China ha concedido una aprobación preliminar para 38 nuevas marcas registradas del imperio Donald Trump, un movimiento que serviría de partida a la empresa familiar del presidente estadounidense y protege su nombre en un país famoso por sus falsificaciones.
Si nadie se opone en un plazo de 90 días, y el magnate decidiera invertir allí, la marca Trump podría verse en cualquier ciudad china asociada a hoteles, servicios de masaje, clubes de golf, hoteles, compañías de seguros, finanzas e inmobiliarias, restaurantes, bares o, incluso, servicios de guardaespaldas, 'chicas de compañía' o conserjes. De toda la batería de marcas aprobadas, solo tres no incluyen el nombre del presidente.
No está claro, sin embargo, si los negocios que engloba la marca Trump llegarán a materializarse en China, según recoge AP. Alan Garten, el jefe del departamento legal de Trump Organization, no ha explicado cómo se utilizarán las marcas que se registren, aunque ha tratado de precisar que la compañía no ha pedido el registro de las marcas asociadas a servicios de compañía, solo la de aquellos servicios como conserjes o seguridad que van asociados a la operación de hoteles o restaurantes, pero no "servicios de compañía" como una clasificación legal.
Estos servicios relacionados con la gestión de un hotel se enmarcan en la misma categoría de marca que los servicios de compañía, que están incluidos la aprobación preliminar que ha dado el Gobierno chino. La lista sí incluye "servicios de compañía", "guardaespaldas" y "servicios de compañía social", entre otros, consigna AP.
Conflicto de interés
El equipo jurídico del grupo Trump ha explicado que la petición de registro de las marcas se realizó en abril de 2016. En ese momento, el ahora presidente estaba en plena campaña para las primarias del Partido Republicano y criticó abiertamente a China acusándole de haber manipulado su divisa y de robar puestos de trabajo a los nacionales en EEUU.
No es la primera vez que China acepta el registro de una de las marcas del magnate estadounidense. El pasado 14 de febrero lograron la aceptación de la marca Trump para servicios de construcción después de 10 años de batalla legal.
Pero este movimiento no ha pasado desapercibido entre los abogados de todo el espectro político estadounidense que consideran que la creciente cartera de marcas comerciales de Trump en China plantea un posible conflicto de interés.
En su opinión, si Trump recibe cualquier tipo de tratamiento especial en el proceso para registrar derechos de marca, podría violar la Constitución de EEUU, que prohibe que los cargos públicos acepten cualquier pago por parte de Gobiernos extranjeros a menos que lo apruebe el Congreso. Para Richard Painter, jefe del comité ético jurídico del presidente George W. Bush, el volumen de nuevas marcas aprobadas sí genera alerta respecto a la 'cláusula de emolumentos' a la que está sujeto como presidente.
"Un registro rutinario de marca o patente por parte de un gobierno extranjero no es un pago inconstitucional, pero con tantas marcas garantizadas en tan poco tiempo, la pregunta que surge es si no ha habido acuerdo en alguna de ellas al menos", ha explicado Painter a AP.
Garten, abogado de Trump, ha defendido que el proceso de registro se inició mucho tiempo antes de que Trump se presentara como candidato presidencial y que llevan más de una década peleando con las autoridades chinas para hacer valer los derechos sobre su marca. En respuesta a los críticos que se han alertado, el abogado responde: "Los últimos registros son el resultado de un esfuerzo diligente y de largo recorrido y cualquier sugerencia en sentido contrario muestra una falta de conocimiento sobre los hechos y de las leyes internacionales de marcas".
Algunos expertos se han sorprendido tanto por el número de marcas aceptadas como por la celeridad del proceso, señalando que sería raro que el Partido Comunista chino no estuviera monitoreando las intenciones del grupo Trump en suelo chino. Otros, en cambio, consideran que a priori, el movimiento no debería levantar banderas rojas porque muchas compañías hacen un registro defensivo de su marca en China solo para prevenir que otros utilicen su nombre de forma indebida. Desde los demócratas, en cambio, la suspicacia es mayor y consideran que es un ejemplo de la negativa de Trump a dejar de lado sus negocios como han hecho otros presidentes.