La ciudad cristiana de Homs fue liberada de los rebeldes opositores a mediados de 2014. Hoy acoge al menos a 130.000 cristianos de los 600.000 que quedan aproximadamente en Siria. Otros 400.000, en su mayoría, huyeron y no han vuelto. Son datos del arzobispo de Homs, Hama y su natal Yabrud, monseñor Jean Abdou Arbach.
Esta semana se encuentra en Madrid para presentar el Informe bianual de Libertad Religiosa en el Mundo de la fundación vaticana Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN). El documento califica la violencia del “hiperextremismo islamista” del grupo terrorista Estado Islámico (o Daesh) como “genocidio” tanto en Siria como en Irak, en una “campaña de exterminio y eliminación de los demás grupos religiosos que no fuesen el islam suní más radical”.
Arbach niega en esta entrevista con EL ESPAÑOL las pretensiones yihadistas de provocar una guerra entre religiones y cuenta que Homs comienza a recuperarse tras la liberación a mediados de 2014 de la ciudad, aunque aún quedan pendientes zonas en las afueras. Él no diferencia entre combatientes opositores en Siria y yihadistas, porque a su parecer todos provocan sufrimiento al pueblo sirio. Cree, como algunos expertos en geoestrategia, que la presidencia de Trump puede significar un viraje rápido en el destino de Siria para encontrar la paz.
Este arzobispo estaba destinado en Argentina hasta que en enero de 2013 tomó el arzobispado de vuelta en su tierra. Volvió justo para pasar la guerra junto a su gente. La Biblia inspira a este arzobispo para buscar “un porvenir lleno de esperanza”.
¿Cómo es un día cualquiera en Homs ahora mismo para un civil?
Después de la liberación de Homs, sus habitantes han comenzado a trabajar mucho para restaurar sus casas, [pero] es una ciudad muy grande y muchos barrios están destruidos totalmente. La ONU y Unicef comenzaron a trabajar en el centro antiguo de Homs para recuperar todo lo destruido.
El 30% de los habitantes ha vuelto. Hay barrios en el centro de Homs que son tranquilos y viven como cualquier persona en su país, pero sufren. Hay miedo.Hay un barrio llamado Al War cerca de Homs que no está liberado. Hay diálogos para salvarlos y terminar con paz. [Además está] la ruta internacional entre Homs y Hama que todavía no está liberada. Por eso tenemos miedo de [que pueda darse] algunas explosiones o coches bomba. (...) Cuando hay una presión grande contra los rebeldes, pueden atacar a Homs en cualquier momento.
No hay “rebeldes opositores”, todos los rebeldes son rebeldes
Hace un mes pasó al lado de nuestra catedral, un domingo por la mañana [hubo] cuatro bombas durante la apertura de los colegios. Éste es el miedo que tenemos, pero [por lo demás] la vida es muy tranquila: el comercio anda, la gente va a sus trabajos, los chicos van a sus colegios… pero con precaución. Homs no está ni tranquilo ni (sumido) en el caos.
¿Cuando habla de la liberación aún no finalizada en las afueras de Homs se refiere a los rebeldes opositores o al Daesh?
No hay “rebeldes opositores”, todos los rebeldes son rebeldes. Los rebeldes que están en este barrio son grupos yihadistas. ¿A quién pertenecen? Nadie (lo) sabe.
¿Cuando usted sale a la calle desde su residencia, qué panorama ve?
Desde (hace) dos meses, estoy cada día en mi arzobispado, recibiendo (a) la gente y veo que la gente ha empezado a restaurar sus tiendas. El Gobierno ha trabajado mucho con las asociaciones de Unicef y la ONU para la limpieza de las calles y para la restauración del antiguo mercado de Homs. [La ciudad está en un tiempo] de nuevo comienzo y esperanza al mismo tiempo.
En muchos barrios hasta ahora ni el Gobierno ni otros han entrado, por temor a las bombas. [En] la zona de Homs que tiene civiles, gracias a Dios, hay movimiento, pero en la zona destruida, no hay movimiento ni futuro.
¿Pueden los creyentes de las distintas fes en su arzobispado acudir a los templos?
El templo siempre está. El templo no es las piedras, es la persona misma, el corazón de la gente (...). Hay templos [edificados]. Por ejemplo, en el centro de Homs a pesar de que nuestra catedral está destruida totalmente, no paramos nunca las actividades ni las misas. Hacemos las misas en el salón del arzobispado. La gente acude y [reza] por la paz (...).
No vivimos nuestra libertad religiosa. Podemos tocar la campana, podemos rezar… pero si viene el Estado Islámico, ¿podremos? Si los yihadistas rompen todas las cruces, ¿cómo podemos practicar nuestra fe?
La herida más fuerte es el éxodo de los cristianos de sus países. Un templo se puede reconstruir, pero la Iglesia como comunidad está [condicionada] por el éxodo. Ésta es la primera herida. La segunda herida es la pérdida. Es como un bombardeo (...).
La pérdida de la esperanza es la razón principal para la migración de los cristianos de Siria. (También el) deterioro de la seguridad, el costo de vida, el aumento de la pobreza, oportunidades de empleo limitadas para ganarse la vida, escasez de oportunidades educativas… la disminución de la ayuda para los cristianos… Este año la ayuda no alcanza [para] mucho. Los musulmanes reciben mucha ayuda de los países [afines].
¿Tiene muchos fieles que le hablan de la posibilidad de emigrar?
Sí, muchos fieles.
Aún sabiendo que arriesgan sus vidas.
La mayoría de los cristianos hoy piensan que el viaje es la solución. No existe la seguridad. Hay miedo por los hijos, sin futuro. La situación en Siria es aterradora. Para ir a Damasco, no sabes si puedes llegar o no. Hay miedo. Dos personas vestidas de militares, por ejemplo, pueden pararte, robarte, matarte, secuestrarte para pedir un rescate… Los cristianos de Medio Oriente son hoy signo de la misericordia de Dios.
Sonreía cuando hablaba de que los fieles acuden a rezar por la paz. ¿En todos estos años de guerra ha podido sonreír alguna vez o es ahora cuando empieza a haber más motivos para la sonrisa?
Llevo viviendo (de vuelta) en Siria cuatro años, antes estaba en Argentina. Estoy en la zona más complicada del (país). Cuando (fue) la liberación en 2014, fui al día siguiente a ver las cosas [y las distintas zonas] con mis (propios) ojos. Creo que la gente ahora tiene más esperanza y libertad, después de estas liberaciones.
Cuando estuvimos bajo la dominación de los rebeldes, no pudimos vivir nada. Estábamos con miedo, presión y sobre todo, cuando el Gobierno sirio tomó la decisión de liberar esta región y los yihadistas dijeron claramente (que había que) convertirse al islam o pagar la yizia [impuesto a los no musulmanes] o la muerte, la mayoría de la gente -sobre todo los cristianos- dejaron sus casas. Y después de la liberación volvieron.
Ahora, gracias a Dios, los cristianos y toda la gente de la región han comenzado a vivir como antes, pero con precaución. La solución de Siria hasta ahora no está clara (...).
Si nosotros no educamos ahora bien a nuestros niños para una vida digna, el conflicto seguirá. En mi colegio el 40% son musulmanes
Mi prioridad en mi trabajo son los niños. Los niños de Siria sufren mucho. Más de dos millones de ellos están sin escolarización. Hay muchos niños en las calles de Homs, Alepo, Damasco… piden pan o plata [dinero]. Les explotan de muchas maneras para humillarlos y para conseguir dinero para sus padres. Toda la violencia [repercute] sobre los niños.
Si nosotros no educamos ahora bien a nuestros niños para una vida digna, el conflicto seguirá (...). En mi colegio el 40% son musulmanes. No hay enfrentamiento. La mayoría de los musulmanes prefieren que sus hijos estén con nosotros en nuestros colegios. Saben muy bien que allí (reciben) educación. Desde hace mucho tiempo, recuerdo a los musulmanes sirios diciendo: ‘Mis hijos aprendieron con las monjas’.
Los terroristas, especialmente el autodenominado Estado Islámico, pretenden provocar una guerra entre religiones. ¿Usted qué les responde?
Yo no creo que sea una guerra entre religiones. Esta guerra es una guerra grande, no solamente de Siria. En Irak [es] lo mismo, en Libia… es una guerra global.
Precisamente en la liberación de Raqa, el principal bastión del EI, también intervienen ahora actores internacionales como Estados Unidos y Turquía junto a distintas facciones rebeldes. ¿Qué consecuencias tendrá esta liberación para la guerra que vive Siria?
La liberación de Raqa no (es) solamente la liberación. La provincia de Alepo es la que más sufre. Todavía no terminaron de liberar Alepo. Empezaron (con) Raqa, el centro más grande de los yihadistas de Daesh. Hay un acuerdo internacional para liberar Raqa. ¿Entre quién y quién? Entre Rusia y Norteamérica. Los civiles en el medio.En cualquier liberación de un pueblo, de una ciudad, ¿quién sufre? El pueblo sirio de todas las religiones, sea cristiano o musulmán. Nosotros tenemos esta tristeza, es el pueblo sirio el que sufre.
La semana pasada llegaron muchas familias de Raqa a Homs. Dejaron sus casas, todo lo que tenían, vinieron sin nada. Empezamos a ayudarlos para vivir. Raqa es una ciudad grande, con muchos civiles. Si hay una guerra, significa que habrá una masacre. ¿Quién es el responsable? (Es responsabilidad) internacional, no solamente del régimen sirio o los otros. Es una ciudad bajo dominación de los rebeldes desde mucho tiempo atrás. (En) cualquier guerra para liberar si no hay un acuerdo de paz, el pueblo sirio sufre.
¿Cree que habría que centrarse en encontrar el acuerdo de paz entre el régimen de Bashar al Asad y los rebeldes no yihadistas antes de emprender acciones para recuperar Raqa?
Ojalá que haya una reconciliación. (Hace falta) misericordia con la gente. Pero el problema no es ni el régimen sirio ni otro. Hoy el problema de Siria es una situación internacional de todos los países: Rusia, EEUU, Europa, los países occidentales… si hay un acuerdo por la paz, ya está. Si no hay acuerdo, [será] igual que Irak.
¿Cómo cree que influirá la presidencia de Donald Trump en la guerra de Siria?
Hasta ahora no sabemos bien la política de Trump, pero personalmente, Trump para Siria creo que es (igual) de bueno que Clinton -ríe levemente-. Creo que sea Trump o sea otro, debe terminar la guerra en Siria (...).
Si apoya un poco a los rusos para terminar -como dijo- y los rebeldes, yo creo que la guerra se termina en Siria rápidamente.
¿Y cree que ese fin de la guerra en Siria está más cerca?
Si la guerra no para en Siria, se extenderá a otros países, sea en Medio Oriente o en Europa. Debe parar sí o sí. Y debe terminar con los rebeldes.
Los países que apoyan a la oposición hablan de la paz, pero al mismo tiempo venden muchas armas a los combatientes contra el pueblo sirio.
En Occidente solemos diferenciar entre rebeldes laicos opositores al régimen de Bashar al Asad y quienes son yihadistas. Pero usted no diferencia unos de otros. ¿Por qué?
Los rebeldes son rebeldes. La oposición contra Al Asad, ¿quiénes son, quiénes les apoyan? Los apoya EEUU y los occidentales. Pero toda la guerra en Siria, ¿contra quién es? Contra el pueblo sirio. Hasta ahora [seguimos sin] saber bien si esta oposición es la clave de Siria o no. Si por ejemplo en España hay un partido en la oposición, puede hacer todos los diálogos en el Parlamento, no en la calle. Por eso yo creo que toda la guerra en Siria ahora, sean rebeldes o sean lo que sean, [lo que cuenta es que] quien sufre es el pueblo sirio.
Los países que apoyan a la oposición hablan de la paz, pero al mismo tiempo venden muchas armas a los combatientes contra el pueblo sirio.
¿Cómo resumiría usted su vida en Siria ahora?
Cuando uno tiene fe, no tiene miedo. Hoy mi fe me ayuda a trabajar y vivir con mis fieles. Estoy presente entre ellos y cuando un obispo está con los fieles, la gente está tranquila. Como en la familia, con el padre o la madre.