El Gobierno japonés ha aprobado el proyecto de ley que permitirá al emperador Akihito ceder el cargo a su hijo, Naruhito, en lo que supondrá la primera abdicación de un ocupante del Trono del Crisantemo en 200 años.
El borrador de esta legislación especial, que permitirá sortear la ley imperial que impide en la actualidad la abdicación, se ha aprobado durante la reunión del Gabinete del primer ministro Shinzo Abe.
La ley será enviada mismo al Parlamento, donde el Ejecutivo espera que quede aprobada sin mayores trabas a mediados de junio.
Tras su aprobación, el retiro de Akihito se convertiría en el primero en Japón desde el del Emperador Kokaku en 1817.
El Gobierno considera que el momento idóneo para la abdicación sea en diciembre de 2018, cuando el mandatario cumpla 85 años y complete tres décadas como jefe de Estado.
La norma ha sido trazada específicamente para Akihito de cara a prevenir futuras abdicaciones, dado los problemas que encara la familia imperial en el plano sucesorio.
Estos problemas se han vuelto a poner de relieve después de que la princesa Mako, de 25 años y nieta de Akihito, anunciara hace tres días que se casará con un compañero de universidad, lo que le hará perder su condición de realeza.
Además de no permitir la abdicación, la ley de 1947 que rige la casa Imperial eliminó las llamadas ramas colaterales, de manera que todas las mujeres que nacen en su seno pierden su estatus de realeza al contraer matrimonio con un plebeyo, algo que desde entonces ha reducido sustancialmente el número de sus integrantes.
El matrimonio de Mako dejará en 18 el número de miembros de la dinastía hereditaria reinante más antigua del mundo.
De esos 18, sólo tres, aparte de Akihito, son varones con acceso al trono: el príncipe heredero Naruhito (57 años), su hermano Akishino (51 años) y el hijo de éste, Hisahito, de 10 años y hermano menor de la princesa Mako.
Aunque la abdicación ha sido un fenómeno común a lo largo de la historia del Trono del Crisantemo, que ha sido además ocupado por varias mujeres (la última en el siglo XVIII), la ley de 1947 eliminó ese supuesto y solo permite a los hombres ocupar el cargo.
El Gobierno conservador japonés no ha querido cambiar este punto para permitir que las mujeres suban al trono pese a las presiones que ha recibido de la oposición para hacer más igualitaria la institución.