Con un espontáneo aplauso han celebrado los líderes europeos su rápido acuerdo sobre el exigente plan negociador para el brexit, cuyas prioridades son los derechos de los ciudadanos y la factura de salida. Apenas unos minutos de cumbre han bastado este sábado para constatar el consenso sobre las estrictas líneas rojas que la UE ha fijado de cara a las conversaciones de divorcio con Reino Unido. Lo nunca visto en un Consejo Europeo, donde incluso los asuntos más triviales desencadenan discusiones interminables hasta la madrugada. El mensaje que quieren enviar está claro: los 27 mantendrán un frente común contra Londres.
"Es la primera y la última vez que hemos sido capaces de concluir en cuatro minutos", ironizaba el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, el primer sorprendido. "Lo impresionante ha sido la unidad de los 27. Contrariamente a lo que se cree, no es una unidad de fachada, es una auténtica ambición común", ha resaltado Juncker. "Es un buen presagio para las negociaciones", ha coincidido el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, redactor del texto. Todos los líderes europeos reunidos en Bruselas han hecho una apelación similar a la unidad en sus declaraciones.
La estricta posición de la UE amenaza con provocar un choque de trenes temprano con el Gobierno de Theresa May. Dos son principales puntos de discrepancia iniciales. En primer lugar, el orden de las conversaciones. Los 27 quieren primero esbozar el acuerdo de separación y dejar para una segunda fase la discusión sobre el pacto de libre comercio que pide Londres.
"No hay que creer que vamos a conducir negociaciones paralelas sobre las condiciones de salida y sobre las futuras relaciones", ha resaltado Juncker. Las autoridades británicas siguen sosteniendo que las dos cuestiones pueden resolverse simultáneamente antes del 29 de marzo de 2019, el plazo del brexit.
El segundo factor de conflicto inminente entre Londres y Bruselas es la definición de los derechos de los europeos que residen en Reino Unido y los británicos que viven en el continente. En total, 4,5 millones de ciudadanos. Aunque en teoría las dos partes están de acuerdo en que es urgente un pacto que ponga fin a la incertidumbre sobre su futuro, los líderes europeos acusan ya abiertamente a May de esquivar la cuestión, que es la prioridad absoluta para los 27.
"Necesitamos una respuesta británica seria", ha exigido el presidente del Consejo Europeo. Tusk reclama a Londres "garantías reales" de que los ciudadanos europeos que ya están allí podrán quedarse, trabajar y estudiar en Reino Unido tras el brexit. La Comisión Europea ha redactado ya un borrador de acuerdo sobre esta cuestión que "podría adoptarse inmediatamente si nuestros amigos británicos estuvieran dispuestos a firmarlo, pero probablemente eso no va a ocurrir", ha lamentado Juncker.
Londres subestima los problemas
Para el presidente de la Comisión, el principal obstáculo de cara a las próximas negociaciones es que el Gobierno de May tiene expectativas irreales que no pueden cumplirse. "A veces tengo la impresión de que nuestros amigos británicos subestiman las dificultades técnicas a las que nos enfrentamos. "El tema de los derechos de los ciudadanos incluye en realidad 25 cuestiones diferentes que deben resolverse", ha explicado Juncker.
Sus críticas se dirigían personalmente a la primera ministra, con la que cenó en el 10 de Downing Street el pasado miércoles: "Cada vez que planteaba cuestiones, ella me decía que fuera paciente y ambicioso. Los mismos comentarios deberían dirigirse a Reino Unido", ha relatado.
Pero el presidente de la Comisión tampoco se hace ilusiones sobre la fortaleza de la posición negociadora de la UE. "Será difícil mantener la unidad que hemos logrado hoy", ha admitido. El consenso podría estallar cuando se aborde la factura de salida de 60.000 millones para Londres. Si Reino Unido se niega a pagar, provocará un importante agujero en el presupuesto comunitario, ya que es el segundo contribuyente neto.
"Claramente, hay algunos que no quieren pagar más y otros que no quieren recibir menos. Eso será un auténtico debate", ha pronosticado Juncker. Alemania ya ha dicho que no quiere aumentar su aportación a las arcas de la UE, mientras que España podría ser uno de los principales perjudicados porque sigue siendo beneficiario neto de las ayudas europeas.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha sostenido que la UE debe buscar mantener "la mejor relación posible" con Reino Unido tras el brexit porque se trata de un "socio clave". Pero a la vez, ha admitido que en las negociaciones de divorcio está en juego "algo más importante, el futuro de nuestro proyecto de integración europea". La unidad de los 27 comenzará a ponerse a prueba cuando empiecen realmente las negociaciones, tras las elecciones anticipadas británicas del 8 de junio.