Bruselas

Holanda es un país de contradicciones. El relato dominante sobre las elecciones del próximo miércoles 15 de marzo pone el énfasis en el auge del líder islamófobo y antieuropeo Geert Wilders y su Partido por la Libertad (PVV), cuya posible victoria supondría el siguiente eslabón de la explosión populista que se inició con el triunfo del brexit y la victoria de Donald Trump en Estados Unidos. Pero la otra cara de la historia, mucho menos conocida, es la fuerte subida en paralelo de la intención de voto de dos fuerzas europeístas y proinmigración: los liberales progresistas del D66 y los Verdes (GroenLinks).

De hecho, el impulso de Wilders empieza a desinflarse. Si hace un mes las encuestas le daban como ganador, el último promedio de sondeos le relega a la segunda posición, con el 14,6% de los votos y entre 21 y 25 escaños de los 150 de que consta el Parlamento holandés. Le superaría el actual primer ministro, el liberal conservador Mark Rutte (VVD), con un 16,4% de intención de voto y entre 23 y 27 representantes. Las siguientes posiciones se las disputan los democristianos (CDA), el D66 y los Verdes.

.-

¿Qué factores explican el ascenso de los partidos proeuropeos y el retroceso de Wilders? Para el investigador holandés Rem Korteweg, del think tank Centre for European Reform, el líder del euroescéptico PVV está sufriendo el contagio negativo del brexit y de Trump, con los que se había alineado. "La gente está nerviosa y preocupada. Ven en las noticias la incertidumbre en Reino Unido y el caos político en Estados Unidos y eso se traduce en dudas a la hora de votar por Wilders", explica Korteweg a EL ESPAÑOL.

El otro motivo que está restando apoyos al líder populista es que tanto Rutte como los democristianos "han adoptado parte de su retórica antislam y antinmigración". A ello se suma que Wilders se ha ausentado de varios de los debates televisivos y, tras un primer acto en el que tachó de "escoria" a los marroquíes, apenas ha hecho campaña en la calle por problemas de seguridad. Su programa, que se limita a una página con el título "Holanda nuestra de nuevo", aboga por cerrar por completo las fronteras, clausurar las mezquitas y prohibir el Corán, así como salir de inmediato de la UE.

La tradición liberal holandesa

Paradójicamente, el auge de Wilders y de los populistas en la UE y EEUU es uno de los factores que explica la subida en intención de voto de D66. Es quizá el partido que representa más genuinamente la tradición liberal y de vanguardia en materia de cuestiones sociales que suele asociarse con Holanda. El día en que Trump ganó las elecciones, el D66 registró el mayor aumento de afiliados de su historia en sólo 24 horas de ciudadanos que querían hacer algo para combatir el populismo, gracias también a una campaña en prensa. Su intención de voto ha subido del 8% en las anteriores elecciones del 2012 al 12% en el promedio de sondeos (entre 17 y 19 escaños).

"El D66 siempre sale bien en las encuestas en los momentos en los que Wilders va bien. A la gente o le gusta Wilders o detesta a Wilders y si odian a Wilders tienden a ir al D66. Son su antítesis", señala el investigador del Centre for European Reform. De ellos partió la ley para autorizar el cultivo de la marihuana en Holanda (ahora sólo es legal la venta y el consumo), que acaba de ser aprobada por el Parlamento.

También en esta ocasión, los liberales, cuyo candidato es Alexander Pechthold, han presentado la propuesta más audaz de la campaña: el suicidio asistido para cualquier persona que considere que ya ha completado su vida, independientemente de la edad o de si están o no enfermos. El D66 apuesta por distribuir, en condiciones estrictas, una 'Píldora de la paz' para estas personas y despenalizará la ayuda al suicidio.

En su programa, los liberales sostienen que la Unión Europea es "absolutamente necesaria" para afrontar problemas como el cambio climático, la lucha contra el terrorismo o los refugiados. Abogan por más transparencia y democracia en la toma de decisiones, menos vetos y más poder para la Comisión y la Eurocámara y defienden la creación de un ejército europeo. Además, reclaman rutas seguras para que los refugiados puedan viajar a Holanda y clases de neerlandés para que puedan integrarse en el mercado laboral.

Un líder carismático

Pero la auténtica historia de éxito de las elecciones del miércoles, más incluso que Wilders, es la de los Verdes (GroenLinks). Según el promedio de sondeos, quintuplicará su representación (de alrededor del 2% en 2012 al 10,3% y entre 15 y 17 escaños). Su programa es centrista y muy similar al del D66. Si los liberal progresistas representan la derecha del centro, los Verdes se sitúan a la izquierda del centro. Si se presentaran juntos serían por mucho la primera fuerza, pero si algo caracteriza el panorama político de Holanda es la enorme fragmentación.

Lo que explica el imparable ascenso de los Verdes en estas elecciones es su nuevo líder, Jesse Klaver (30 años), un joven carismático que ha dado un vuelco a la campaña con su buena actuación en los debates. Una especie de Justin Trudeau europeo. "Se presenta como un político atípico, que representa un nuevo estilo con el que ha sido capaz de atraer mucho apoyo", señala Korteweg. 

"Para hacer frente a los principales problemas transfronterizos realmente necesitamos a la Unión Europea", proclama el programa electoral de GroenLinks. Defiende una mayor democratización de las instituciones comunitarias, más coordinación de las políticas económicas para que no haya una competencia para reducir salarios e impuestos y un reparto de los refugiados entre los países miembros. En lugar de hablar del cierre de fronteras, los Verdes apuestan por una política de asilo "humana, realista y justa".

Al menos 13 partidos lograrán representación parlamentaria en las elecciones holandesas, según los sondeos. Y siete de ellos tienen más de diez escaños: VVD, PVV, CDA, D66, Verdes, Izquierda radical (SP) y los socialistas (PvdA) del actual presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijseelbloem, que se desploman y pasan del 24,8% de los votos en 2012 al 7,9% ahora.

El sistema electoral holandés es de circunscripción única y totalmente proporcional, lo que significa que cualquier partido que obtiene un 0,67% de los votos logra un escaño. Una fragmentación que se traducirá en grandes dificultades para formar Gobierno tras el 15 de marzo, ya que la mayoría de partidos ya han dicho que no quieren pactar con Wilders.

La hipótesis más probable es una coalición liderada por Rutte con los democristianos, el D66, los Verdes y algún otro partido pequeño para consolidar una mayoría suficiente, según Korteweg. "Será un proceso largo y surgirá una coalición frágil", augura.

Noticias relacionadas