Berlín
Todavía bajo los efectos del resultado del referéndum sobre el brexit en el Reino Unido, en la Unión Europea hay motivo para no salir del asombro habida cuenta de las noticias que no paran de llegar del otro lado del Canal de la Mancha. El jueves, por ejemplo, Boris Johnson, exalcalde de Londres y figura de la campaña por la salida británica de la UE, afirmaba que no presentaría su candidatura para ser el nuevo líder del Partido Conservador. 
En mitad de la confusión, muchos miran a Berlín en espera de que Angela Merkel ponga orden, independientemente de que guste o no el sentido de la armonía de la canciller. Así ocurría el lunes, poco después de que Andreas Brücher, responsable de las relaciones de la prensa de la Cancillería Federal, repartiera a los periodistas en la sede del Gobierno alemán la declaración conjunta que llevaron esta semana al Consejo Europeo Angela Merkel, el presidente francés, François Hollande, y el primer ministro italiano, Matteo Renzi. 
Al poco del reparto se escuchaba una queja entre los corresponsales italianos que cubrían la reunión a tres bandas. “¡Este texto es el discurso de Merkel”, decía sobre la declaración uno de ellos, aludiendo a la intervención previa de la canciller ante la prensa. Según el periodista, el texto conjunto no era más que una transcripción de lo que Merkel tenía que decir tras el referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea. 
“Muchos comentaristas dicen ahora que Berlín, Alemania o Angela Merkel tiene que liderar en Europa, pero son todos extranjeros”, asegura a EL ESPAÑOL la renombrada periodista y autora germana Franziska Augstein. “Merkel no es nadie que busque la hegemonía de Alemania en Europa, ella quiere que a Alemania le vaya bien económicamente y tener buenas relaciones de vecindad; desde Francia, por ejemplo, se puede decir que Alemania debe liderar, pero no gustaría nada que Merkel lo dijera”, agrega Augstein, quien sigue la carrera política de la canciller desde hace tres lustros.
Visto así, las quejas del periodista italiano en la Cancillería Federal resultan algo injustas, especialmente porque estuvieron precedidas por un ejercicio de comunicación de algo más de media hora en el que Merkel, Hollande y Renzi trataron de mostrar unidad sin fisuras en su primer encuentro tras la votación de los británicos. “Tenemos que inspirar optimismo y demostrar nuestra cohesión”, había dicho la canciller alemana en compañía de los mandatarios francés e italiano. 
Pero precisamente Hollande y Renzi también parecen desear que prosperen cuanto antes otro tipo de ideas en esta nueva crisis europea. “Socialistas y socialdemócratas en Europa quieren usar esta oportunidad para profundizar en la integración, tratando de estimular el crecimiento económico, así lo han dicho Sigmar Gabriel o Martin Schulz”, dice a este periódico Julian Rappold, experto en cuestiones europeas del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores (DGAP, por sus siglas alemanas), aludiendo por un lado al vicecanciller -la principal pata socialdemócrata de la gran coalición en el Gobierno alemán- y ministro germano de Economía y, por otro, al presidente del Parlamento Europeo. 
El propio Gabriel asentía el jueves en su visita al primer ministro griego, Alexis Tsipras, cuando el responsable del Ejecutivo heleno afirmaba en Atenas que es momento de “cambiar la política de austeridad, el crecimiento debe estar en la agenda”. Es más, el vicecanciller aseguraba que “no es suficiente decir ‘recortamos salarios, pensiones y seguridad social’ mientras no hacemos nada para asegurar que el país mejora en crecimiento y empleo”.
Por su parte, Hollande manifestaba en Berlín a principios de semana que “Europa tiene que seguir haciéndose”, mientras que Renzi apuntaba la necesidad de “diseñar una estrategia” para la Unión. Atisbos de algo así es la declaración escrita que presentaron Merkel, Hollande y Renzi en Berlín, donde se plantea profundizar la cooperación en materia de seguridad, de crecimiento económico y en favor de los jóvenes. 
Contrariamente a lo que parecía indignar al periodista italiano tras recibir ese documento en la Cancillería Federal, Merkel no ha impuesto los términos de esas prioridades. “Merkel está siendo muy cautelosa a la hora de presentar acciones concretas”, subraya Rappold. La canciller sabe que, entre los países miembros gobernados por fuerzas conservadoras prima la idea que el primer ministro neerlandés, Mark Rutte, formuló en la cumbre del Consejo Europeo de esta semana: “soluciones nacionales donde sea posible, soluciones europeas donde sea necesario”.

COLIDERAZGO ALEMÁN 

Apenas una semana después del voto del brexit, Merkel ha defendido en Bruselas que pese la decisión del pueblo británico, los miembros de la Unión siguen teniendo unos “tratados” y una “agenda estratégica” con la que trabajar. La canciller continúa reivindicando, concretamente, el documento titulado “Agenda estratégica para tiempos de cambio”, aprobado por los 27 en junio de 2014, después de las últimas elecciones europeas, una cita con las urnas que estuvo marcada por el auge de partidos euroescépticos. 
Los términos de dicho texto son muy parecidos a los planteados en la declaración hecha esta semana por Merkel junto a Hollande y Renzi. En él también se habla, entre otras cosas, de “una Unión de trabajo, crecimiento, competitividad, libertad, seguridad y justicia”. De lo que no hay pistas es de cómo avanzar en esa dirección. La canciller, que nunca fue amiga de la urgencia ni de grandes soluciones en política, ahora tampoco quiere estar a la vanguardia de una respuesta rápida frente a la crisis abierta por el brexit, especialmente después de haberse despedido en la última cita del Consejo Europeo de su allegado británico en política, el tory David Cameron. 
Cameron era un aliado para Merkel con el que ella ya no puede contar, y eso la ha debilitado
“El Reino Unido  ha sido en la Unión Europea un aliado para Alemania, que servía para contrarrestar la influencia de Francia, especialmente en asuntos económicos, puesto que el Reino Unido siempre ha estado muy a favor de una economía liberal y competitiva mientras que en Francia se defiende más la intervención del Estado y el keynesiansmo”, analiza Kai-Olaf Lang, experto en cuestiones comunitarias del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas alemanas).
Además, según Stefan Kornelius, responsable de la sección de internacional del influyente diario generalista muniqués Süddeutsche Zeitung, el primer ministro británico “David Cameron era un aliado para Merkel con el que ella ya no puede contar, y eso la ha debilitado”.
Para Kornelius, en Alemania, el país más influyente de Europa, el brexit se observa como un fenómeno capaz de erosionar el poderío germano a nivel continental.
Económicamente, las estimaciones menos halagüeñas, planteadas por el DZ Bank – la cuarta institución bancaria germana –, sostienen que el PIB germano podría perder hasta 50.000 millones de euros en 2017 como consecuencia de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. 
Con todo, “parece que hay una mayor demanda de liderazgo alemán en Europa”, sostiene Lang. De ahí que, la cuestión del liderazgo alemán en Europa, que ha marcado el devenir de la Unión en los últimos años, va a estar “aún más presente tras el brexit”, estima Rappold. Sea como fuere, los expertos consultados en Múnich y Berlín sostienen que si Alemania da un paso al frente en las crisis abierta por la decisión de los británicos de salir de la UE, ese liderazgo adoptará la forma de “coliderazgo”. 

CONSOLIDAR O DESARROLLAR LA CONSTRUCCIÓN EUROPEA

Así lo cree Lang, el experto del SWP. “Alemania puede ser el país más importante de la Unión Europea, pero su dominio no es todopoderoso, y Alemania siempre necesita aliados, como se ha visto en situaciones como la crisis del euro, ante las sanciones a Rusia por su comportamiento en el conflicto ucraniano y ante la crisis de los refugiados”, recuerda este investigador.
Para él, el desafío para Alemania “es mantener unida la Unión de los 27”, algo especialmente difícil en un contexto en el que hay que constatar el empuje de asociaciones de miembros dentro de la Unión, como el Grupo Visegrado, que reúne a la República Checa, Eslovaquia, Hungría y Polonia.
Además, no sólo en el Reino Unido hay prominentes euroescépticos. Abundan en el 'Viejo Continente' voces comparables a la de Nigel Farage, el líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP). La francesa Marine Le Pen, del Frente Nacional, Geert Wilders, del Partido de la Libertad neerlandés, Heinz-Christian Strache, del Partido de la Libertad de Austria o Frauke Petry, de Alternativa para Alemania, son sólo algunas de ellas.
¿Hay que profundizar en la construcción europea o hay que consolidar lo que tenemos?
Tampoco hay que olvidarse de las cicatrices mal cerradas de la crisis del euro. “En los países del sur de Europa se sigue pensando que se les ha puesto bajo presión por decisión de Alemania”, subraya Kornelius. Estos días también se ha escuchado el reproche contra la política de Angela Merkel en materia de asilo en la crisis de los refugiados, pues Farage y compañía utilizaron el miedo a la inmigración en la campaña a favor del brexit.
“La cuestión es cómo actuar. ¿Hay que profundizar en la construcción europea o hay que consolidar lo que tenemos?”, plantea Lang. Pero, de momento, la canciller no responde. “Merkel no hace nada y espera, [porque] estamos en una crisis que, en realidad, constituye un problema interno del Reino Unido”, concluye Kornelius.

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