“Alemania Oriental” sigue siendo un concepto de la vida germana actual. Incluso existe una responsable del Gobierno para los “nuevos Estados federados” (o Länder). Ella, Iris Gleicke, ha presentado esta semana el informe anual sobre el Estado de la unidad alemana en 2016 y los datos continúan marcando un mundo aparte al cruzar la valla que dividía el país hace más de un cuarto de siglo.
Cuando se habla de Alemania como locomotora económica de Europa, en realidad es en referencia a la potencia de la antigua “Alemania Occidental”. De hecho, en la presentación del estudio, el comunicado señalaba en primer lugar que el informe abordaba “los desafíos actuales a los que se enfrenta Alemania Oriental”.
El auge de la ultraderecha con la llegada de más de un millón de refugiados en sólo un año al país germano juega ahora un papel destacado también en esta división, de acuerdo con el estudio. “El extremismo de la ultraderecha en todas sus formas supone una amenaza para el desarrollo social y económico de los nuevos Estados federados”, ha expuesto Gleicke, que proviene de también de la antigua RDA, como la propia Angela Merkel.
El movimiento ciudadano islamófobo Pegida se fundó en Dresde, en la Alemania oriental, y después llegó el partido de similar ideario Alternativa para Alemania y ganara posiciones relevantes en los parlamentos regionales además de encuestas que le conceden hasta el tercer puesto en unas hipotéticas elecciones generales (que se celebrarán en 2017). Aunque ha conseguido representación tanto en Estados federados del este como del oeste, el porcentaje de apoyos en la antigua RDA es mayor e incluso supera el 20% en dos de ellos.
Gleicke relaciona estos datos con el bajo desarrollo económico que siguen experimentando los “nuevos Estados”, con un Producto Interior Bruto per cápita un 27,5% menor que el de los vecinos de la antigua Alemania Occidental. “Como siempre, la fuerza económica de Alemania Oriental está notablemente por detrás de la de Alemania Occidental (…). Mucho peor es, sin embargo, que vistas las últimas cifras sobre el desarrollo económico, nada apunta a que este hueco se pueda cerrar a medio o a largo plazo”, ha alertado la responsable del Gobierno para los nuevos Estados.
Nada apunta a que este hueco se pueda cerrar a medio o largo plazo
Las cifras de crecimiento para esa zona del país son “preocupantes” para Gleicke, y el descenso de la población en la zona (los jóvenes emigran desde hace años a otros Estados más ricos) lo agrava. En este sentido, ve como una “oportunidad” la llegada de los refugiados a esas regiones.
La zona no acoge ni grandes empresas ni sedes centrales de ninguna compañía, destacó. Aún así, la antigua Alemania comunista ha alcanzado “casi” la media económica europea, se consoló. Claro que la media se hace precisamente incluyendo antiguos países soviéticos que no han tenido el apoyo de la otra mitad de su país para salir adelante y que aún más de dos décadas después tienen un nivel de vida notablemente menor que en la Europa Occidental (un salario medio en Rumanía, por ejemplo, está en torno a los 500 euros, según Datos Macro).
El desempleo en los nuevos Estados es un dato envidiable para la situación española: de sólo un 9,2%, pero mucho mayor que en el resto de Alemania, donde se reduce a un 5,7%. Y los salarios en el este del país suponen el 81% de los del oeste. El dato mejoró gracias a la implementación del salario mínimo en enero de 2015 (8,50 euros la hora). Igualar las jubilaciones es otro cantar. A no ser que se obligue mediante una ley, es “completamente ilusorio” conseguirlo para 2020, como se pretende, opina Gleicke.
Tal como Alemania representaba claramente la división del bloque capitalista frente al soviético durante la Guerra Fría, actualmente es claro ejemplo de las dos velocidades de Europa. ¿Locomotora europea? Sí, pero sólo la antigua República Federal Alemana, la Alemania Occidental.