Berlín

Alemania y toda Europa descubren estos días una versión diferente de Angela Merkel. Es una canciller de la que se puede dudar más que nunca. Una Merkel de la que todavía no se sabe si en 2017 volverá a presentar su candidatura para dirigir el país. Tampoco parece contar con el beneplácito de los votantes, ya que uno de cada dos alemanes no quiere que vuelva a aspirar a la jefatura del Gobierno. Así lo apuntaba un reciente sondeo publicado en el popular diario Bild. Los expertos, por su parte, consideran que la influencia en Europa de la canciller irá a menos como consecuencia de los cambios recientes del panorama político germano.

Esta nueva Merkel, hoy por hoy, no hace ganar elecciones a su partido. Parece ser historia la figura de aquella canciller que llegó a ser el principal atractivo de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) en las elecciones generales de 2013. “Me conocen”, decía uno de los eslóganes que resume bien aquella campaña. Ahora, sin embargo, Merkel ha perdido sus poderes de talismán.

A la canciller se la vio implicada junto al candidato democristiano en la campaña de las elecciones de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Lorenz Caffier. Hizo lo propio en Berlín junto al aspirante de la CDU, Frank Henkel. Sin embargo, en la capital alemana, la CDU registró el peor resultado de su historia desde el final de la Segunda Guerra Mundial (17,6%). En Mecklemburgo-Pomerania Occidental, los democristianos fueron humillados. Quedaron desplazados como terceros en discordia, por detrás del partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD).

En la familia conservadora germana, que forman la CDU y la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), parece no apagarse nunca el fuego de las críticas a Merkel por la respuesta que hace un año dio a la crisis de los refugiados. A saber, abrir unas fronteras que sólo comenzaron a cerrarse tras los robos y agresiones sexuales contra mujeres en la pasada Nochevieja.

Tampoco parece tener límite, de momento, AfD. El domingo consiguió en Berlín un 14,2% de los votos y certificó su presencia en otro parlamento regional alemán. Ya van diez. “Merkel está bajo presión, por una parte, por la gente que vota a AfD, pero, por otra parte, por la gente de su propio partido, especialmente de la CSU”, dice a EL ESPAÑOL Carsten Koschmieder, politólogo de la Universidad Libre de Berlín.

A este ritmo, “es posible que Angela Merkel pueda perder las elecciones generales del año próximo”, según plantea a este periódico Ronja Kempin, experta del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas alemanas). “Las elecciones de Berlín y de Mecklemburgo-Pomerania Occidental han sido un golpe para Angela Merkel, que tiene que asumir su parte de responsabilidad por su política de refugiados”, abunda en declaraciones a este diario Julian Rappold, experto del Consejo Alemán de Relaciones (DGAP, por sus siglas alemanas).

En este sentido, la propia Merkel hacía autocrítica el lunes, al reunirse con los miembros de la CDU en Berlín. “No lo hemos hecho todo bien, no hemos sido líderes en la integración, tenemos que superarnos, yo también”, señalaba la canciller. “Si pudiera, iría marcha atrás en el tiempo”, añadía la canciller. 

PAPEL MENGUANTE EN EUROPA

Según Rappold, “la posición política de Merkel se ha visto parcialmente dañada, porque se le está viendo con ojos más críticos”. La fragilizada situación de la canciller acarrea consecuencias a nivel europeo. De acuerdo con Daniel Gros, director del Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS, por sus siglas en inglés), un think tank con sede en Bruselas, “la influencia de un líder político en Europa está en función de su fortaleza en su país y de la fortaleza de su país”.

“Angela Merkel ha sido siempre fuerte en su país, y su país lo ha sido y lo es económicamente, pero ahora la posición de Merkel ha cambiado, es menos fuerte al contar con menos apoyo popular y su papel en Europa ha menguado”, aclara Ros a EL ESPAÑOL.

El debilitamiento de la canciller y que sea imaginable verla perdiendo las próximas elecciones generales “es algo que en la UE deben preguntarse si es una buena noticia”, según Kempin, la investigadora del SWP. En el Consejo Europeo, la institución que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE, Angela Merkel es la figura política con más experiencia. Lleva once años en el cargo y allí se la ve como la “dominadora” del foro de líderes continentales.

El candidato del Afd, Georg Pazderski, y su colíder, Joerg Meuthen. Fabrizio Bensch Reuters

Merkel ha tenido que lidiar, entre otras cosas, con los múltiples capítulos de la crisis del euro y con el conflicto en Ucrania antes de buscar una solución a la llegada masiva a Europa de demandantes de asilo a través de un controvertido acuerdo con Turquía.

Desde que el pasado mes de junio el 'leave' se impusiera en el referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea, Angela Merkel ha concentrado sus esfuerzos a nivel europeo en mantener unido al proyecto comunitario. “Desde el voto del brexit, Merkel se ha visto en persona o ha hablado personalmente por teléfono con los líderes de los 27 miembros de la Unión”, apunta Kempin.

UNA MERKEL PRESCINDIBLE

Tras los resultados de las elecciones regionales de este mes, ya no está tan claro que en el futuro sea Angela Merkel quien vaya a poner pegamento al resquebrajado proyecto comunitario. Aun así, “imaginarse una Unión Europea sin Angela Merkel es difícil”, reconoce en Berlín Julian Rappold, el investigador del DGAP. Desde Bruselas, Ros no cree que Angela Merkel sea imprescindible. “Sin pensar en lo que pueda pasar en eventuales crisis, no creo que la UE sea muy diferente sin ella, porque la política alemana hacia Europa no cambiaría”.

Con él coincide Kempin. “La política exterior de Alemania siempre ha tenido cuatro prioridades: las relaciones transatlánticas, la integración europea y las relaciones entre Alemania y Francia y entre Alemania y Polonia”, aclara la investigadora del SWP. “Esas prioridades no van a cambiar incluso si alguien nuevo entra en la Cancillería Federal”, añade.

Respecto a esas prioridades, destacan las saludables relaciones transatlánticas que Merkel ha forjado con el presidente estadounidense Barack Obama. Entre ambos se sabe que hay un vínculo particular que explica los gestos de camaradería que suelen caracterizar los encuentros en los que ambos se ven las caras. De hecho, Merkel y Obama se tutean, una informalidad que el presidente estadounidense justifica diciendo que ella y él son “amigos”. No obstante, los vaivenes de esa relación pronto dejarán de marcar el paso de las relaciones transatlánticas. El próximo martes día 8 de noviembre los estadounidense acuden a la urnas para elegir nuevo presidente.

Aun así, Alemania seguirá siendo el país desde el que Europa construirá la relación con Estados Unidos. “El principal interés de Estados Unidos en Europa es la estabilidad política del continente y, para ello, Estados Unidos tiene que trabajar con Berlín, y no con Londres, porque el Reino Unido, no es parte ni del euro ni del Acuerdo de Schengen”, concluye Ros.

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