Los tres hombres que se hicieron estallar en la terminal internacional del aeropuerto Atatürk de Estambul llegaron en taxi sin levantar sospechas. Lo consiguieron en el aeródromo de un país en estado de alerta por amenaza terrorista y que además tiene controles a la entrada de los vehículos.
Atatürk tiene "un sistema de seguridad mucho más restringido que muchos otros aeropuertos", destaca la CNN. Los pasajeros deben pasar un doble control de seguridad; el primero de ellos, antes de entrar en el edificio de la terminal internacional. El otro, el habitual control de pasaportes.
Pero lo más importante con respecto a la llegada de los terroristas por taxi es que también existe un control a medio kilómetro de la entrada a la terminal, "aunque sólo se para y controla a vehículos sospechosos", señala la cadena estadounidense con una importante delegación turca.
Un turista español que pasó recientemente dos veces por este aeropuerto señala a EL ESPAÑOL que en ninguna de las dos ocasiones, en las que llegó en taxi, los agentes pararon al vehículo ni vio que hicieran control alguno a otros taxis antes de la llegada al edificio.
Una vez que el pasajero llega al edificio, se le somete al paso por una máquina de rayos X y un detector de metales, destaca la cadena de televisión. Sin embargo, esto sólo sucede en la zona de salidas.
En llegadas no existe este nivel de control (sí hay un detector de metales), por lo que la CNN indica que dos de los terroristas pudieron entrar por ese lugar para hacerse estallar entre los pasajeros. El tercer kamikaze se hizo explosionar junto al aparcamiento.
Un agente disparó a uno de los terroristas que consiguió entrar en el edificio al percatarse de lo que pretendía hacer, pero no pudo evitar que su bomba estallara, según muestra un vídeo del momento.
El atentado ha dejado al menos 42 víctimas mortales y 239 heridos, de quienes 109 ya han recibido el alta. Al menos 13 de los fallecidos son extranjeros.
Asignatura pendiente en la seguridad aeroportuaria
A pesar de tener ese control aleatorio para la entrada de vehículos a la terminal internacional en el aeropuerto de Atatürk, el atentado demuestra que es insuficiente. Desde los atentados de Bruselas del 22-M, donde uno de los ataques se produjo en el aeropuerto internacional de Zaventem antes de pasar el tradicional control de seguridad, la capital belga ha establecido un nuevo control antes de llegar al edificio.
En la carretera de entrada a Zaventem se ha instalado un control militar permanente -sin fecha de finalización- que supervisa a todos los coches que acceden, al contrario que el control aleatorio realizado en Atatürk de tal forma que incluso puede pasar desapercibido a los pasajeros.
En el aeropuerto internacional de Bruselas también se han cerrado varios aparcamientos por motivos de seguridad. Los taxis reciben un trato "especial", pues son los únicos vehículos que tienen permitido el acceso a la zona de llegadas de viajeros. El resto de conductores deben dejar el coche en alguno de los aparcamientos abiertos. Además, hay controles de equipaje a la entrada del edificio y no sólo para pasar a la zona de embarque.
En el caso de París, los aeropuertos Charle de Gaulle (CDG) y Orly incrementaron la seguridad tras el 22-M con recursos humanos: más agentes en las terminales y junto a las pistas (aunque se desconoce el número), según el portal francés de turismo Tourmag. También se patrullan los alrededores de los aeródromos parisinos y la zona hotelera cercana al CDG.
“En el sector aéreo lamentablemente casi todo lo que hay es reactivo, se ponen las medidas una vez que ha fallado”, indicó Pablo Martínez Cutillas, profesor del Grado en Ingeniería Aeroespacial de la Universidad Europea de Madrid, a EL ESPAÑOL poco después de los atentados de Zaventem. Si bien, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) ya estaba trabajando para mejorar la seguridad de las terminales aeroportuarias en la denominada "zona de tierra" antes del 22-M, según Agustín Guzmán, portavoz del sindicato de pilotos españoles Sepla.
Con respecto a lo sucedido ahora en Atatürk, el portavoz del Sepla ya advirtió a este diario que “seguramente” la solución no esté en medidas físicas a la entrada del aeropuerto o una mayor presencia policial, sino en mejorar el intercambio de información entre los servicios de Inteligencia de los distintos países, una de las principales lacras detectadas por los expertos en terrorismo desde hace ya tiempo y que ha sido motivo de discusión en el Parlamento Europeo.
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