Tras acabar con la política del hijo único, que durante décadas obligó a los ciudadanos a tener sólo a un descendiente, China se está replanteando de nuevo su política de natalidad. El país se está abriendo al debate de permitir a las parejas que tengan un tercer hijo, ante la caída de su población.
En los últimos diez años, la población china creció un 5,38 %, el ritmo más lento del que se tienen registro, y está próxima a revertir su histórico crecimiento, debido al envejecimiento de la población y al descenso de la natalidad en los últimos años.
Según el censo de 2020, el gigante asiático tiene casi 1.412 millones de habitantes, frente a los cerca de 1.340 millones que tenía en 2010, que ha aumentado en 72 millones desde entonces. Esto corresponde a un ritmo de crecimiento del 0,53%, ligeramente inferior al 0,57 % del período 2000-2010.
Además, a esto hay que sumarle una población cada vez más envejecida. Los mayores de 60 años son, según el último censo, 264 millones o un 18,7 % del total, y los de más de 65 crecieron hasta los 190 millones.
Pero el dato que tiene a las autoridades chinas más preocupadas es el de la natalidad. En 2020 el número de nacimientos se redujo por cuarto año consecutivo, con un total de 12 millones frente a los 14,65 millones de 2019.
Todo ello está haciendo que el Gobierno de China se replantee sus restricciones históricas. De hecho, algunos gobiernos locales ya permiten tácitamente que las parejas tengan más de dos hijos.
Hasta hace poco, las parejas que vulneraran la ley, teniendo más de dos hijos, tendrían que pagar una multa que podría llegar a los 6.200 euros. Pero, poco a poco, los gobiernos han dejado de sancionar a estas parejas.
Pekín ha dicho que los funcionarios públicos ya no serán despedidos por tales infracciones y los líderes del partido se han comprometido a hacer que las políticas de natalidad sean más inclusivas, una señal que algunos analistas creen que va en la dirección de flexibilizar más las reglas.
Hay cada vez más voces en China, incluidos legisladores, académicos y funcionarios, que piden al gobierno a abolir las restricciones de natalidad. El Partido Comunista Chino empieza a ser consciente de que, si quiere revertir la caída acentuada de la natalidad, debe tomar medidas enérgicas.
El aumento de la población envejecida y la caída en los nacimientos se traduce en menos trabajadores y menos demanda, lo que podría frenar el crecimiento de la segunda economía más grande del mundo.
Cambios culturales
Pese a la evidencia, el partido todavía se muestra reticente a quitar completamente las restricciones a la natalidad. Entre las autoridades existe el recelo de que en áreas empobrecidas del país, donde hay una voluntad arraigada de tener más hijos, una relajación de la ley signifique un aumento de niños que estarán condenados a la pobreza nada más nacer.
Por lo pronto, su enfoque va más a en la dirección de crear excepciones y desmantelar la burocracia que rodea la planificación familiar, que que en la de eliminar por completo la normativa. En algunas regiones, los agentes de policía, los empleadores y los funcionarios son los que están decidiendo cuán estrictas o laxas son las reglas. Esto puede significar más libertad para algunos, pero también crea demasiada incertidumbre entre la población.
Los cambios culturales que se están viviendo en el país podrían hacer cambiar la estrategia. Por una parte, hay una generación de mujeres cada vez más preparadas que está posponiendo el matrimonio y la decisión de tener hijos incluso por el rechazo a las actitudes tradicionales que dictan que las mujeres deben asumir la mayor parte de la responsabilidad de criar a los hijos y las tareas del hogar.
Por otra los gastos de educación, vivienda y atención médica son cada vez más. Muchos chinos simplemente prefieren familias más pequeñas, y los esfuerzos del gobierno para aumentar la tasa de natalidad, incluida la introducción de una política de dos hijos en 2016, han fracasado en gran medida.
"Tenemos que aprovechar el hecho de que un cierto número de residentes ahora están dispuestos a dar a luz, pero no se les permite hacerlo", señaló el banco central de China en un documento de trabajo que publicó el 14 de abril. "Cuando nadie quiera parir, será inútil".