Miembros de la unidad de infantería de las Fuerzas de Autodefensa de Japón marchan durante un desfile.

Miembros de la unidad de infantería de las Fuerzas de Autodefensa de Japón marchan durante un desfile. Reuters

Asia

El ejército de Japón en la Constitución: el sueño de Shinzo Abe pone fin al acuerdo de la IIGM

El primer ministro, Fumio Kishida, desea modificar la constitución pacifista del país e incluirá el ejército como punto final de su mandato.

28 agosto, 2024 02:33

El primer ministro japonés, Fumio Kishida, instó durante los primeros días de agosto al comité de reforma constitucional del Partido Liberal Democrático (PLD) a acelerar las discusiones sobre la inclusión de las Fuerzas de Autodefensa (FAD) en el artículo 9 de la Constitución, con el objetivo de alcanzar un consenso a finales de este mes. Kishida destacó la necesidad de garantizar en la ley suprema el deber del Estado de proteger a sus ciudadanos, una medida que busca poner el broche final a su mandato de cara a las elecciones presidenciales del PLD en septiembre.

Durante la reunión, Kishida también abogó por someter la inclusión de las FAD en la Constitución a un referéndum nacional, junto con la cláusula de emergencia. Subrayó la importancia de que el pueblo decida sobre estos temas. Además, Keiji Furuya, jefe del comité de reforma constitucional del PLD, anunció la creación de grupos de trabajo para organizar los debates sobre la reforma y redactar una cláusula sobre la extensión del mandato parlamentario en situaciones de emergencia. El PLD, con una mayoría holgada en ambas cámaras del Parlamento, podría tener la oportunidad de avanzar en la reforma constitucional aunque necesitaría el apoyo de otros partidos y, finalmente, el apoyo de la población en un referéndum nacional para lograr su objetivo.

Desde China, la señal de alarma la dieron los medios gubernamentales, como el caso del diario oficialista “Global Times”, que en un artículo inmediatamente posterior al anuncio de Kishida aseguró que este movimiento de Tokio hará que se infunda miedo en aquellos que aprecian la paz y la estabilidad en la región de Asia y el Pacífico. El Director del Instituto de Estudios de EUA y Asia Oriental de la Universidad de Liaoning, Lü Chao, aseguró a este medio que “si Japón reforma con éxito la Constitución pacifista, permitirá que este país agresor y derrotado, potencialmente participe en guerras contra otros países o use la amenaza de guerra”.

En estas declaraciones a este miedo gubernamental, Lü no sólo hace hincapié en el peligro que ello puede suponer para la región del Indo-Pacífico sino que señala que esto rompe descaradamente el orden internacional establecido después de la Segunda Guerra Mundial. “Con Japón continuando expandiendo sus capacidades militares más allá de sus necesidades de autodefensa, si los restos del militarismo no se abordan adecuadamente, Japón podría volver a convertirse en un centro de incertidumbre en la región”, advirtió el académico chino.

Durante casi tres años en el cargo, Kishida ha logrado lo que el difunto exprimer ministro, Shinzo Abe, siempre defendió en su dilatado mandato pero no pudo llevar a cabo: no sólo sitúa sobre la mesa un inusitado cambio constitucional sino que lideró un incremento sin precedentes en el gasto en defensa y, en diciembre de 2022, implementó una reforma radical en la política de seguridad. Esta reforma permite a las FAD japonesas contraatacar en caso de ser atacadas y autoriza la exportación de armas letales a países aliados. En este periodo, China, Corea del Norte y Rusia fueron señalados como amenazas para Japón, en un contexto descrito como ”el más grave y complejo desde el final de la Segunda Guerra Mundial”.

El malogrado ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe, en el momento de su renuncia en 2020.

El malogrado ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe, en el momento de su renuncia en 2020. Reuters

Si bien a lo largo de su mandato, Kishida logró estabilizar las siempre volátiles relaciones con Corea del Sur y fortaleció aún más la alianza con EUA y los países occidentales, no pudo mantener el equilibrio diplomático que había conseguido su predecesor, Abe, quien logró celebrar 27 cumbres con el presidente ruso, Vladímir Putin. Kishida también deterioró las buenas relaciones que Abe había establecido con la China de Xi Jinping y perdió la oportunidad de una posible cumbre este año con Corea del Norte, después de que el líder norcoreano, Kim Jong-un, reanudara los contactos con Tokio tras el terremoto del 1 de enero.

El pacifista artículo 9

El célebre y pacifista artículo 9 de la carta magna nipona expresa que el pueblo renuncia de manera definitiva a la guerra, a la amenaza y al uso de la fuerza. Japón es el único país en el mundo que tiene, como norma constitucional, esta renuncia explícita a la guerra. Por lo tanto, según este ordenamiento jurídico, Japón se niega a mantener fuerzas armadas en todo momento. Esta orientación pacifista se fundamentaba en la convicción de que, en caso de emergencia, serían los EUA quienes asumirían la defensa del país.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los EUA no sólo redactaron la Constitución sino que ocuparon Japón durante siete años, asumiendo la defensa de su territorio. A pesar de que la ocupación terminó, EUA, junto con Japón, sigue manteniendo 130 bases militares en el país. Estas bases son fundamentales para la estructura de defensa tanto de EUA como de Japón. Esta considerable presencia militar ha llevado a que Japón sea conocido como “el portaaviones más grande de EUA” ya que no hay otro país en el mundo que albergue más militares estadounidenses que Japón.

Actualmente Japón cuenta con las FAD, un ejército de facto, des de 1954 establecido democráticamente ya que todo Estado tiene derecho a su existencia y a defenderse de agresiones externas. Por ello, incluso aquellos países que oficialmente carecen de fuerzas armadas, como Panamá o Costa Rica, cuentan con cuerpos policiales encargados de la protección de fronteras y de la vigilancia de la soberanía en sus espacios aéreos y marítimos.

Si comparamos el Japón de la posguerra, que solo contaba con fuerzas policiales, con el país actual, vemos un cambio radical: A día de hoy, las FAD no solo se consideran entre las más poderosas de la región, sino del mundo entero: cuentan con 200.000 efectivos, más de 50 buques de guerra, incluyendo cuatro portahelicópteros, y más de 300 aviones de combate. Este desarrollo militar no solo se basa en cifras, sino en la calidad de su equipamiento electrónico, diseñado especialmente para la defensa contra amenazas submarinas y misiles enemigos. Descontando el potencial nuclear chino, las capacidades técnicas y tecnológicas japonesas posicionan a su armada entre las mejor equipadas de Asia.

Fuerzas militares japonesas durante un desfile.

Fuerzas militares japonesas durante un desfile. Reuters

Estos cambios conceptuales y estratégicos en la capacidad militar de Japón hechos por el partido de Abe y Kishida a lo largo de estos últimos años no han estado exentos de críticas y temores, tanto dentro como fuera del país. En el ámbito internacional, existe una gran desconfianza dado que los países vecinos han experimentado en su historia reciente las consecuencias del militarismo japonés y su expansión. A nivel interno, muchos actores políticos y ciudadanos ven con preocupación el aumento de la inversión en militares, ya que los estragos y la destrucción causados por la Segunda Guerra Mundial, provocada en el Pacífico por el expansionismo imperialista japonés, aún están presentes en la memoria colectiva. Por ello, el pueblo japonés se caracteriza, entre otras cosas, por un profundo rechazo a la guerra.

Incremento de su presupuesto en defensa

Para el gobierno de Kishida, la premisa es clara: la paz solo puede garantizarse manteniendo un equilibrio frente a posibles agresores. La idea de que un país no será atacado por carecer de fuerzas armadas poderosas es, en su visión, errónea. La invasión de Ucrania ha sido un recordatorio contundente para Japón, avivando las alertas y fortaleciendo los esfuerzos de defensa en Taiwan. En este contexto, Japón planea incrementar su presupuesto de defensa en un 60% para 2027, lo que lo posicionará como la tercera potencia militar del mundo, solo por detrás de EUA y China.

El cambio en el pensamiento estratégico japonés ya se empezó a vislumbrar desde hace algunos años durante el mandato de Abe, impulsado por el creciente poderío militar de China, sus amenazas de “recuperar” Taiwan, incluso por la fuerza, y los continuos ensayos con misiles de Corea del Norte. Sin embargo, la invasión rusa a Ucrania fue lo que terminó por desmantelar los últimos obstáculos en el gobierno, en la población y en las FAD para implementar cambios fundamentales en la concepción y estrategia de defensa de Japón. La incursión militar de Putin en Ucrania dejó en evidencia la urgencia de estar preparados para lo imprevisible: la ciudadanía ha cambiado su percepción, y por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la mayoría apoya ahora el fortalecimiento de las capacidades militares del país. Este cambio de mentalidad es, sin duda, algo sin precedentes en Japón.