Cuando se cumplen dos meses desde su golpe de Estado, la junta militar birmana no consigue estabilizar el país bajo su mando, asediada por las protestas y el gobierno civil paralelo, el resurgimiento de los conflictos con las guerrillas étnicas y la presión internacional contra su brutalidad.
En un ambiente cada vez más tenso y desolador, las protestas continúan por todo el país contra el levantamiento militar del pasado 1 de febrero, que depuso al Gobierno electo de la premio nobel de la paz Aung San Suu Kyi y acabó con una frágil transición democrática.
Este viernes más de 20 personas murieron después de que las fuerzas de seguridad de Birmania lanzaran artefactos explosivos contra manifestantes en la ciudad de Bago, a unos 70 kilómetros al norte de Rangún.
Y mientras las fuerzas de seguridad continúan con su brutal represión a los manifestantes y la población en general, que ha dejado más de 530 muertos, crece la presión internacional. Estados Unidos y los países europeos, entre otros, exigieron este viernes en el Consejo de Seguridad de la ONU medidas contra los militares birmanos para frenar la represión.
Apoyo ruso
Aunque numerosos Gobiernos han impuesto ya sanciones contra la junta militar, hasta ahora no ha habido acciones concretas en Naciones Unidas, con el Consejo de Seguridad limitándose a condenar la violencia, pues China y Rusia -que tienen poder de veto- se han mostrado por el momento reacias a ir más allá.
De hecho, Rusia advirtió que las sanciones impuestas a la junta militar son “inútiles y extremadamente peligrosas” y “sólo contribuyen a enfrentar a las pares”. Rusia advierte que las sanciones contra Birmania son "estúpidas y extremadamente peligrosas".
En este sentido, Rusia se ha mostrado dispuesta a continuar colaborando militarmente en Birmania pero sin interferir en los asuntos internos del país asiático. De hecho, el viceministro de Defensa ruso, Alexander Fomin, asistió el desfile por el Día de las Fuerzas Armadas el pasado 27 de marzo.
Apagón informativo
En este contexto, la junta militar de Birmania trata de intensificar el apagón informativo al que está sometiendo al país desde el golpe de Estado, con el bloqueo de canales vía satélite.
El operador privado de la televisión por satélite PSI, esencial en zonas remotas del país ante la ausencia de otros medios de comunicación, indicó en un escueto mensaje que los canales Mizzima y DVB, críticos con la junta militar, dejaban de estar disponible "por motivos de seguridad".
"La junta no se detendrá hasta que hayan arrastrado al país a la edad de piedra mediática de antaño, bajo los regímenes militares anteriores que controlaron el país durante casi 50 años. Esta flagrante violación a la libertad de prensa, el acoso e intimidación de periodistas debe cesar de inmediato", apuntó a Efe Phil Robertson, subdirector para Asia de Human Rights Watch.
El gobierno del general Min Aung Hlaing ya había revocado tras la el golpe de Estado del 1 de febrero las licencias de ambos medios, aunque los canales continúan sus emisiones desde internet.
Desde el levantamiento, la junta militar no ha cesado en su objetivo de acallar las informaciones sobre la violenta represión, que hasta el jueves había dejado al menos 614 muertos, según las cifras verificadas por la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP).
Sin internet
Los militares han limitado casi al mínimo el acceso a internet (solo funciona parcialmente la conexión por cable), han arrestado a decenas de periodistas y fotógrafos, y se han cerrado todos los diarios independientes en papel del país.
"La junta militar está haciendo todo lo posible para estrangular a los medios independientes y las noticias desde el frente de su brutal y a menudo letal represión contra el movimiento de desobediencia civil", denunció Robertson.
Como respuesta al intento de los generales de cortar el flujo de información han aparecido nuevas publicaciones en papel que pueden pasar de mano en mano por las calles del país.
Molotov, un panfleto antijunta, y The Voice of Spring, una publicación en birmano de dos páginas, han sido impulsadas por un sindicato de estudiantes y empezaron a distribuirse esta semana.
Explosivos contra los manifestantes
Al menos veinte personas han muerto este viernes en Bago, a unos 70 kilómetros al noroeste de Rangún, donde las fuerzas de seguridad supuestamente dispararon contra los manifestantes con artefactos explosivos utilizados en conflictos bélicos, informa el portal de noticias Myanmar Now.
El medio acompaña la información con una serie de fotografías donde se aprecia un trozo de proyectil, que podría haberse lanzado por un mortero.
En un vídeo publicado en las redes sociales se escucha el sonido de una serie de explosiones antes del amanecer, acompañados de ráfagas de disparos.
La violencia de las autoridades, sin embargo, no logra intimidar a parte del movimiento de disidencia civil y esta jornada se registraron protestas en Rangún y Mandalay, las dos ciudades más importantes del país.
Condena internacional
Un total de dieciocho embajadores en Birmania pidieron en un comunicado conjunta la restauración de la democracia y denunciaron el asesinato de civiles por parte de las fuerzas de seguridad.
"Estamos unidos para apoyar las esperanzas y aspiraciones de todos aquellos que creen en una Birmania libre, justa, pacífica y democrática. La violencia debe cesar, todos los detenidos políticos deben ser liberados y la democracia debe restablecerse", señala el comunicado firmado por los embajadores de Estados Unidos, Reino Unido, la Unión Europea, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur y varios países europeos, incluido España.
Por su parte, Estados Unidos anunció nuevas sanciones contra sociedades controladas por el Estado birmano, en este caso Myanma Gems Enterprise, empresa que controla la explotación y exportación de mineral, entre ellos el apreciado jade.
"Al imponer sanciones selectivas a esta entidad, estamos enviando una señal clara a los militares de que Estados Unidos seguirá aumentando la presión sobre las fuentes de ingresos del régimen hasta que cese su violencia", señaló el secretario de Estado, Antony Blinken, en un comunicado.
El Consejo de Seguridad de la ONU, reunido este viernes, ha exigido medidas contra los militares birmanos. "El Ejército ha ignorado nuestras condenas, poniendo a prueba al Consejo de Seguridad. ¿Va el Consejo a discutir nimiedades sobre el lenguaje en otra declaración? ¿O vamos a actuar para salvar vidas?", señaló la embajadora de EEUU ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield.
La representante estadounidense recalcó que los militares "tienen que sentir los costes asociados con sus horribles acciones" e hizo referencia a posibles medidas como sanciones contra líderes del Ejército, empresas o un embargo de armas.
En una declaración conjunta, los países de la Unión Europea (UE) -que, como EE.UU., han impuesto sanciones por su cuenta- subrayaron que la comunidad internacional tiene la responsabilidad de actuar.
Los uniformados justifican el golpe por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los que arrasó el partido de Aung San Suu Kyi, como ya hiciera en 2015; elecciones que fueron consideradas legítimas por los observadores internacional.