Las puertas del polémico templo dedicado al dios Ram se abrieron este lunes en la India con ceremonias de consagración en el lugar que los hindúes consideran el nacimiento de la deidad. Tras más de tres décadas después de que una mezquita fuera derribada por un grupo de fanáticos hindúes en la ciudad Ayodhya, el primer ministro del país, Narendra Modi, encabezó la ceremonia de inauguración del nuevo templo hindú que se erige en el mismo lugar.
Para muchos hinduistas, la inauguración de este templo representa un momento de trascendental significado religioso. Considerado el lugar de nacimiento de Ram, el templo ha sido anunciado como el regreso de la deidad a su lugar legítimo y la liberación de la India de las ataduras de la ocupación religiosa pasada.
“Es el templo de la conciencia nacional en la forma de Ram. Ram es la fe de la India, Ram es la base de la India (...) Ram es el líder (...) Ram es la política”, señaló Modi en un mitin al término de la ceremonia, que comenzó con una serie de ritos para consagrar el templo hindú llevado a cabo por decenas de sacerdotes.
"Ram ya no vivirá en una tienda de campaña. Ahora residirá en un magnífico templo. Esto marca el comienzo de una nueva era. Este día será recordado durante los siglos venideros", añadió el primer ministro indio en declaraciones recogidas por Efe.
El templo es considerado por algunos líderes nacionalistas como un centro religioso equiparable a la Ciudad del Vaticano y La Meca, al ser percibido como un emblema del Hindutva. Esta ideología postula que los hindúes son los auténticos habitantes de la India y ha servido como justificación para la expulsión o marginación de cristianos, musulmanes y otras minorías religiosas.
La consagración del templo de Ram se convirtió en un acontecimiento de relevancia nacional, contando con la presencia de 8.000 invitados oficiales, entre ellos, políticos, diplomáticos o estrellas de Bollywood. Mientras tanto, miles de peregrinos de todo el país acudían a Ayodhya, en el estado norteño de Uttar Pradesh, para expresar su devoción tanto al nuevo templo como a Ram.
La ciudad, según cifras recogidas por el diario británico The Guardian, experimentó una transformación impulsada por una inversión gubernamental de 3.000 millones de dólares para la ornamentación con flores, banderas de color azafrán, imágenes de Ram o vallas publicitarias que hacían alusión a Modi.
El país se ha paralizado ante la magnitud del acontecimiento. Varios estados, incluyendo Uttar Pradesh, Madhya Pradesh, Goa y Maharashtra, han anunciado el cierre de escuelas y comercios, declarando el día como festivo. Además, el Gobierno indio ha decretado el cierre de todas sus oficinas, bancos del sector público e instituciones financieras hasta la conclusión de la ceremonia.
Una ubicación controvertida
Situado a las orillas del río Sarayu, este templo se erige sobre las ruinas de una mezquita construida en el siglo XVI por el emperador mogol Babar, la cual fue destruida en 1992 por una turba de fanáticos hinduistas en el contexto de una campaña liderada por una organización extremista hindú y el actual partido gobernante, el Bharatiya Janata Party (BJP) de Modi, informa Efe.
Tras la demolición, se desencadenó una ola de violencia entre hindúes y musulmanes que resultó en la muerte de 2.000 personas, principalmente de la comunidad musulmana, que representaba el 14,2% de la población o 172 millones de personas según el censo de 2011.
La perspectiva hindú sostiene que la mezquita se erigió sobre las ruinas de un antiguo templo, el cual señalaba el lugar exacto del nacimiento del dios Ram. En 2019, el Tribunal Supremo de la India respaldó esta interpretación, dando luz verde a la construcción de un nuevo templo.
La demolición de la mezquita en 1992 marcó el inicio del ascenso del nacionalismo hindú, consolidándose como la fuerza política dominante en la India actualmente. La promesa de erigir un templo Ram en Ayodhya ha sido central en la agenda política del partido Bharatiya Janata (BJP) liderado por Modi, con el objetivo de establecer la supremacía hindú en el país.
Para muchos, la prisa por inaugurar el templo, que no estará terminado hasta el próximo año, se interpreta como una estrategia orquestada por parte de Modi para obtener réditos políticos antes de las elecciones de primavera, en las cuales buscará conseguir un tercer mandato en el poder.