Londres

Ante sus agitadas filas, Jeremy Corbyn se mostró este miércoles convencido de que el Partido Laborista puede ganar las próximas elecciones generales y pidió unidad en la clausura del congreso de la formación tras haber renovado el apoyo de las bases laboristas en las primarias celebradas el sábado.

El líder laborista ha salido reforzado y, de alguna manera, ha marcado el camino a seguir a Pedro Sánchez, que también podría someter su liderazgo a unas primarias. Al igual que el PSOE, el Partido Laborista, su equivalente en el Reino Unido, se encuentra sumido en la crisis más profunda de las últimas décadas, dividido entre europeístas y euroescépticos, entre izquierda radical y centro izquierda, hasta el punto que se comenta que se podría acabar rompiendo el partido.

Existen muchos paralelismos entre la situación que atraviesa Sánchez y la de Corbyn. La ejecutiva de Sánchez ha dimitido en bloque, como pasó con Jeremy Corbyn, que vio como la mayoría de los diputados de su gabinete en la oposición dimitieron en masa tras perder el referéndum europeo. El 28 de junio el grupo parlamentario laborista organizó un moción de confianza secreta que votó en contra de su líder con el 80% de los votos. La situación de Corbyn era, y es, tan delicada que aún no tiene suficientes parlamentarios para formar la oposición. Todo el mundo daba por muerto a Corbyn.

Sin embargo, cuando más contra las cuerdas estaba, Corbyn se impuso en las primarias con una ventaja (62%) incluso mayor que la que obtuvo el año pasado (del 60%) con el apoyo de las bases y los sindicatos. Paralelamente al motín de los diputados, fue creciendo su apoyo desde la base.

La primera vez que ganó Corbyn, en septiembre de 2015, el partido acababa de perder las generales tras virar a la izquierda con Ed Miliband y se planteaba moverse hacia el centro izquierda. Los pesos pesados del Nuevo Laborismo, con Blair y Brown a la cabeza, pedían ese cambio para volver a ganar elecciones. Sin embargo el partido se alejó más a la izquierda aún al elegir a Corbyn con el apoyo masivo de los sindicatos. El partido quedó dividido. El deterioro del liderazgo de Corbyn se acrecentó con su tibia aportación a la campaña en contra del brexit.

Ni el PSOE ni el Partido Laborista han sabido convencer a los electores pese a la caótica situación que viven sus respectivos países. Pero, ¿se pueden comparar realmente la crisis en ambos partidos?

“Ambas tienen su origen en la amenaza a los partidos políticos tradicionales que ha sido creada por las fuerzas económicas globales”, dice a EL ESPAÑOL Tony Travers, profesor de Política de la London School of Economics. “La izquierda todavía tiene que formular una alternativa que sea atractiva para los votantes de centro. Los partidos tipo socialista y laborista ahora se enfrentan a la necesidad de apelar tanto a los votantes de centro como a los más radicales de extrema izquierda”.

La crisis de la socialdemocracia podría extenderse más allá de Reino Unido y de España. Afirma Travers que “probablemente no es sólo una "crisis" de la socialdemocracia, sino un gran desafío para todos los partidos mayoritarios”. Y pone como ejemplo la irrupción de políticos como Donald Trump y Bernie Sanders en los Estados Unidos. “Hay un descontento con la política del día a día y un deseo cada vez mayor entre los votantes para que se produzca algún tipo de cambio. No está claro que la mayoría de los votantes sepan realmente qué tipo de alternativa quieren, y menos aún existe un acuerdo”. Y asegura que, como consecuencia de todo esto, “existe una fragmentación y un crecimiento de nuevos partidos populistas”.

Muchos expertos en Reino Unido han comparado el auge de Corbyn con el de Podemos en España o Syriza en Grecia hasta el punto que se ha llamado a Corbyn “el Pablo Iglesias o el Tsipras británico”, aunque Corbyn, de 67 años, tiene una extensa trayectoria política dentro del laborismo luchando contra la venta de armas a Saddam Hussein, la invasión de Irak, la intervención en Siria y en defensa de los derechos de los palestinos, entre otras causas.

La diferencia es que la izquierda en Reino Unido, como consecuencia de las particularidades del sistema electoral británico, que dificulta la creación de nuevos partidos, se ha dividido dentro de uno de los dos grandes partidos tradicionales británicos. Corbyn cuenta con el apoyo del movimiento ciudadano Momentum y con el apoyo principalmente de sindicatos, de gente joven, de ecologistas, de trabajadores sanitarios y de personas desencantadas con la política tradicional.

“Sin duda ambos [en referencia al movimiento de Corbyn y al de Podemos] proceden de una tradición más radical de la izquierda, que está siempre presente, pero normalmente menos visibles", dice Travers. "También hay una revuelta contra la ‘socialdemocracia’, aunque los principales ganadores son a menudo los partidos moderados de centroderecha que parecen más capaces de mantenerse unidos”.

LOS RETOS DE CORBYN

En el último año, con Corbyn al frente, el Partido Laborista ha registrado 300.000 nuevos militantes. El sábado Corbyn se impuso a su rival Owen Smith con una claridad abrumadora en la contienda interna de su formación. El resultado de las primarias precedió al congreso laborista que ha terminado este miércoles, en el que Corbyn tenía el reto de unir el partido y de fijar la estrategia del partido para hacer frente al brexit y para ganar las próximas elecciones generales.

Las encuestas indican que ahora mismo Corbyn perdería ante Theresa May, la líder conservadora. El martes el alcalde de Londres, Sadiq Khan, que apoyó a Jones en las primarias, avisó que el Partido Laborista no puede quedarse como un partido protesta, sino que su objetivo debe ser ganar las elecciones.

En el discurso de clausura este miércoles, Corbyn, ha afirmado que está convencido que escalarán “la montaña electoral” y que ganaran las próximas elecciones. Corbyn expuso su visión del país que, dijo, era “el socialismo del siglo XXI” y prometió “construir un Reino Unido más justo y un mundo más pacífico”.

Aseguró que la inmigración (principal motivo del brexit y esencial preocupación para los británicos) no es el problema y que se debe invertir más en las zonas con mayor inmigración. Prometió la renacionalización de los servicios públicos, una partida extra para promover el arte en las escuelas, la construcción de más viviendas sociales y “acabar con la grotesca desigualdad creada por el sistema de mercado único”. Y pidió unidad a su partido, un partido profundamente dividido y con el 80 por ciento de los diputados rebelados contra su líder.

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