El exsargento estadounidense Charles Robert Jenkins, que desertó a Corea del Norte en los sesenta, falleció la noche del lunes a los 77 años, ha confirmado un funcionario del Ayuntamiento de la isla japonesa de Sado, donde residía.
La muerte de Jenkins se produjo a las 20.52 hora local (11.52 GMT) en un hospital de Sado debido a una arritmia mortal, según el portavoz municipal.
Su esposa, la japonesa Hitomi Soga, uno de los nipones secuestrados entre los años 70 y 80 por el régimen de Corea del Norte y con quien se casó en aquel país, se mostró "sorprendida y afectada" por la repentina muerte de Jenkins, indicó en un comunicado.
Charles Jenkins, natural de Carolina del Norte (EEUU), cruzó en enero de 1965 las alambradas de la Zona Desmilitarizada que separa ambas Coreas mientras estaba destinado en Corea del Sur, con el objetivo de eludir un supuesto traslado a Vietnam.
El exsargento relató, una vez fuera del hermético país, que había planeado ir a Rusia y entregarse, y que no esperaba que lo retuviera el régimen de Pyongyang.
Durante los casi 40 años que vivió en Corea del Norte, Jenkins participó como actor en películas de propaganda antiestadounidense y trabajó como profesor de inglés en instituciones norcoreanas.
En una de esas clases conoció a Soga (58 años), una de los japoneses secuestrados por los espías de Corea del Norte en los sesenta con el fin de adiestrar agentes secretos norcoreanos, con la que se casó en 1980 y junto a la que tuvo dos hijas.
Soga fue puesta en libertad en 2002, poco después de la visita a Pyongyang del entonces primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi, para recabar información sobre sus compatriotas secuestrados por Corea del Norte para servir de profesores de japonés a sus espías.
La mujer regresó a Japón junto a dos parejas de secuestrados, cuyos hijos, nacidos en Corea del Norte, fueron finalmente autorizados por el régimen para reunirse con sus padres tras una segunda visita de Koizumi a la capital norcoreana dos años más tarde.
El regreso de Jenkins y las dos hijas de la pareja, Mika y Brinda, se retrasó por el temor del exsargento a ser arrestado por las autoridades estadounidenses a su llegada a Japón.
Finalmente, en julio de 2004 Jenkins llegó a este país y fue juzgado por deserción por un tribunal militar de Estados Unidos.
Su edad, mala salud y el tiempo transcurrido desde que se produjeron los hechos influyeron en la levedad de la pena que se le impuso, 30 días de confinamiento y baja deshonrosa.
"Los primeros quince años en Corea del Norte viví como un perro", sufriendo palizas de los militares norcoreanos, explicó durante el proceso Jenkins, quien cumplió la pena impuesta por el Pentágono en la prisión militar de Yokosuka, cerca de Tokio.
La familia residía en la isla de Sado (prefectura de Niigata, centro), de la que es natural Soga, desde diciembre de 2004.
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