El concierto de Ariana Grande, ídolo entre el público adolescentes, estaba lleno de niños y jóvenes que disfrutaban de sus canciones. Según los medios británicos en el Manchester Arena había hasta pequeños de seis años disfrutando de la actuación.
Cuando se escuchó la detonación del ataque suicida, que ha dejado al menos 22 personas fallecidas, muchos padres estaban esperando a la salida y otros acudieron a la zona intentando localizar a sus hijos. "Estaba en la puerta esperando a mi mujer y a mi hija que estaban en el concierto cuando salí disparado por la explosión. Fue terrible porque todo estaba lleno de niños y jóvenes", aseguró uno de los testigos.
De nuevo las redes sociales se volvieron el mejor mecanismo para encontrar a los desaparecidos. Twiiter se llenó de mensajes y fotos de jóvenes sonriendo y desesperados mensajes de quienes los buscaban. "Mi sobrina de seis años estaba en Manchester esta noche en el concierto. No hemos sabido nada ni de ella ni de su tutor, estamos muy preocupados", tuiteó una mujer tras el ataque suicida.
Paula Robinson, una mujer de 48 años que estaba en la estación de tren junto al Manchester Arena con su esposo, se transformó en un hada madrina para muchos pequeños. Cuando oyeron la explosión salieron corriendo y de repente "vi cómo decenas de adolescentes venían hacia mí".
La mujer recogió a los chicos en el hotel Holiday Inn Express, muy cerca del lugar, y puso su número de teléfono en Twitter para que los padres preocupados pudieran localizar a sus hijos. Su teléfono no paró de sonar en toda la noche.
"Los padres estaban corriendo frenéticos tratando de encontrar a sus hijos", dijo. "Había muchos niños en el Holiday Inn".
Muchos locales abrieron sus puertas a las personas que llegaban del concierto. Sólo en el Holiday Inn llegaron a estar 60 jóvenes y niños.
Un homeless, uno de los héroes de Manchester
Un hombre sin hogar, Chris Parker, que estaba por la zona en el momento de la explosión se convirtió el lunes por la noche en uno de los héroes del Manchester Arena.
De hecho, el hombre de 33 años ha contado que se acercó a una de las víctimas, una mujer de unos 60 años, que falleció en sus propios brazos, por las heridas en la cabeza y en una pierna.
"Había gente acostada en el suelo por todas partes. Vi a una niña pequeña, la envolví en una camiseta y le pregunté dónde estaban sus padres. Me dijo que su papá estaba en el trabajo y su mamá dentro", ha explicado Parker.
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