París

Rumores y “fake news” (noticias falsas) se han instalado en la recta final de la campaña presidencial francesa. Su objetivo: desacreditar a Emmanuel Macron, fundador del movimiento En Marche! y favorito, según los sondeos, a convertirse en el próximo presidente de la V República.

El juego sucio ha empezado y no tiene límites. La vida personal y política del aspirante al Elíseo ha sido cuestionada en las redes sociales con variopintas y grotescas acusaciones. Su presunta homosexualidad, la existencia de una cuenta bancaria oculta, su intención de obligar a pagar un alquiler a los propietarios, su campaña financiada por Arabia Saudí o su deseo de integrar a Turquía en la UE son sólo algunos de los rumores que se han propagado como la pólvora a través de Internet. Muchas de estas fake news han sido recopiladas por la web BuzzFeed, una compañía norteamericana consagrada reuniendo contenidos virales.

En el maremágnum de Internet, conocer el origen de estas falsas informaciones es una tarea casi imposible. Sin embargo, desde el inicio de esta histórica campaña presidencial, todas las sospechas apuntan a una estrategia de propaganda controlada por Moscú.

Las elecciones estadounidenses habrían permitido a Rusia poner a prueba la eficacia de su estrategia propagandística.

Según un informe realizado por los servicios de inteligencia estadounidenses, publicado el pasado mes de enero, “el sistema de propaganda del Estado ruso -compuesto de su aparato mediático nacional, medios destinados a un público internacional como RT [Russia Today] y Sputnik y una red cuasiestatal de troles- contribuyó a la campaña de influencia sirviendo de plataforma a los mensajes del Kremlin”. Así, los servicios de inteligencia alertan de que “Rusia aplicará las lecciones” aprendidas durante la campaña norteamericana en “nuevas tentativas de influencia en el mundo entero”.

Este informe no es el único que alerta de los peligros de la presunta estrategia de propaganda rusa. Un estudio realizado por la empresa británica Bakamo, encargada de observar y analizar las redes sociales durante los cinco primeros meses de la campaña presidencial, demuestra que una cuarta parte de los enlaces relacionados con los comicios, difundidos entre el 1 de noviembre y el 4 de abril, contenían informaciones falsas y sus contenidos estaban destinados a favorecer a los candidatos antieuropeos. En esta categoría de contenidos “dudosos”, el informe establece que uno de cada cinco enlaces estaba relacionado directamente con un medio de comunicación controlado por el Estado ruso, como Sputnik o Russia Today.

Véase algún ejemplo concreto: el pasado día 4 de febrero la agencia de noticias Sputnik publicaba un artículo titulado “El ex ministro de Economía Macron podría ser un ‘Agente de USA’ al servicio de los intereses del lobby bancario”. A lo largo del texto, la web citaba unas supuestas declaraciones de Nicolas Dhuicq, diputado del partido conservador Los Republicanos, acusando a Emmanuel Macron de contar con el respaldo de “un rico lobby homosexual”.

Más allá de la desinformación y de los rumores que tratan de ensuciar la imagen del candidato a la presidencia, Richard Ferrand, secretario general de En Marche!, denunciaba en una tribuna publicada en el diario Le Monde el pasado 14 de febrero “un fenómeno novedoso e inquietante (…), la injerencia de un Estado extranjero determinado a desestabilizar a uno de los candidatos susceptibles de ganar esta elección: Emmanuel Macron”.

Según Ferrand, “la web de En Marche! y sus infraestructuras son objeto de varios miles de ataques mensuales bajo diversas formas (…) con el objetivo de penetrar en nuestras bases de datos y piratear nuestros correos electrónicos (…) Estos ataques provienen principalmente de Ucrania. Lo que ciertamente indica la naturaleza de estos ataques, es que estos están organizados y coordinados por un grupo estructurado y no por hackers solitarios”.

Para el movimiento En Marche!, no hay lugar a dudas de que Moscú se encuentra detrás de estos ataques cibernéticos. El secretario general de la formación no titubeó a la hora de escoger el título de su tribuna: “¡No dejemos que Rusia desestabilice las presidenciales en Francia!”

Ante tal contexto, el propio presidente de la República, François Hollande, alertaba en una entrevista concedida a Le Monde el pasado 6 de marzo de que “Rusia utiliza todos los medios para influenciar a la opinión pública. No es la misma ideología que en los tiempos de la URSS, pero, en algunas ocasiones, se trata de los mismos procedimientos, con más medios tecnológicos. Con una estrategia de influencia, de redes (…)”. Sin olvidar que, según reveló el semanario Le Canard Enchaîné un mes antes, la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE) se preparaba para frenar un ciberataque cuyo presunto objetivo era favorecer una victoria de Marine Le Pen en estas elecciones presidenciales.

RESTABLECER LAZOS

Interrogada sobre estas cuestiones en el plató de TF1 el pasado 24 de abril, Marine Le Pen se defendía asegurando que no existe ninguna prueba sobre la influencia del Kremlin en la campaña difamatoria contra su adversario. “Yo no lo sé. He escuchado tesis complotistas durante la primera parte de la campaña presidencial. Rusia iba a venir a manipular las urnas, etc. (…) sin que desde el principio existan pruebas. Hay que prestar atención. Creo que hay que ser razonable”, concluía la candidata de extrema derecha.

Sin embargo, lo que Marine Le Pen no puede negar es su cercanía al Gobierno ruso ni tampoco esconder su simpatía por Vladímir Putin, a quien rindió visita el pasado 24 de marzo en Moscú. El apretón de manos entre la candidata del Frente Nacional y el jefe de Estado ruso llegó en un momento crucial, a tan sólo cinco semanas de la celebración de la primera vuelta de los comicios presidenciales. “Usted lo sabe, yo abogo desde hace mucho tiempo por que Francia y Rusia retomen las relaciones culturales, económicas y estratégicas, particularmente en un momento en el que afrontamos un peligro terrorista mayor”, explicaba la candidata al presidente ruso.

Y es que detrás de este acercamiento entre Francia y Rusia aclamado por Le Pen aparece una cuestión mayor: la financiación de la campaña de la líder del Frente Nacional por bancos rusos.

Según el diario digital Mediapart, la formación de extrema derecha recibió dos préstamos rusos por un total de once millones de euros en 2014. El 15 de junio de 2016, con el objetivo de “financiar la campaña electoral francesa”, el FN habría solicitado otro préstamo de tres millones de euros al Strategy Bank. El tesorero del partido, Wallerand de Saint-Just, ha asegurado que dicha petición no fue más “que un proyecto” que no “salió adelante”.

Una afirmación difícil de comprobar. El banco ruso Strategy Bank perdió su licencia, retirada directamente por la banca central rusa, un mes después de la firma del proyecto por la misma Marine Le Pen. Lo mismo que sucedió, recuerda Mediapart, con “el primer banco ruso que realizó un préstamo al FN en 2014: el First Czech Russian Bank (FCRB) también perdió su licencia, en julio de 2016”.

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