La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) parece haberse convertido en el foro internacional preferido de Alemania para lidiar con las grandes amenazas geopolíticas, especialmente con las que acechan en el Este de Europa. Gracias a la OSCE hay misiones de observación y prevención de conflictos en una decena de puntos de la parte oriental del 'Viejo Continente'. Abundan en varios países de los Balcanes. Sin embargo, son especialmente relevantes las que se desarrollan en Ucrania, cuyo conflicto civil mantiene a Occidente enfrentado con Rusia tras la anexión de Crimea en 2014.
En el marco de la OSCE, y por iniciativa del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, que dirige el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier – quien ocupa este año la presidencia de dicha organización con sede en Viena –, Potsdam se había convertido el jueves en un centro de atención internacional. Esta tranquila ciudad del este germano, capital del Land de Brandenburgo y todavía marcada históricamente por la conferencia en la que los vencedores se repartieron sus áreas de influencia tras la Segunda Guerra Mundial, fue escenario de una excepcional cita de no menos de 40 de ministros de Asuntos Exteriores entre los que estaba el español José Manuel García-Margallo. Todos acudieron para representar a sus países en un encuentro que no era otra cosa que una reunión informal destinada a abordar la seguridad y la cooperación internacional.
Según explicó Steinmeier en rueda de prensa, con esta reunión previa a la cita formal que tendrá lugar en Hamburgo el próximo mes de diciembre se pretendía evitar otros parcos resultados como los que ofreció el último Consejo Ministerial, celebrado el año pasado bajo la presidencia de Serbia. En esa instancia de la OSCE se reúnen formalmente los responsables de Exteriores de los miembros de dicha organización. Para el jefe de la diplomacia germana no conviene que la intrascendencia alcanzada en la reunión de 2015 se repita, sobre todo si se cree en el potencial de una OSCE restaurada.
“No es un secreto para nadie que la OSCE se había convertido más o menos en una institución vista como algo del siglo pasado”, reconocía Steinmeier en la conferencia de prensa que ofreció en la tarde del jueves, después de horas de recibimientos y reuniones con los diplomáticos citados en un hotel de cuatro estrellas del norte de la capital de Brandenburgo. La OSCE, fundada en 1973 en los días de “coexistencia pacífica” de la Guerra Fría, no ha tenido una vida fácil desde que acabara el pulso mantenido entre Occidente con el Bloque del Este.
“En los últimos 20 o 25 años, algunos de los miembros de la OSCE, los del Este de Europa y los de Centroeuropa, han sido entre reticentes y escépticos a la hora de participar en ella”, explica a EL ESPAÑOL Kai-Olaf Lang, investigador especializado en asuntos europeos del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas alemanas). “Esos países siempre dijeron que había un cierto riesgo de ser demasiado sensible a los intereses rusos”, agrega.
UNA ZONA DE DIÁLOGO CON RUSIA
En el presente contexto europeo, en el que ya nadie duda del predominante papel que juega el país de la canciller Angela Merkel, la OSCE está demostrando tener una cierta utilidad incluso a aquellos actores que menos creían en ella. “Para el este de Europa, la OSCE ofrece un contexto que permite abordar los conflictos muy a la alemana”, comenta Lang. Según añade este experto, “Alemania siempre ha estado a favor de imponer sanciones a Rusia, y de reforzar militarmente el Este europeo, pero también ha apostado siempre por el diálogo con Rusia”.
Para el diálogo la OSCE resulta una herramienta particularmente útil, pues ofrece una mesa en la que es posible reunirse con altos mandatarios rusos. Es en foros como el que tomó parte de Potsdam con un amplio despliegue de seguridad donde Occidente y Rusia pueden recuperar la “confianza perdida” de la que hablaba hace unos días Sergey Lavrov, el sempiterno ministro de Exteriores ruso y uno de los grandes ausentes este jueves.
De ahí que Steinmeier señalara que ahora la OSCE “es una institución más necesaria que nunca”, porque “después de la anexión de Crimea, es la única en la que, a pesar de los conflictos que Europa tiene con Rusia, hay un tipo de intercambio”.
Tampoco estuvieron en Potsdam los jefes de la diplomacia de Francia, Jean-Marc Ayrault, y de Estados Unidos, John Kerry. Estas ausencias otorgaban mayor estatus a Steinmeier, convertido en maestro de ceremonias en una cita en la que era evidente que “Alemania ve potencial y que lleva a Berlín a implicarse más en las temáticas de orden internacional, aunque sin llegar a ser una locomotora, porque ese rol lo juegan otros”, según matiza Lang, el experto del SWP.
Concretamente, en la reunión informal presidida por Frank-Walter Steinmeier los principales temas abordados fueron el control de armas – uno de los asuntos que las autoridades germanas más desean avanzar –, el terrorismo internacional, las problemáticas vinculadas a la inmigración y, por supuesto, el conflicto en Ucrania.
REACTIVACIÓN DEL CONFLICTO EN UCRANIA
Respecto a este último, el jefe de la diplomacia alemana sólo pudo lamentar la precaria implementación de los acuerdos de Minsk en el este ucraniano, donde se enfrentan desde hace dos años el Ejército del Gobierno en Kiev a fuerzas separatistas. Esos acuerdos, según la evolución reciente del conflicto, han sido incapaces de mantener un alto al fuego duradero.
“De nuevo hay víctimas y muertos en las zonas de enfrentamientos, la mediación de la OSCE no ha logrado el alto el fuego, pero hay esperanzas de que con el inicio del año escolar pueda respetarse el alto el fuego como ocurrió el año pasado”, aseguraba Steinmeier ante la prensa, antes de pedir que se respete la integridad de la misión de la organización que preside este año. “En los últimos meses hemos visto crecer el número de amenazas a nuestros observadores, se les hace difícil hacer su trabajo” y, en último término, incluso “dificulta la contratación de observadores”, reconocía un Steinmeier que no renuncia al diálogo con Moscú.
“Sí, Rusia ha violado alguno de los principios más básicos de la OSCE, pero Alemania sigue buscando instrumentos y plataformas para tener una relación constructiva con Rusia, por eso se está poniendo tanto énfasis en la OSCE, en modernizarla y en hacer que funcione”, estima Lang, el experto en cuestiones europeas del SWP.
Para él, pero también para buena parte de la comunidad de expertos y a buen seguro de la comunidad diplomáticos, Rusia constituye un actor clave en temas de relevancia internacional como la lucha contra el terrorismo. Por no hablar, según alude Lang a la estrecha relación del 'Viejo Continente' con la industria rusa de hidrocarburos, de la “seguridad energética europea”.