El XX Congreso del Partido Comunista de China arrancó el domingo rodeado de un fuerte dispositivo de seguridad, Xi Jinping, el máximo mandatario del gigante asiático, llamó a apuntalar el dominio militar chino a través de la construcción de un ejército de categoría mundial. Gran parte de su discurso inaugural se centró en la seguridad nacional, en la necesidad de que el país esté preparado para una eventual crisis de alimentaria y energética y en mejorar la capacidad de reacción de la nación frente a eventuales catástrofes, aunque no ha especificado de qué tipo.
"Debemos fortalecer nuestro sentido de la dificultad y estar preparados para el peligro en tiempos de paz", aseguró el mandatario durante una intervención que duró poco menos de dos horas. "Hay que estar alerta para días de lluvia, estar listos para afrontar grandes vientos y oleajes, asegurar cadenas de suministro y mejorar la capacidad de hacer frente a las catástrofes, así como proteger la información personal".
Para hacerse a la idea de la prioridad que Xi le ha dado a la seguridad en este nuevo cónclave, Reuters ha contabilizado cuántas veces ha utilizado las palabras "seguridad" y "protección": al menos 89, 34 veces menos que en 2017, mientras que el término "reforma", uno de los más habituales, ha descendido de 68 en 2017 a las 48 de ayer.
En esta última década en el poder, Xi Jinping ha recrudecido el autoritarismo en China a través del control estatal de la economía y las políticas de videovigilancia más punteras, siempre en nombre de la "prosperidad común" y "el socialismo perfecto". También ha enfocado sus esfuerzos en la "reunificación pacífica" con Taiwán, a la que ha señalado como una de sus máximas prioridades. Además, el mandatario comunista ha alertado acerca de la interferencia extranjera en la disputa sobre Taiwán, aunque no nombró en ningún momento a Estados Unidos ni a las provocaciones de Nancy Pelosi.
Asimismo, el mandatario asiático ha elogiado la decisión de tomar "medidas enérgicas" contra el movimiento prodemocrático de Hong Kong al introducir leyes de seguridad nacional para frenar a la disidencia. "Las acciones restauraron el orden y marcaron un giro para mejorar en la región”, ha asegurado Xi.
Sobre su posicionamiento en torno al conflicto de Ucrania, silencio. A pesar de que la China está en sintonía con el Kremlin, Xi Jinping ha evitado pronunciarse sobre las tensiones con Occidente. Tampoco ha mencionado a Vladímir Putin ni sus amenazas sobre un eventual uso de armas atómicas en territorio europeo.
"Debemos construir un mercado económico socialista de primer nivel, consolidar y desarrollar sin fisuras el sistema de propiedad pública, fomentar y apoyar sin fisuras el crecimiento de la economía privada, dar todo el juego al papel decisivo del mercado en la asignación de recursos, y ofrecer un mejor juego al papel del gobierno", secundó Xi Jinping durante su discurso.
De hecho, tal y como señala Alfred Wu, profesor de la Universidad de Políticas Públicas Lee Kuan Yew de Singapur, no se prevé que de este congreso salgan cambios significativos en las políticas del gigante asiático. "La narrativa es: China enfrenta muchos peligros, el país está en un estado similar al de una guerra, figuradamente, y él es el salvador. Con esa narrativa la gente puede unirse en torno a su figura", explicó en declaraciones recogidas por Reuters.
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Este congreso es el primero desde la eliminación de los límites de mandato para los líderes del partido, lo que permite a Xi Jinping seguir siendo "líder de por vida". Evidentemente, se esperan más cambios constitucionales esta semana para profundizar su poder y lugar dentro del partido, incluida la consagración de él mismo como el "núcleo" del PCCh.
También se reorganizarán las filas de liderazgo eleven a los aliados y leales a Xi. Además, el objetivo es que la reunión más importante en el ciclo político le dé al presidente otro mandato de cinco años al frente de China, lo que consolidaría su posición como el líder más poderoso desde Mao Zedong.
Objetivo: Taiwán
Muchos taiwaneses ven la represión en Hong Kong como una advertencia de un futuro sombrío en caso de que caigan bajo el gobierno de Pekín. Los comunistas de China han sostenido durante mucho tiempo que Taiwán, que según el PCCh es una provincia de China, debe “reunificarse” con el continente y es el núcleo del plan de Xi para el “rejuvenecimiento nacional” de China.
“Las ruedas de la historia avanzan hacia la reunificación y el rejuvenecimiento de la gran nación china. La reunificación completa debe realizarse y sin duda se puede lograr”, ha afirmado Xi este domingo ante una avalancha de aplausos al pronunciar su discurso. “Seguiremos luchando por la reunificación pacífica con la mayor sinceridad y el máximo esfuerzo, pero nunca prometeremos renunciar al uso de la fuerza y nos reservaremos la opción de tomar todas las medidas necesarias”, ha señalado.
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Por su parte, el gobierno de Taiwán sostiene que es una nación soberana que no necesita declarar su independencia, y una mayoría creciente de su gente rechaza la idea del gobierno chino.
Otra de las realidades es que Pekín y el resto de ciudades del país han sido encerradas bajo estrictas normas de seguridad, en un intento por evitar cualquier interrupción del congreso. Todos los puentes de la capital tienen guardias de seguridad apostados después de que un manifestante solitario colgara pancartas contra Xi en un paso elevado de esta metrópolis la semana pasada y fuera arrestado. Los disidentes han sido bloqueados permanente en las redes sociales simplemente por compartir imágenes de la protesta, según Wall Street Journal.