Mes y medio después de iniciar las negociaciones para entrevistarle, Worasit Piriyawiboon, abogado de Artur Segarra -único acusado por la muerte del consultor ilerdense David Bernat-, recibe a EL ESPAÑOL en su hogar, un conjunto de pequeñas casas de madera que, orgulloso, comenta que “se levantaron hace ya 120 años” en Silom, una zona céntrica de Bangkok, una de las muchas capitales asiáticas que ha crecido de manera vertiginosa, acumulando rascacielos, centros comerciales y grandes avenidas en lo que hasta hace poco eran arrozales, búfalos encharcados y sonrisas parias. La verdad es que el complejo emociona, con un vergel sobresaliente que actúa como patio central de donde resaltan árboles centenarios y espectaculares helechos. En la zona verde, según cuenta el mismo abogado que en Tailandia es considerado como mediático por haber tratado casos televisados hasta la saciedad, de vez en cuando asoma una serpiente de grandes dimensiones que ya forma parte de la familia.
La llegada a un estrecho pasillo que desemboca en el citado conjunto de viviendas, todas ocupadas por familiares del propio Worasit, la realizo en un mototaxi manejado por su conductor con habilidad suprema tras previamente haber surcado los cielos de Bangkok a lomos de su modernísimo Skytrain, o el tren de los cielos, que en realidad levanta quince metros sobre el asfalto pero que ya sabemos cómo ha sido siempre la humanidad de ostentosa y exagerada.
"Lo que le hicieron no tiene nombre"
Desconfiado en el inicio de la entrevista, Worasit incide en uno hecho clave, como marcando el guión de este trabajo: “O sale absuelto por falta de pruebas o seguro le caerá la pena de muerte”. Casualidad o no, mi brazo derecho reaccionó volcando la botella de cerveza Singha que consumíamos, la cual se hizo añicos. Debe saberse que en toda la historia de Tailandia ningún ciudadano primermundista ha sido ajusticiado por la pena capital aunque no han sido pocos los que fueron sentenciados. Las penas de muerte siempre se conmutan por cadenas perpetuas. Pero a Worasit le parece que la extrema crueldad de este caso ha removido conciencias entre la cúpula judicial tailandesa que sabe que la marca turística Tailandia está en peligro. “Lo que hicieron con ese pobre hombre no tiene nombre”, remata.
Luego Worasit se va tranquilizando, tratando de arrimar el ascua a su sardina. “Según la policía tailandesa hay 57 evidencias de que Artur tuvo que ver en el secuestro, tortura, robo, asesinato y descuartizamiento de Bernat. Pero pruebas concluyentes, como las que necesitaría Occidente para condenar, no hay una sola. Ni una”.
–Ya, ¿pero usted cree que Segarra mató a Bernat?
–Da igual lo que yo crea. La cuestión es que o lo absuelven o lo matarán. Porque este caso es una encerrona; no hay manera de volver atrás, salvo declarándole inocente.
–¿Y qué táctica está utilizando para que Artur quede libre?
–La misma que él utiliza: negarlo todo. Mire, mi cliente no creo que haya matado a Bernat, sinceramente. Pero tampoco quiere aclarar quiénes estuvieron con él durante aquellos seis días de torturas continuadas. No suelta prenda. No aporta datos; testigos. Y así es prácticamente imposible. Aunque repito: no hay una sola evidencia que le inculpe directamente.
Cuando le pregunto quién o quiénes pudieron estar detrás de este macabro asesinato Worasit no opina, aunque ofrezca gestos inequívocos. Sus 62 años y “sesenta horas trabajadas de lunes a viernes, de sol a sol, viajando por provincias remotas”, le ofrecen ese aire de dandy con el que sonríe o se hace el sorprendido. “¿Involucrada la policía tailandesa? No lo creo. Pero bueno, diga lo que diga Artur ya está sentenciado: nadie le va a hacer caso. Tienen al culpable. O eso creen. Y no van a seguir investigando. Amigo, esto no es Europa; esto es Tailandia. Y nuestra ley no es la suya. Llevan demasiado tiempo esperando a que Artur hable y ya es demasiado tarde”.
Nadie ha querido visitarle
Preguntado por Pridsana Seanubon, novia tailandesa de Artur que presumiblemente le ayudó a escapar de Tailandia cruzando hasta Camboya a través de la jungla, el letrado no tiene la menor duda: “Ella ha colaborado con la policía dejando tirado a Artur. Ha firmado una declaración que no casa con la realidad. Ella vendía drogas y conocía muy bien la noche y a sus gentes”. Hoy Pridsana vive completamente apartada del caso, preocupada por las consecuencias que aún podría generar que siguen siendo desconocidas. Ella declarará en los días venideros, tras Segarra. La mayoría del tiempo lo pasa en Surin, su provincia natal, alejada del epicentro de todo este asunto: Bangkok y su distrito de Sukhumvit.
Worasit, que comienza a entregarse en su declaración, recalca que “nadie desde que Artur está preso ha querido visitarle”. ¿Y a quiénes se refería? Pues a su familia; a David Donoso –del que ningún conocido en la zona sabe sobre su paradero desde aquellos lamentables últimos días de enero de este año–; y a Pridsana, entre otros muchos a los que Segarra, por medio de su abogado, solicitó su presencia como medida de alivio vital: ese analgésico que produce la amistad y/o el amor y del que sólo te das cuenta cuando pereces en vida, como le está ocurriendo ahora a un Artur Segarra que hasta hace poco más de un trimestre campaba a sus anchas por Tailandia, haciendo y deshaciendo, amando y disfrutando de una vida al límite, y que ahora pasa sus días en una celda de aislamiento.
–Ya, pero en la última foto en la que Artur Segarra fue a declarar se le veía extremadamente moreno y sonriente. Toda la prensa le fotografió en lo que realmente parecía un pase de modelos de algún actor recalcitrante.
–Lo del moreno no lo sé; debe de utilizar su hora libre en ponerse bajo el sol. Pero lo de la sonrisa es su táctica: él sabe que el tailandés necesita ver una sonrisa para ablandarse. Pero de puertas para dentro está muy mal. Y muy solo. Y así no va a ir a ninguna parte. Aunque ya ni aunque hablara. Porque nadie le va a creer. La suerte está echada.
Según su abogado, Artur ha renegado de la ayuda diplomática española a la que el único acusado por este caso considera más inválida que la de la propia policía tailandesa. “Hace tiempo que prefiere no hablar con el cónsul español en Bangkok; no quiere recibirle”, me recalcó Worasit. Aunque a Artur se le acaban las balas en su recámara, ya que este lunes 11 de julio comienza un juicio donde podría ser sentenciado a muerte por mucho que España no acepte la pena capital y sea un rara avis culpar a un blanco en unos lares donde sólo suelen caer birmanos y algún que otro tailandés.
Porque esa es la carta que se guarda España: salvo sorpresa mayúscula, y si es sentenciado a muerte, el gobierno tailandés conmutará la pena capital por la cadena perpetua. Y así todos los estamentos oficiales contentos. Hay que recordar que Segarra, en sus primeros días incomunicado, llegó a creer que España mediaría para presionar al gobierno tailandés con una deportación dadas las numerosas denuncias por las que Segarra tiene que hacer frente en nuestro país, pero el gobierno tailandés, y viendo la gravedad de lo sucedido, se negó rotundamente a deportarlo.
-Dudo mucho que España acepte a las primeras de cambio que un ciudadano español, por muy delincuente que sea, perezca en Tailandia por la pena capital. Presionarán.
–Le aseguro que de este caso mi cliente sólo saldrá o muerto o sentenciado a muerte permitiéndosele vivir el resto de sus días en una celda con otras cincuenta personas o libre. Alguien tiene que pagar por algo que ha aterrorizado a la sociedad siamesa. Y esto no es Europa, como le vengo diciendo. Tenemos nuestras propias leyes. Y nadie puede venir desde fuera a decirnos lo que tenemos que hacer.
–¿Y cómo está en realidad Artur, que sonríe cada vez que aparece ante la opinión pública?
–¿Qué como está? Pues en realidad está asustado. Porque ve que se acerca la fecha del juicio y se ha quedado completamente solo. Y que hasta el médico que puso el gobierno tailandés para atender este caso reconoce que nadie sabe cómo murió Bernat. Sólo saben que Artur le robó el dinero, o parte del dinero, y salió corriendo. Y que fue el último que le vio con vida, según aquellas fotos donde salían entrando juntos en su complejo de apartamentos. Pridsana, además, ha declarado que Artur sacó dinero del cajero; dinero robado a Bernat. Pero ya le digo, muchas evidencias pero ninguna prueba concluyente.
–Ya, pero no me negará que es un chiste que no haya imágenes de la cámara de seguridad que hay junto al apartamento donde supuestamente se produjeron los hechos. ¿Cómo es posible?
Y Worasit volvió a mostrar una sonrisa burlona, mientras reconocía que Artur será difícil que salga libre; su única salida si no quiere ser sentenciado a muerte. “Porque alguien tiene que pagar el pato y él es el único que ha participado en el asunto. Pero claro, todos sabemos que hubieron otras personas involucradas. Pero como él no quiere hablar…”, remató Worasit mientras el monzón arreciaba de manera violenta contra las vetustas techumbres de madera que generaban un estruendo bastante menor que el que ocasionará este juicio tremendamente mediático por lo cruel y morboso.
Aunque al final, y justo cuando me acompañaba a la puerta, Worasit esgrimió su última teoría, en sí la misma de siempre pero con detalles concisos.
–Usted se preocupa por algo que ya no tiene solución. Artur o morirá o se pasará el resto de sus días en una cárcel tailandesa, a no ser que lo absuelvan, que es por lo que lucho. Aunque esto no lo creo posible. Pero bueno, la esperanza es lo último que se pierde. Y yo, sólo cobraré a posteriori y si gano. Artur no tiene dinero. Y nadie ha querido ayudarle.
Este lunes a las 9 de la mañana, comienza la primera vista de un juicio que no debería prolongarse mucho. La sentencia se espera para noviembre de este año. Aunque lo más peligroso de este caso es que desde policía tailandesa hasta medios de comunicación pasando por conocidos del acusado y fallecido saben que Artur Segarra no actuó solo. Por lo que, ¿dónde están el resto de culpables? Y quiénes serán estos tipos para que Artur Segarra no quiera delatarlos.