, Maya Singer la describe como una "visión de calma en medio de la cacofonía total". La primera dama no escatima en elogios hacia su marido. Pero, ¿quién está dispuesto a unirse al aplauso? Incluso dentro del público demócrata se ha satirizado el "¡respondiste a todas las preguntas, sabías todos los datos!" con el que Jill felicitó a Joe tras un debate que lo dejó desnudo ante su desmejora y su rival.

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“You answered every question, you knew all the facts. And let me ask the crowd: What did Trump do? Lie,” first lady Jill Biden tells a crowd of supporters after Pres. Biden’s debate with former Pres. Trump. #news #debate #biden

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La prominencia que ha cobrado Jill Biden ya ha convertido a esta "figura de controversia mínima" en blanco de los medios de derechas y trumpistas. La página de noticias ultraconservadora Drudge Report insinúa que la primera dama manipula al presidente para que continúe en la carrera por la Casa Blanca, y el Daily Caller se refiere a ella como Lady Mac-Biden, en alusión indirecta a Lady Macbeth, el personaje shakespeariano que pasa a gobernar Escocia tras conseguir que su marido mate al rey Duncan.

La portada de este lunes ha sido recibida con ímpetu por los mismos sectores políticos, y los comentarios en las publicaciones de la revista en Instagram son abrumadoramente negativos. La aparición de Jill Biden en Vogue ha suscitado las quejas de quienes lamentan que Anna Wintour, su famosa editora y votante demócrata reconocida, se negara a hacer un perfil de Melania Trump durante la legislatura de su marido. Janice Min, redactora jefe de Ankler Media, cree por ello que el reportaje de la primera dama en Vogue está de más "en una época en la que Trump está diciéndole a la gente que el sistema está amañado [por los demócratas y sus socios] y la gente le cree".

Nadie sabe si las reacciones a la portada de una revista son un buen termómetro, igual que no es seguro que una primera dama pueda bastar para revalidar a un presidente envejecido. Pero, por el momento, ahí está Jill Biden, ocupando por primera vez la primera línea de batalla y tratando de convencer al mundo de que una mala noche la tiene cualquiera.