Las críticas a la política de puertas abiertas de Angela Merkel a los refugiados para que vayan a Alemania se acrecentaron tras los sucesos de Nochevieja en Colonia, donde se denunciaron numerosas agresiones sexuales y robos cometidos supuestamente por refugiados o inmigrantes. Estas voces contrarias al camino que ha elegido la canciller alemana continúan y la entrevista que concedió en el primer canal de la televisión pública alemana, ARD, este domingo comenzó llamando la atención sobre el “aislamiento [de Berlín] en Europa”.
Recordó lo que ya había anunciado en el Parlamento alemán a mediados de febrero, que el Gobierno trabaja para “reducir de forma palpable el número de refugiados” que llegan a Alemania, aunque -al igual que entonces- no concretó la cifra. El año pasado Alemania recibió a más de un millón de solicitantes de asilo, mientras que las previsiones de las autoridades hablan de 3,6 millones de refugiados desde el año pasado hasta 2020, según publicó recientemente el diario Süddeutsche Zeitung. Ello haría una media de medio millón de personas acogidas cada año.
Sobre las críticas en las filas de su propio partido a su política con los refugiados, y la necesidad de abordar la crisis desde sus causas -como solucionar la guerra de Siria- manifestó: “A veces yo también me desespero”. Pero argumentó que hay que racionalizarlo e insistió en encontrar una solución común de toda la Unión Europea junto con Turquía. “Mi maldito deber y culpa -afirmó parafraseando sus propias declaraciones en una entrevista de octubre pasado en el mismo espacio- consiste en [querer que] Europa encuentre un camino común”.
“Estoy contra una súper frontera inflexible”, añadió Merkel en la ARD este domingo. Y aseguró no tener ningún 'plan B'. El plan para reducir la llegada de demandantes de asilo incluía restaurar las fronteras exteriores. También reivindicó una mayor ayuda a Grecia: “No hemos conservado a Grecia en el euro (…), un país con muchos problemas, (...) para ahora dejarlo en la estacada. Eso es precisamente lo que me da miedo, [que] cuando uno define su frontera, otro tenga que sufrirlo. Esa no es mi Europa”, dijo Merkel en otro momento de la entrevista, en referencia a países de los Balcanes que impiden a los refugiados pasar la frontera griega hacia el resto de la UE. Al mismo tiempo reconoció que el país heleno debería tener ya 50.000 plazas para alojar a los demandantes de asilo y no lo ha conseguido.
Los episodios xenófobos como el de la recepción de refugiados en una localidad alemana al grito de “Wir sind das Volk” (“Nosotros somos el pueblo”) -adaptado de un lema de las manifestaciones en la antigua Alemania Oriental contra el régimen de la RDA- o el ímpetu que está tomando el movimiento de ultraderecha de Pegida también fueron tema de conversación. “La polarización ha crecido, pero creo que el carácter de nuestra sociedad quedará como está”, dijo. Aseguró que la crisis de refugiados puede invitar a reflexionar a los alemanes sobre lo que “nos caracteriza y lo que es importante para todos nosotros”.
Cuando la periodista que la entrevistaba, Anne Will, le planteó si había creído que sería más fácil resolver esta crisis, Merkel respondió: “Sabía que se trataba del problema más difícil que hemos tenido que superar en los últimos años”. ¿Había sido la cuestión más difícil desde que es canciller, cargo al que accedió en 2005 por primera vez? “Hasta ahora diría que sí”.
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