Xi Jinping, en su cumbre con países africanos esta semana

Xi Jinping, en su cumbre con países africanos esta semana Reuters

Asia CHINA

Crímenes y purgas en la China del emperador rojo Xi, el dictador que recibe de nuevo a Sánchez

Su poder es comparable al de las antiguas dinastías chinas, y su estrategia para tener el control absoluto del PCCh y el ejército no carece de sombras.

8 septiembre, 2024 02:40

Pedro Sánchez estará esta semana en China, donde se reunirá con Xi Jinping, el líder que ha roto las normas no escritas de traspaso de liderazgo en el Partido Comunista de China (PCCh) para perpetuarse al frente de la mayor dictadura del mundo hasta su muerte. Para ello, ha recurrido a purgas y desapariciones de amigos y enemigos, entre las que se rumorean asesinatos. Este hermetismo tradicional del PCCh se ha reforzado aún más bajo el mandato de Xi. En la cultura asiática, los silencios son más elocuentes que el ruido.

La visita de Sánchez coincide con la reciente publicación de una biografía del enigmático líder chino, The Red Emperor: Xi Jinping and his new China, escrita por el veterano periodista Michael Sheridan, quien comenzó su carrera en Hong Kong durante las protestas prodemocráticas de Tiananmen en 1989, ha sido testigo de la devolución de Hong Kong en 1997 y del ascenso de China como superpotencia en las últimas tres décadas.

Xi Jinping, líder de la segunda potencia económica mundial, nació en Pekín en 1953, en el seno de una familia revolucionaria, los llamados "Taizidang" o "Principitos" de la Aristocracia Roja. Xi pertenece a una de las cuatro facciones reconocidas dentro del PCCh, enemiga de la Liga de la Juventud de China. Las otras dos facciones son la Izquierda nostálgica del Maoísmo y los Patriotas cibernacionalistas.

Portada de 'The Red Emperor: Xi Jinping and his new China'

Portada de 'The Red Emperor: Xi Jinping and his new China'

El poder de Xi Jinping es comparable al de las antiguas dinastías chinas. Entre los hechos que explican su psicología están su pedigrí comunista, la humillación y caída de su padre, y su propia denostación durante la Revolución Cultural (1966-76). La masacre de Tiananmen y la voraz corrupción de los años de "apertura y desarrollo" también influyeron en su visión política, marcada por la paranoia y el cálculo estratégico.

En los días previos a su ascenso, Xi era visto como un burócrata gris y eficiente que no despertaba ni animadversión ni pasiones entre las élites comunistas. Esta percepción contrastaba con la figura de su amigo Bo Xilai, una carismática estrella que movilizaba a las masas en el sur del país. El PCCh había aprendido a evitar líderes carismáticos tras la Revolución Cultural y el caos sucesorio que siguió a la muerte de Mao en 1976. Las facciones acordaban tácitamente el ascenso de sus protegidos a dos generaciones vista para mantener el equilibro de poder y ofrecer una imagen de unidad y coherencia comunista ante el pueblo.

La caída de Bo

El primer síntoma de que algo no iba bien fue precisamente la escandalosa y estrambótica caída en 2012 de Bo Xilai, el líder del PCCh en la próspera Chongqing, que agitaba a las masas con canciones revolucionarias maoístas.

A principios de la década de 1980 Bo y Xi habían compartido juergas. Cuando la entonces mujer de Xi, Ke Xiaoming, lo abandonó marchándose a Londres, el futuro mandatario "empezó a ver más a sus amigos varones, especialmente a otro 'principito' restaurado llamado Bo Xilai, (…) famoso por sus juergas y su afición a las mujeres jóvenes. Xi era torpe y aburrido, no era ni un ligón ni un maestro de la seducción, así que sus amigos le emparejaron con una mujer para consolarle por la ausencia de su esposa. Xi la abandonó al cabo de unos meses, temiendo que la revelación de una relación extramatrimonial perjudicara", relata la biografía, mencionando la publicación hongkonesa Xi Jinping and His Lovers.

Treinta años más tarde, el calculador Xi, que ya se había asegurado el liderato con un silencioso ascenso por diversas provincias, se dio un paseo por Chongqing, donde aplaudió la campaña roja y teatral de su camarada, el seductor Bo. Les unía su pasado, la supervivencia a los castigos sufridos por sus familias, pero sus estirpes eran rivales. La misteriosa muerte en 2012 del empresario británico Neil Heywood en un hotel, por el que fue acusada la esposa de Bo, Gu Kailai, su supuesta amante, fue digna de un thriller. Como dato tragicómico, Heywood se paseaba por China en un Jaguar plateado con matrícula "007".

El mejor reportaje sobre ese episodio fue el libro del periodista John Garnaut, uno de los pocos corresponsales con contactos entre las élites del Partido. Bo cumple cadena perpetua en una prisión de élite de máxima seguridad.

Muertes y desapariciones sospechosas

Otro de los rivales de Xi, Zhou Yongkang, cayó también en desgracia en 2012. Zhou, quien había sido jefe del aparato de seguridad de China, fue condenado a cadena perpetua por corrupción. Según Sheridan, Zhou fue "el hombre más siniestro de China", involucrado en la creación de la sociedad de vigilancia masiva y en la corrupción del sector petrolero. También se sospecha que estuvo implicado en el asesinato de su primera esposa.

El fallecido primer ministro de Xi, Li Keqiang, fue otro de los aliados que perdió influencia. Li, un protegido del expresidente Hu Jintao, pertenecía a la facción de la Liga de la Juventud de China, que se fue desvaneciendo a medida que Xi consolidaba su poder. Li murió en 2023, meses después de dejar el cargo, oficialmente de un ataque cardíaco, pero su muerte ha sido objeto de especulación.

El caso del editor Gui Minhai, el librero de Hong Kong que había revelado detalles de la vida privada de Xi, fue otro episodio oscuro. Gui, con pasaporte sueco, desapareció en 2015 mientras estaba de vacaciones en Tailandia. Fue secuestrado y llevado a China a través de Camboya, donde desapareció junto a otros minoristas de su empresa.

En 2023, nuevos casos de desapariciones y caídas en desgracia sacudieron el régimen de Xi. Li Shangfu, ministro de Defensa, desapareció de la escena pública en agosto y fue destituido dos meses después bajo acusaciones de corrupción en la adquisición de material militar. Junto con Li, cayeron también dos generales de alto rango.

El ministro de Exteriores, Qin Gang, fue otra figura prominente que desapareció en 2023. Qin, antiguo embajador en EE. UU., protegido y aliado de Xi, fue destituido tras varias semanas sin aparecer en público. Su caída está relacionada con una supuesta relación extramatrimonial con la periodista Fu Xiaotian, quien se rumorea tenía conexiones con los servicios secretos británicos, y con facciones enemigas de Xi, y que había alardeado en sus redes sociales del posible hijo que ambos tuvieron y su vida de lujos.

Las tijeras de la Parca

Aunque todas estas purgas han sido justificadas como parte de una campaña anticorrupción, muchos analistas, incluido Sheridan, consideran que estas maniobras son parte de una estrategia más amplia de Xi para reforzar su control sobre el ejército y el PCCh. La desaparición de altos mandos, incluido el magnate tecnológico Jack Ma, suscita preocupación sobre la estabilidad del régimen chino.

El libro de Sheridan sugiere que Xi ha manejado los hilos entre bambalinas para orquestar la caída de sus rivales, con algunas muertes que han sido atribuidas a accidentes pero que levantan sospechas. Por ejemplo, el caso de Ling Jihua, antiguo jefe de personal de Hu Jintao, cuya carrera política terminó tras un accidente automovilístico en 2012 que mató a su hijo. Ling fue condenado a cadena perpetua en 2016.

También se especula que algunos de los aliados más cercanos de Zhou Yongkang sufrieron muertes sospechosas durante la campaña que llevó a su caída. Xu Caihou, vicepresidente de la Comisión Militar Central, murió de cáncer en 2015 mientras estaba siendo investigado por corrupción, lo que evitó un juicio público. Su muerte también levantó sospechas.

Otro caso emblemático es el de Liu Zhijun, ministro de Ferrocarriles, condenado a muerte en 2013, aunque su pena fue conmutada por cadena perpetua. Estos casos sugieren que algunas muertes naturales podrían haber sido facilitadas por las tensiones y presiones políticas del régimen de Xi Jinping, el líder autoritario que dirige los destinos de 1.400 millones de ciudadanos y cuya influencia en el planeta sigue creciendo.