El Kremlin está en guerra. La pugna sin precedentes por el poder en el entorno del presidente ruso, Vladímir Putin, se cobró en la madrugada del martes una víctima de primera fila. El Comité de Investigación de Rusia detuvo al ministro de Desarrollo Económico, Vladímir Uliukáev, al acusarle de recibir un soborno de dos millones de dólares.
Según la investigación, exigió esta suma a la mayor petrolera nacional rusa, Rosneft, por dar luz verde a la compra de un 50% de la petrolera igualmente estatal Bashneft. Se informó de que la instrucción dispone de una serie de pruebas que apuntan a la actividad ilegal de Uliukáev, en particular varias grabaciones de audio y vídeo que todavía no han sido publicadas.
Tras varias horas de intensos interrogatorios Uliukáev fue llevado a un tribunal de Moscú que dictó arresto domiciliario para él hasta el próximo 15 de enero. Acto seguido Putin le destituyó por “pérdida de confianza”. El propio Uliukáev no se ha reconocido culpable.
La detención del ministro, sin precedentes en la historia de Rusia moderna, ha causado un terremoto político en las altas esferas del poder. Uliukáev es conocido como una de las piezas clave del llamado campo liberal próximo al exministro de Finanzas Alexei Kudrin, uno de los personajes del círculo interno del presidente ruso.
Muchos dudan que la detención se deba simplemente a una operación en la lucha contra la corrupción en el poder y atribuyen lo que consideran un ataque a las luchas por el poder entre varios clanes de los llamados “siloviki” (servicios especiales o secretos) que pretenden desplazar a los liberales en la víspera de las elecciones presidenciales previstas para 2018. La petrolera Rosneft, que está detrás de la operación contra Uliukáev, está controlada por el peso pesado Ígor Séchin, exagente de los servicios especiales y exsecretario personal de Putin. A Sechin los analistas políticos rusos le consideran uno de los empresarios más poderosos y con mayor fortuna del entorno de Putin.
Es una historia muy rara. Me cuesta creer que Uliukáev extorsionara a Rosneft. Es lo mismo que extorsionar al propio Putin
“Es una historia muy rara. Me cuesta creer que Uliukáev extorsionara a Rosneft como lo dicen los fiscales. Es lo mismo que extorsionar al propio Putin”, dice a EL ESPAÑOL el líder del partido liberal Yabloko y adversario del Kremlin, Grigori Yavlinsky.
Muchos analistas consideran que la detención de Uliukáev sólo es el principio y que pronto habrá más casos similares. Todo este proceso acabaría con el Gobierno del primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, posible sucesor de Putin en el poder y conocido como uno de los pocos liberales en el entorno de Putin.
“Se trata de una descarada fabricación. No es el primer ataque contra Uliukáev. En ocasiones anteriores Kudrin consiguió defenderle de los servicios especiales. La única esperanza es que Putin no quiera dar demasiada ventaja a uno de los grupos que están luchando por el poder, para no perder el equilibrio. Pero para esto tendría que jugar ahora contra Sechin y los siloviki, lo cual es poco probable. La pregunta ahora es quién será el siguiente”, señala Gueorgui Satarov, presidente de la fundación INDEM de estudios políticos.
Otro interrogante es además hasta qué punto Putin está controlando a los grupos que luchan por tener más influencia sobre él. “La pregunta clave es si Putin realmente lo controla. Parece que para mantenerse en el poder ya no tiene más remedio que permitir cada vez más cosas a los siloviki que le están dictando ahora qué es lo que debe y no debe hacer. Esta situación acabará cuando decidan que Putin ya no les hace falta para dar legitimidad a sus actividades criminales”, considera Alexander Ryklin, reputado periodista independiente, en referencia a dudosas operaciones financieras de personas del entorno presidencial. El presidente ruso no toma partido por ninguno de los clanes y observa desde la periferia, pero algunos creen que ya no tiene el juego bajo control y que se ha convertido en rehén de la situación.
Sin embargo, para Yavlinsky no cabe duda de que el verdadero “director del espectáculo” es Putin. “La lógica de Putin es muy simple. La detención de un funcionario tan importante y totalmente fiel al Kremlin pretende meter miedo a todos en el poder. Para que sepan que algo parecido le puede pasar a cualquiera”, sentencia.