Un récord histórico: 10,6 millones de votos, el 33,9% de los sufragios. La noche del domingo 7 de mayo, Marine Le Pen fue derrotada por Emmanuel Macron en unas elecciones presidenciales inéditas. Las puertas del Palacio del Elíseo se blindaron, una vez más, contra el ascenso del Frente Nacional (FN). La candidata aceptó el fracaso, una derrota disfrazada de victoria: unos resultados “históricos y masivos” que “designan a la alianza patriótica y republicana (…) como la primera fuerza de oposición al proyecto del nuevo presidente”, en palabras de la presidenta (en periodo de permiso) de la formación de extrema derecha.
Entonces, ¿el FN debe hacer frente a un triunfo o a un fracaso? “La respuesta es doble –explica Valérie Igounet, historiadora especialista en la extrema derecha-. Sin duda se trata de una victoria: nunca antes el FN había alcanzado un resultado parecido, más de 10 millones de votos es una cifra nada desdeñable, la dinámica de la formación es indiscutible”. Marine Le Pen ha conseguido duplicar el número de sufragios conseguidos por su padre, Jean-Marie Le Pen, en 2002, cuando el fundador del FN tuvo que conformarse con un 17,79% frente al 82,21% del conservador Jacques Chirac, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
Sin embargo, “a nivel interno se trata de una derrota, en el seno del partido esperaban conseguir un 40% de los votos”, remarca la historiadora. Y es que, silenciosos pero numerosos, son muchos los miembros del FN “que consideran que Marine Le Pen ha dejado escapar una baza única, perdiendo velocidad en la última semana de campaña”, estima Cécile Alduy, profesora de civilización francesa en la universidad de Stanford y coautora del ensayo Marine Le Pen y sus palabras: descodificación del nuevo discurso frontista. Para los más críticos, las cifras tienen poca trascendencia, “lo importante era ganar o perder y, objetivamente, la candidata ha perdido el duelo contra Emmanuel Macron”, subraya Alduy.
En definitiva, la formación de extrema derecha se encuentra dividida entre los que aplauden la “victoria” y los que lamentan la “derrota”. Voces disonantes que permanecen en la sombra, evitando poner en primera plana una hipotética escisión del partido. “No podemos olvidar que el principio esencial del FN es su unidad, sólo hay lugar para un líder: Marine Le Pen. El funcionamiento de la formación es absolutamente vertical, aquellos que no están conformes con su estrategia política, o que chocan con la personalidad de Marine Le Pen, apuestan por la discreción”, analiza Marine Turchi, periodista especializada en la formación de extrema derecha en el diario Mediapart y coautora del libro de investigación Marine está al corriente de todo.
La retirada de Maréchal
Sin embargo, el pasado martes 9 de mayo, el Frente Nacional sufrió un seísmo sin precedentes en su propio seno. Cuando Marine Le Pen aún estaba tratando de digerir la derrota, su sobrina, Marion Maréchal-Le Pen, diputada y consejera regional de Provenza-Alpes-Costa Azul, anunciaba su dimisión y su retirada de la vida política. “Una muy mala noticia para el Frente Nacional -considera Valérie Igounet-. La decisión de Marion Maréchal-Le Pen demuestra que existen lógicas muy diferentes en el interior del partido”.
Diferentes lógicas encarnadas por dos figuras esenciales: Florien Philippot, vicepresidente del FN y mano derecha de Marine Le Pen, ferviente defensor de la salida de Francia de la Unión Europea, partidario de desmarcar a la formación de la derecha y de la izquierda, apostando por el término “patriota”; y Marion Maréchal-Le Pen, una de las figuras más populares y apreciadas en el seno del partido, adepta a una política ligada a la extrema derecha tradicional, liberal y conservadora.
“Maréchal-Le Pen ha justificado su partida recurriendo a motivos personales, pero su principal motivación es política”, analiza Marine Turchi. Una hipótesis compartida por Igounet: “Marion Maréchal nunca ha estado de acuerdo con la estrategia de Philippot, la diputada siempre ha defendido una línea ‘federadora’, más popular”.
Sea como fuere, Marion Maréchal-Le Pen ha abandonado la formación en un momento crucial: tras una derrota y en la antesala de unas elecciones legislativas decisivas para el futuro del FN. La joven diputada “era la personalidad más popular, la única capaz de atraer a los votantes de derechas (…) sus tensiones con Marine Le Pen eran conocidas por todos, como también es sabido que en el Frente Nacional es Le Pen quien tiene siempre la última palabra”, recuerda la periodista de investigación.
Así, quien encarnara hasta ahora la posibilidad de un cambio de liderazgo en el futuro, ha dejado la embarcación frontista en plena marea agitada. Marine Le Pen, acompañada de Nicolas Dupont-Aignan -candidato de Debout la France, partido ultraconservador y nacionalista-, ha prometido convertirse en la principal fuerza de la oposición. ¿Podrá conseguirlo? “Se trata de una ambición un tanto surrealista, el cordón sanitario contra el FN, aunque cada vez es más frágil, sigue existiendo, sin olvidar que el debate entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen, continúa pasando factura a la líder frontista”, analiza Cécile Alduy.
Y es que, todos los esfuerzos por alimentar la estrategia de “desdemonización”, destinada a convertir a la candidata en una política “seria y presidenciable” para atraer a los desencantados votantes de François Fillon, desaparecieron de un plumazo en más dos horas de debate televisivo. “Fue un cara a cara atípico, tanto por la naturaleza del intercambio, como por su evidente agresividad, tirando por la borda meses de trabajo, dañando su imagen, desacreditándose a si misma con un discurso incoherente y poco preparado, especialmente en lo que concierne a su política anti-europea”, considera la profesora universitaria.
En definitiva, Marine Le Pen demostró que detrás de esta limpieza de imagen, “desmarcándose de la etiqueta antisemita y rechazando el racismo biológico –encarnado por su padre y fundador del Frente Nacional-, hay un programa FN que no ha cambiado absolutamente en nada”, continúa Alduy. Su política antieuropea y su programa económico no convencen al electorado de derechas, indispensable para convertirse en una verdadera fuerza política de oposición contra el futuro gobierno de Emmanuel Macron, un electorado que, según la politóloga, “no olvida su intervención televisiva y que tiene importantes reticencias a la hora de adherirse a la totalidad de su programa”.
Las legislativas, prueba de fuego
Pero, a pesar de todo, “la dinámica del FN es irrefutable, entre la primera y la segunda vuelta de estas elecciones presidenciales la formación consiguió sumar tres millones de votos”, analiza Valérie Igounet. En este contexto, las elecciones legislativas son indispensables para la formación frontista, “por su futuro, por su fuerza política, por su propia financiación”. El FN sueña con “conseguir unos 40 diputados, una cifra irrealista, pero incluso consiguiendo alcanzar tal número, no sería la principal fuerza de la oposición”, explica Cécile Alduy.
“Conseguir seis u ocho diputados en la Asamblea Nacional ya serían una victoria para el Frente Nacional –recuerda Marine Turchi-. La formación cuenta actualmente con dos diputados, por lo que duplicar este número supondría un nuevo récord”. Pero la formación de extrema derecha aspira a más: “Con 15 diputados puede formar un grupo en la Asamblea Nacional, lo que se traduce en más tiempo mediático, en más presencia política, éste es el verdadero objetivo del FN”, analiza la periodista.
Conseguir seis u ocho diputados en la Asamblea Nacional ya serían una victoria para el Frente Nacional
Las elecciones legislativas, que tendrán lugar el próximo 11 y 18 de junio, arrojarán luz sobre la verdadera fuerza política de una formación que, indiscutiblemente, ha encontrado un nicho entre los electores franceses, decepcionados con los partidos políticos tradicionales y con sus dirigentes. “No podemos olvidar que Francia vive una crisis política mayor, que el electorado está cansado de sus políticos y que existe una oferta política, xenófoba, nacionalista y ‘seguritaria’, que seduce a una buena parte de los ciudadanos”, remarca Igounet.
Una crisis política bien conocida por Marine Le Pen, que ya advertía, el 10 de abril de 2014, tras una elecciones municipales muy positivas para su formación, que “si el UMP –ahora Los Republicanos- y el PS –Partido Socialista- hicieran bien su trabajo, el Frente Nacional no existiría”. Sin duda, y a pesar de su derrota electoral, la líder del FN sabe sacar partido de la decadencia política que planea sobre Francia.