El anuncio de su candidatura a las elecciones presidenciales de Francia la próxima primavera estaba cantado desde que dimitiera como ministro de Economía el pasado agosto, incluso ya en noviembre de 2015 sonaban campanas de desbandada. Como “el ovni político que se emancipó del Gobierno” definió entonces Le Monde a Emmanuel Macron. Desde principios de año había tomado en algunas ocasiones “posiciones en franca contradicción” con el Ejecutivo de Manuel Valls, destacaba el diario francés. Pero en realidad se independizaba del sistema de los "partidos tradicionales", que considera "vacuo", como ha reconocido este miércoles.
En abril había creado su propio movimiento político para “renovar el compromiso político” llamado ¡En marcha! y como fundador del mismo se describe en primer lugar en su perfil de Twitter. Argumenta que “Francia está bloqueada” desde hace treinta años y que hay que “partir de lo real para aportar repuestas nuevas”. Ya se han unido cerca de 97.000 personas a su proyecto.
En el enigmático anuncio de este miércoles ante un aluvión de medios de comunicación, ha fomentado la incógnita sobre su intención o no de participar en las primarias socialistas del próximo enero. Ni siquiera ha mencionado esa carrera electoral en un discurso que hace retumbar en la memoria su confesión ante las cámaras del pasado agosto, pocos días antes de dimitir: “La honestidad me obliga a decirles que no soy socialista”. Argumentó entonces que lo que contaba era que estaba al frente de la República.
"Nuestro sistema político está bloqueado. Los aparatos políticos paralizan nuestra capacidad de avanzar. He visto desde el interior la vacuidad de nuestro sistema político", ha manifestado en el acto para anunciar su candidatura presidencial en una durísima crítica generalizada en la que ha asegurado no ir contra nadie ni contra ningún partido.
Se siente identificado con el golpe al statu quo que supone la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, que considera “la expresión de un rechazo profundo del sistema”, la misma que llevó al brexit, y la misma que oye desde que hace dos años se metiera a político. Macron escribió este lunes en el portal digital de su movimiento político que “estos votos expresan una petición de protección y de respeto del sentimiento popular que creo compartir con los franceses. Deben ser escuchados y comprendidos, aunque sin conducir a respuestas de cierre”. Y subraya: “Nada está escrito de antemano”, como ha enfatizado también en el anuncio oficial de su candidatura a la presidencia de Francia este miércoles.
El empollón filósofo y banquero
Casado con su profesora de francés del instituto, Brigitte Trogneux, de quien se enamoró hacia los 17 años cuando ella estaba casada y con tres hijos, los medios del corazón franceses se han hecho eco repetidamente de su historia de amor. Ella tenía 36 años por entonces. Macron cuenta hoy con 38 años.
Un antiguo compañero de clase de Macron aseguró al periódico Le Parisien que ella “le citaba todo el rato como ejemplo” y “estaba totalmente subyugada por su talento con la escritura”. El exministro de Economía era por aquel entonces el empollón de la clase, o “un verdadero genio”, según la visión más o menos benévola que hayan expuesto de él quienes le conocieron entonces.
Sus padres decidieron sacarle de su Amiens natal (al norte de París) para enviarle a la capital junto a su abuela Germaine, cuenta Le Monde. A ella, que falleció recientemente, le debe su compromiso político actual, confiesa el propio Macron en su pequeña autobiografía publicada en la página web de ¡En Marcha!.
Al terminar el instituto, estudió Filosofía y fue ayudante de uno de los impulsores del mayo del 68 francés, el filósofo Paul Ricoeur. Le caracterizaba su cristianismo de izquierdas, su oposición a cualquier tipo de totalitarismo y a la guerra, según recogió Efe tras su muerte en 2005. “Aún hoy no dejo de leerle y de tratar de alimentar mi acción con sus reflexiones, su filosofía y lo que me enseñó”, señala.
Más tarde se graduó en la prestigiosa Escuela Nacional de la Administración y se sacó plaza como inspector de Hacienda para acabar como banquero en el sector privado. Una carrera meteórica le llevó a convertirse en poco tiempo en gerente asociado del Banco Rothschild en Francia y en 2012 cerró un valioso acuerdo de 9.000 millones de euros entre Nestlé y Pfizer antes de convertirse en secretario general adjunto del Elíseo y posteriormente en ministro de Economía.
En el sector privado llegó a embolsarse 2 millones de euros, según Le Monde. “Aprendí la vida de los negocios, el comercio, es todo un arte. Allí descubrí un saber hacer financiero que me sirve hoy”, ha confesado Macron sobre aquella época.
El reto del verso suelto
Cuando François Hollande le llamó para proponerle ser el titular de Economía, le pilló montando en bicicleta por la localidad costera Le Touquet en el norte de Francia. “Le pedí una hora para reflexionar. Quería estar segura de ser libre y poder actuar. Él sabe que no soy un hombre de conflictos, pero que puedo partir”, explicó entonces, de acuerdo con Le Monde, en una advertencia que tornó en hechos este año.
La creación de su propio movimiento cuando aún formaba parte del Gobierno y su actual candidatura a la presidencia ha provocado un gran enfado en las filas socialistas, donde algunos le llegan a calificar de “impostor” y ponen en duda su compromiso con el partido. “Ni de izquierdas ni de derechas”, se ha definido él mismo.
Descrito como el “Steve Jobs a la francesa” por el mismo diario francés hace ahora un año debido a su forma de defender antes los internautas sus proyectos legislativos, por entonces algunos ya le pedían que se presentase a las primarias socialistas que se celebrarán el 22 y 29 de enero próximo. Según informa el analista político de Le Monde, Nicolas Chapuis, hay personas de su entorno que le piden que se presente a esa pugna electoral, pero el interés de Macron ahora mismo está alejado de ser candidato de las primarias socialistas.
Este nuevo político -que hasta 2012 no se implicó en la política y nunca antes se había presentado a comicio alguno- puede significar un revulsivo antisistema que equilibre la balanza ante el bollante apoyo ciudadano a la ultraconservadora líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, que ve en la victoria de Donald Trump en Estados Unidos un presagio de su éxito en las presidenciales. Macron asegura que sus máximas son el trabajo, la libertad, la fidelidad y la apertura.
Si decide presentarse a las primarias francesas, éste sería el panorama al que se enfrentaría, según un sondeo de BVA publicado este martes: Macron pasaría a segunda vuelta y “metería en dificultades” al presidente Hollande, si finalmente decidiera presentarse (lo anunciará en diciembre) y que tiene su popularidad especialmente tocada tras el libro Un président en devrait pas dire ça (“Un presidente no debería decir eso”).
Por el mandatario francés es por quien empezó precisamente su carrera política en 2012 al apoyarle en las presidenciales de aquel año y ahora se convertiría en su principal rival en las primarias. Sin embargo, una candidatura alternativa del primer ministro Valls -que aún no se descarta- sería la más “sólida”, con un 58% de apoyo frente a un 42% para el exministro económico.
El futuro socialista está hoy aún más en el aire si cabe, con ningún candidato asegurado para unas primarias que se votarán dentro de poco más de dos meses. Pero además a Le Pen se le presenta una piedra en el zapato dispuesta a arrebatarle el discurso antisistema.
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