Una balada electrónica sobre la deportación de los tártaros de Crimea consiguió para Ucrania su segunda victoria en Eurovisión el año pasado. Doce meses después, la carga política de un festival que muchos tachan de concurso de geoestrategia ha empezado mucho antes de que los 26 países finalistas compitan este sábado por tener la mejor canción de Europa.
"Rusia y Ucrania no han sido los únicos países que han instrumentalizado el festival a lo largo de su historia, pero esta edición es más política que nunca”, resume Mira Milosevich, investigadora del Real Instituto Elcano y experta en el conflicto entre ambos países.
El origen de la polémica este año está en una ley ucraniana que prohíbe la entrada en el país a cualquier persona que haya pisado Crimea “de forma ilegal”. Es el caso de Julia Samoilova, que realizó una actuación en esa región en 2015, un año después de que Rusia se anexionara la península que ambos países reclaman como propia.
Esta confusa normativa, que también veta a actores y personalidades cercanas al Kremlin como Gerard Depardieu, ha permitido a Ucrania lograr un hito histórico en la historia de Eurovisión: impedir la participación del representante de otro país.
“Rusia lo que ha hecho es tocar las narices y buscar titulares”, explica José García. El director de la web especializada Eurovision Spain cree que la elección de Julia Samoilova fue una provocación de Moscú: “Sabían que incumplía esa norma de Ucrania, es un órdago”.
Hasta un diputado ruso se ha pronunciado sobre la polémica ausencia de la cantante: “La reacción de Ucrania es una estupidez, ¿como pueden tener miedo a que una persona como Julia entre en el país?”, ha asegurado Vitaly Milonov a la BBC. Samailova, en silla de ruedas desde la infancia por una atrofia muscular espinal, está siendo “utilizada” como arma arrojadiza entre ambos países.
“Seleccionando a esta chica como representante, Rusia ha querido enviar un mensaje de ‘mira qué cruel es el Gobierno de Kiev que no deja entrar a una chica en silla de ruedas’”, apunta Milosevich.
Ninguno de los bandos implicados en este conflicto ha cedido un ápice en sus posturas. Las autoridades rusas rechazaron la oferta de la organización de participar vía satélite. De esta forma, Rusia se arriesga a no estar en las próximas ediciones. Mientras, Ucrania no ha dado su brazo a torcer y justo este viernes ha dado el visto bueno al cantante de Bulgaria, que también estuvo de visita en Crimea en 2014.
Aunque los acordes de la canción rusa, Flame is burning (La llama está ardiendo) no se escucharán esta noche en el escenario de Kiev, los rusos ya se han tomado la revancha. En una nueva provocación, organizaron esta semana una actuación de Samailova con motivo de los actos de conmemoración de la victoria sobre los nazis. ¿El escenario elegido? Crimea.
Divorcio del ‘imperio ruso’
Al margen de las provocaciones, Ucrania se ha empleado a fondo en garantizar el normal funcionamiento del festival. Millones de personas verán esta noche la final y Eurovisión supone un gran escaparate para un país que quiere tapar su conflicto armado con Rusia. "El este del país sigue en guerra y los acuerdos de paz de Minsk no se están cumpliendo por ninguna de las partes", recuerda Milosevich. En las últimas 24 horas, al menos dos militares ucranianos han muerto y otros seis han resultado heridos durante los combates con las milicias separatistas prorrusas.
En paralelo, el presidente Petró Poroschenko ha celebrado este viernes la exención de los visados por parte de la UE: “Ucrania ha formalizado definitivamente su divorcio del ‘imperio ruso’. Es la salida a más de 300 años de historia”. La medida, que entrará en vigor en 20 días, permitirá a los ciudadanos de Ucrania cruzar las fronteras de los países miembros de la unión sin necesidad aprobación. “Para el país, la decisión de Bruselas es un hecho simbólico que ayudará a mejorar su imagen en el momento oportuno”, apunta Milosevich.
Ocurra lo que ocurra esta noche sobre el escenario del Centro de Exposiciones de Kiev, el terreno está abonado para las conjeturas y las conspiraciones sobre lo que suceda con las votaciones ante la ausencia de Rusia. “En teoría la ausencia de Rusia no puede afectar el resultado global, será interesante ver a dónde van a parar los votos que tradicionalmente se llevan los rusos”, pronostica José García.
Este especialista en el festival subraya que “el ganador se elegirá por la simpatía y por afinidades culturales, no por cuestiones de geopolítica. No hay ningún país de Europa con 40 vecinos que voten por su representante. En mi opinión, la teoría de que se votan entre ellos y siempre ganan los mismos, se desmonta”. Las apuestas de última hora avanzan una derrota para el llamado 'bloque del este', que ha encadenado varias victorias en las últimas ediciones. Italia y Portugal son los favoritos y España quedaría en último lugar.